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El municipio en el nuevo gobierno.
Por: Juan Carlos Girón Enriquez
Mucho hemos hablado de la importancia del municipio, es el primer orden de gobierno, es quien tiene el primer contacto con la problemática de la ciudadanía, no son simples prestadores de servicios, deberían ser quienes, a partir de la claridad que tienen de las necesidades de la población, estén en condiciones de resolver esa problemática.
Desafortunadamente, la nueva administración federal insistió tanto en llegar al poder que ahora quiere acaparar todas las funciones en ir desplazando uno a uno los otros poderes; inicia una guerra con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las Universidades Públicas, los periodistas y, ahora, los municipios.
Cierto es que a nivel municipal hay muchas irregularidades, deficiencias, malas administraciones, pero también que no todas esas malas prácticas son consecuencia de su mala dirección, puesto que siempre se ha visto al municipio como el menos importante en la escala de gobierno; sin embargo, muchos municipios habían aprendido a sortear sus deficiencias implementando medidas que les permitieran gestionar recursos extraordinarios, coordinarse con clubes de migrantes, organizaciones civiles, la misma población del municipio a fin de avanzar y mejorar las condiciones de los servicios que prestan y con ello las condiciones de vida de la población.
Lamentablemente, la presente administración federal ha disminuido significativamente el programa 3 x 1 por ejemplo, con lo que afecta la capacidad de los municipios de desarrollar obra de impacto social, no conforme con ello, los recursos que recibirán los municipios en el próximo ejercicio fiscal también serán menores, por lo que la viabilidad de las administraciones municipales corre cada vez mas riesgo.
Resulta difícil de creer que la presente administración federal pretenda centralizar en la federación todo lo que hacen los municipios, por que bajo la lógica de disminución de recursos no hay otra explicación mas que la concentración de funciones, lo que implicaría, en un primer momento, la complicación para la ciudadanía y los gobiernos municipales de satisfacer ciertas necesidades y, en un segundo momento, el incremento de las manifestaciones y quejas que tendrían que llegar a la Ciudad de México para ser atendidas, complicando la vida en aquella ciudad y encareciendo los gastos de gestión de la población con alguna dificultad a nivel municipal.
Sigue resultando ilógica la premisa de castigar por castigar, sin investigar o informarse primero, bajo la premisa de que todo es corrupto, se cancelan fondos, se disminuyen recursos, se cierran programas, sin que se tenga una verdadera alternativa de solución al problema.
Disminuir los recursos destinados a municipio nunca será la alternativa de solución para la corrupción. Por el contrario, un mecanismo para evitar la corrupción a nivel municipal es garantizar la verdadera autonomía en los órganos de control, implementar verdaderos mecanismos legales a los que se deba sujetar el gasto, modificar los lineamientos de tal forma que se garantice que el destino de los recursos beneficie directamente al municipio. Así y solo así podremos eficientar los servicios municipales y lograr la mejora en la calidad de vida de la ciudadanía.
El fin es justificable, los medios son los cuestionables; acabar con la corrupción cerrando la llave del dinero llevará a una pauperización social, limitará excesivamente el desarrollo y crecimiento económico del país pero no combatirá de raíz la corrupción, porque mientras menos recurso exista para satisfacer las necesidades de la población mayores serán las argucias de aquellos que pretenden desviarlo multiplicando el ciclo de corrupción y menoscabando las condiciones de vida de la población.