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Divagaciones de la Manzana
En defensa de las mascotas
Martha Chapa

En los viajes que realizo por diversas entidades, casi nunca dejo de ir al mercado, pues ahí se puede tomar la temperatura social y política que prevalece, además del gozo que produce ver tantas tonalidades y aromas de los productos que se exhiben y venden.
Pero también, con indignación y tristeza, he atestiguado las condiciones infrahumanas, antihigiénicas y desventajosas que prevalecen para efectos de la compra -venta de mascotas y animales en general.
Así por ejemplo, en una de mis visitas más recientes a uno de estos mercados vi el hacinamiento lo mismo de perritos en una estrecha caja de cartón, de menos de 1 m, e igual por lo que tocaba al amontonamiento de las tortugas en las peceras o de los pájaros en jaulas diminutas
Hambrientos, apretujados y en ambientes insalubres aparecían los animalitos en forma aparejada a la voracidad e insensibilidad del comerciante.
Por eso, celebro que haya entrado en vigor una liberación del reglamento existente, gracias a una Juez Liberal, al respecto, por lo que toca a la Ciudad de México, en donde queda definitivamente prohibido comercializar mascotas y especies animales en mercados, tianguis y en la vía pública como tal.
Han quedado entonces exceptuados aquellos establecimientos que cumplan con la normatividad sanitaria y en ningún caso deriven en el manejo inadecuado tanto en espacios como en la nutrición de los animales exhibidos para su venta.
Estoy cierta de que todo esto redundará a la vez en un mayor control de los perros callejeros que pululan por nuestras calles, tan desnutridos y enfermos muchas veces debido al abandono irresponsable de quienes adquieren mascotas circunstancialmente para luego deshacerse de ellas como si fueran juguetes de uso temporal.
A propósito, al mismo tiempo me dio mucha envidia y hasta despertó un sentimiento de admiración en mí, por el gran logro que se anunció en Holanda, de que ya no hay un solo perro callejero en sus vías, avenidas o callejones, que es todo un ejemplo a seguir en México y el mundo.
Es indispensable entonces que esta decisión que tanto aplaudimos en el caso de la ciudad de México, donde ya no se permitirá más comercio indebido de animales, se extienda y aplique en todas y cada una de las entidades y sobre todo que se cumpla rigurosamente.
Desde luego, bien sabemos que no basta la ley y que ahora queda también el compromiso ciudadano de que cumplamos en lo personal y social, así como exigir y vigilar igualmente que no ocurran éstas transacciones comerciales clandestinas que nos ofenden, pues ya se ha dicho que el avance de la civilización de una sociedad se mide también por el trato que le brindamos al mundo animal.
Así sea.