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Por Norma Beatriz Luévano O.
Evaluación de desempeño docente: Perezosa e ineficaz
Aunque recién nacida, la evaluación de desempeño docente ya se perfila como un rotundo fracaso de la tan llevada y traída reforma educativa, dada la lentitud con que esta avanza a razón de 150 mil profesores evaluados por año.
Fue la propia presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, Sylvia Schmelkels del Valle, quien durante la reunión para el Seguimiento de la Política Nacional de Evaluación de la Educación, realizada en días previos, puso el dedo en la llaga al alertar sobre el riesgo de “claudicar en la reforma” de continuar el ritmo actual, con el que alcanzaría la meta hasta el 2027.
A la lentitud del proceso de evaluación se suma el que la reforma no ha logrado seleccionar al personal educativo por su mérito, según el reporte “Reforma en materia educativa. Un análisis de su diseño y aplicación, 2012-2016”, del Instituto Belisario Domínguez, del Senado.
Dicho informe expone que no existe una relación directa entre las capacidades docentes y la falta de calidad en la educación, anulando la premisa que dio origen a la reforma. Ello se explica con los resultados obtenidos en la evaluación del ciclo anterior en la que sólo el 15 por ciento de los profesores evaluados tuvo resultados no idóneos.
El informe del Senado añade que los parámetros en la medición de los niveles de desempeño son imprecisos, por lo que no es posible garantizar que con los procesos de evaluación que considera la reforma para la promoción y permanencia se logre seleccionar a profesores con conocimientos y capacidades idóneas.
Si de por sí estos datos son perniciosos, es digno resaltar que en Zacatecas las cifras son aún más deprimentes. Valga decir que para la evaluación del ciclo actual, que fue voluntaria, el resultado fue paupérrimo. En promedio quedaron, entre idóneos, buenos y destacados, alrededor de 10 profesores por asignatura, al menos en el nivel de secundarias.
Si a esto sumamos que a pesar de la reforma, en la Seduzac se continúan realizando prácticas lesivas a los derechos del profesorado, como realizar “concursos” de cambios previos a las reuniones de oferta de plazas a los profesores que son evaluados, permite entender mejor porque los docentes no respondieron con entusiasmo a la convocatoria para evaluarse de forma voluntaria.
La desconfianza en la institución educativa no es gratuita, se ha labrado con años de prácticas tan deshonestas como ilegales.
Las posibilidades de que realmente se esté gestando un impacto positivo en los resultados de la educación son mínimas si consideramos que la corrupción prevalece a pesar de la reforma y que la evaluación docente no está acompañada de un sistema de capacitación de profesores acorde a las necesidades reales.

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