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“JUEGO DE DAMAS” segunda parte

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com
Después de descansar un poco por la emoción y recuperar fuerzas, tomé aliento, tanta sorpresa lo
ameritaba, me senté al lado del estuche de damas, me quedaba una partida pendiente. Lo abrí con cuidado y una a
una fui sacando las piezas que me quedaban y reconociéndolos al instante me dispuse a armar el tablero.
La siguiente pieza conservaba la belleza que se incrementa con la sabiduría que, solo a ciertas personas da
la vida, hermosa y más fuerte que nunca. La siguiente era despistada, lo despistado que se necesita ser para
enfrentar contratiempos con el valor que aquel, que se concentra demasiado, no sería capaz de tener. Tomé otra
más, era un poco diferente a la última vez que la vi, era una pieza que conoció el arte de amarse a sí misma. La
dama que acomodé a continuación es una dama que a la par de crecer académicamente, creció como mujer,
empática y dulce. La siguiente pieza estaba intacta, sacada de un poema de López Velarde, fiel a su espejo diario,
me sentí orgullosa de colocarla en el tablero. Saqué otra dama, una dama que nunca pierde la compostura y cuando
menos te lo esperas, toma tu mano y te dice, a su manera tan discreta: aquí estoy. Tomé una pieza que me hizo
recordar la sabiduría que puede adquirir una persona que abre sus brazos a la vida, sonríe y tiene la grandeza de
agradecer, pase lo que pase…gracias.
Seguí entusiasmada sacando más piezas de damas, era sorprendente como todas estaban dentro de la caja,
aun y con el paso de los años, ellas estaban ahí esperando salir para continuar el juego. La siguiente pieza fue la
única capaz de entender el dolor en mi niñez, ese dolor cuando el cielo se lleva a un ángel que tu solías llamar
mamá, ahora, cada día juega valiente su partida de la vida. Estoy segura que mi madre no hubiese reconocido la
siguiente dama que tomé, ella la recordaba tanto, pero cuando la saqué de la caja y la puse en el tablero, era
diferente, estupendamente diferente. Tomé otra dama, ella incursionó valientemente en una profesión, estoy
segura que esta dama fue de las primeras nutriólogas en la ciudad, a ella la coloqué el lugar reservado, desde
siempre. La siguiente dama lucia los mismos hoyuelos de su adolescencia, enojada o feliz, ahora su hermosa
cabellera enmarcaba el rostro de una mujer dichosa.
Temerosa de no encontrar más piezas me sentí feliz de verlas ahí, esperando tranquilamente entrar en el
tablero. La siguiente era tan alta como lo era su sabiduría y bondad, soltó una carcajada que me llevó a escuchar su
sonrisa en la secundaria. La siguiente pieza tenía listo un saludo de buenos días y la forma de adaptarse e
incorporarse de esas personas que sin haber estado siempre, siempre han estado. La pieza que acomodé a
continuación mantenía la sonrisa de habitual, esa sonrisa que hace que se vea más guapa, esa sonrisa natural y
sincera. La siguiente pieza tenía el hechizo de una bruja, de esas brujas que aparecen cuando el mundo se te
derrumba y con una sola palabra te hacen sentir menos miserable. La siguiente dama es una de esas damas de la
época de oro del cine, no pierde su maravilloso porte y elegancia. Tomé y acomodé una pieza pensando que se me
iba a escabullir de las manos, sorprendentemente vi a que esa pieza se acomodó tranquilamente y con su sonrisa
jovial y cálida saludó cariñosamente a las demás damas. La siguiente pieza estaba jugando tenis, su golpe tan
poderoso como su decisión me hizo reconocerla y antes de que saliera de la caja, la puse sobre el tablero. La última
pieza salió seria con libreta en mano, con su memoria prodigiosa digna de un alto funcionario del FBI, comenzó a
pasar lista, con nombres y apellidos a todas y cada una de las damas, después tomó su lugar, ella recordaba
perfectamente cuál era.
Ahí estaban mis damas, todas juntas, todas plenas, todas fuertes. La última vez que vi juntas las piezas del
tablero no me imaginé que pudiera existir una aleación misteriosa que se fundiera con el tiempo, la voluntad y el
amor y pudiese transformar el material original, bueno de por sí con el que estaban hechas, para convertirse en un

metal precioso que ahora forma a estas maravillosas damas que forman parte de mi vida y de lo que ahora soy en
este juego de la vida. Frases para la amistad hay miles y creo que ninguna alcanza a expresar la gratitud por un
verdadero amigo. “En todo tiempo ama el amigo, y se porta como un hermano en momentos de angustia”,
Proverbios 17:17.
Salud a la vida y a la fortuna de poder brindar, a los ojos y agradecida, con estas 37 maravillosas damas que
forman parte del tablero multicolor de mi existencia

Final, muy contenta, por cierto, de esta segunda y última parte

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