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EL PRIMER AÑO DE AMLO
Por: Arturo Nahle G.
El domingo cumplió un año López Obrador como Presidente de México, unos dicen que a pesar de que le dejaron muy deteriorada la casa ahí la lleva, otros dicen lo contrario, que las cosas están igual o peor que antes.
Yo creo que ha habido de todo un poco, por ejemplo me parecen positivas las reformas legales para estatuir la austeridad republicana, la eliminación del fuero, la revocación del mandato, la consulta popular y la democratización de los sindicatos, pero francamente tengo mis dudas sobre las bondades de la cancelación de la reforma educativa.
Creo que también es un acierto la creación de la Guardia Nacional y la construcción de una nueva refinería, pero francamente tengo mis dudas sobre la conveniencia de cancelar la construcción del aeropuerto de Texcoco.
Creo que todos coincidimos en lo necesaria que era la política para desterrar la corrupción y limpiar el gobierno, celebro por ejemplo las compras consolidadas, pero no tanta adjudicación directa.
Celebro también la reducción del presupuesto de la Presidencia en un 75%, incluso la reducción al presupuesto del INE, pero no que se le reduzca a Estados y Municipios.
Ahora bien, los más críticos dicen que en materia económica las cosas han sido terribles, que no hay crecimiento económico, es cierto, pero no han aumentado los impuestos, se acabaron los gasolinazos, no se ha endeudado al país, el salario mínimo aumentó un 16% (como no ocurría en 36 años), creció la recaudación fiscal, la inflación es apenas del 3%, el peso se ha fortalecido frente al dólar en un 4%, la Bolsa de Valores se ha apreciado un 2%, no se han privatizado bienes públicos y ya no se condonan impuestos.
Este año tuvimos la inversión extranjera más alta de la historia, se incrementaron las exportaciones y las remesas alcanzaron la cifra más alta de todos los tiempos, creció el turismo, se crearon 648 mil nuevos empleos, en la frontera se redujo el IVA y el ISR, por primera vez en 14 años se detuvo la caída progresiva en la producción de petróleo y las refinerías aumentaron la producción de combustibles.
Se redujo la burocracia y gracias a los ahorros se han pagado sueldos, pensiones y participaciones en tiempo y forma, incluso 454 mil millones de pesos solo de intereses de la brutal deuda heredada.
Muchos critican la Política Social de López Obrador, dicen que es electorera, pero los millones de ancianos, indígenas, discapacitados y jóvenes que están recibiendo un apoyo del gobierno dicen todo lo contrario. Y lo mismo pasa con los campesinos beneficiados por ejemplo con los precios de garantía.
Los constructores se quejan que no hay obra, sin embargo este año se canalizaron 20 mil millones de pesos solo a conservación de carreteras, una cifra sin precedentes.
Pero la nube que nubla la 4T es sin duda la inseguridad, el Presidente dice que seguimos padeciendo las consecuencias de la política equivocada y desquiciada de Felipe Calderón, aceptó que disminuir la incidencia delictiva constituye su principal desafío, pero insistió en que su estrategia seguirá siendo la de atender las causas de la violencia que son el desempleo, la pobreza, la marginación y la falta de espacios laborales y educativos para los jóvenes.
AMLO concluyó recordándonos que estamos en un proceso de transición, que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Eso es cierto, estamos en un proceso de cambios que a algunos gusta y a otros no, sobre todo a aquellos que perdieron el poder y privilegios, pero no todo lo viejo es malo y no todo lo nuevo es bueno.
La Primera Transformación de México tardó 11 años, la Segunda 3 y la Tercera 10 años; ésta (si es que lo es) apenas lleva un año, es muy pronto para hacerle un juicio a la 4T.