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Dr. José de Jesús Reyes Ruiz
LA PRIMERA GRAN DERROTA
Para documentar mi pesimismo… y el de los demás

Esta semana inicio con nublados, con lluvias más bien ligeras, con un frente frio y con unas mañanas que inician ya demasiado tarde, podemos entenderlo, son días característicos del otoño que ya prácticamente se inicia. Regularmente son días en donde uno quisiera quedarse en casa y no salir, mirar la lluvia a través las ventanas, pero: Ahí afuera esta la realidad, nuestra realidad, nuestra triste realidad, hay momentos en que no dan ganas de salir de la cama, de tocar el piso, ganas de querer bajarse de este mundo, un mundo que día a día se vuelve más intransitable, menos vivible.

Así vemos nuestro entorno, o así debiéramos verlo la mayoría de los mexicanos. Fue, al final de cuentas una semana que no inicio del todo bien, con esto intentaremos describir la primera gran derrota de un gobierno que intentaba cambiar las cosas, pero que es claramente evidente que no sabe cómo, porque las estrategias que ya tendrían que haber mostrado algún cambio aunque fuera mínimo, han fallado.

En un país polarizado como el nuestro, los detractores del cambio, que no son muchos peros que ¡ah! como vociferan, iniciaron su semana felices por la gran derrota, ¡ya ven, teníamos razón! Sería su discurso, sin darse cuenta que si las cosas fracasan todos sufriremos las consecuencias.

La realidad es que nunca les vi rasgarse las vestiduras como lo hacen hoy en día, ni en los momentos más tristes de Ayotzinapa donde 43 jovenes desaparecieron de la faz de la tierra, claro a ellos que les importa – me refiero a quienes alzan la voz, y se muestran indignados ante el estado de las cosas – al final de cuentas eran unos conflictivos aprendises de maestros dentro de las zonas pobres del país donde estos señores jamás han pisado tierra.

Que renuncie el Presidente, que renuncien todos, demos marcha atrás, estábamos mejor cuando estábamos peor, total sigamos viviendo del crédito y que paguen los que vienen detrás porque esto no es vida. El otoño al que nos referimos al inicio de estas reflexiones, nos anuncia un crudo invierno que ellos clase media y media alta no tienen por qué soportar, y claro no lo soportaran porque dentro de sus closets tienen como protegerse del frio, que les importa aquellos que hasta de techo carecen.

A ellos, y claro a quienes aún tenemos esperanza de que las cosas mejoren – cada minuto un poco menos – nos preocupan de sobremanera dos grandes temas, la violencia y la inseguridad por un lado y la economía por el otro y en ninguno de los dos estamos ni lejanamente al “requetebién” que nos anuncia el profeta.

En cuanto a la economía, con el golpe sobre la mesa que dio el Presidente al declarar que no se le daba la gana seguir con el proyecto de Texcoco – muchos seguimos pensando que hiso bien – mostro que las elites económicas no volverían a tomar las decisiones por nuestro país, y que tenían que reservarse dentro del ámbito de su circunstancia dejándole al estado los temas que solo a él competen. Nunca más negocios a costa del erario, y bueno… estuvo bien, Texcoco era un poco como la Estela de Pus de Felipe Calderón – que por cierto afea enormemente la entrada a Chapultepec – un claro monumento a una corrupción que intentaba ser transexenal, no se podía permitir.

Pero los varones del dinero supieron desquitarse y claro que lo siguen haciendo, con todo y que frecuentemente acudan a Palacio Nacional a prometer los oros y los moros, lo hacen con los dedos cruzados bajo la mesa porque saben que no tienen la más mínima intención de cumplir por más garantías que les ofrezca el profeta – antes mesías – tropical, a ellos lo que les interesa es regresar al estatus previo donde con mochada en mano hacían negocios multimillonarios, y las migajas que supuestamente caerían de la mesa para las clases más necesitadas, que importa que no cayeran mientras los comensales gozaran de una buena comida y claro de una buena bebida.

Y ¿las inversiones apa? Pues quedaron solo en el pensamiento del tabasqueño por que no se hicieron ni se harán realidad, y claro, él no calculo que el manotaso del que hablamos daría o enviaría malas señales a los inversionistas internacionales – también – y claro a los mercados internacionales nada boyantes por estos tiempos lo que al final de cuentas nos mete a todos en un predicamento serio para el año venidero donde sin lugar a dudas podemos entrar en una recesión de consecuencias impredecibles.

Si Alemania puede entrar en recesión ¿porque nosotros no?, con un crecimiento en el presente año cercano 0, con un entorno internacional inestable, con cero inversiones tanto de los empresarios locales como los internacionales, con un tratado que no terminara por firmarse – al menos en el corto plazo – y con limitados recursos como para iniciar proyectos de infraestructura realizados por el Estado, ya que los pocos recursos de una limitada recaudación apenas van a cubrir los programas sociales del Profeta, las cosa no podrían pintar peor.

No queda duda de que el otoño se viene con todo y los augurios de un invierno – o infierno como lo quieran predecir - están ahí como la certeza de que nada bueno vendrá por delante al menos en el corto plazo.

En cuanto al otro tema, el de la violencia y la inseguridad, lo pasado hace apenas una semana no nos deja lugar a dudas de que en este tema estamos peor que en el de la economía y eso ya es mucho decir.

3 eventos nos muestran toda la película que en cuestión de segundos pasa delante de nuestros ojos como pasa la vida de un moribundo los instantes anteriores a dejar de ser. Primero el evento de Aguililla en Michoacán donde en una emboscada fuerzas del Cartel más violento, el de Jalisco Nueva Generación, asesina vilmente a más de una docena de soldados del Ejército Mexicano que no tenían información, como seguramente no la tienen todos los demás miembros del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, sobre los actos de los delincuentes que sin ningún problema pueden esperar, rodear y masacrar a las fuerzas del orden sin que estas alcancen ni si quiera meter las manos.

Y en estas circunstancias la pregunta que realiza la ciudadanía es si la estrategia es simplemente transitar por las calles y callejones de las ciudades más violentas, o por los caminos ejidales o las pequeñas comunidades esperando a que les salga la muerte al voltear la esquina y no puedan ni si quiera defenderse.

¿No hará falta algo más – mucho más – de funciones de inteligencia para enfrentar a un crimen que si está organizado?

Y Claro indignados por lo acontecido unos días más tarde salen en el Estado de Guerrero a realizar una matanza sin precedentes – ustedes disparen y después viriguan diría el dicho popular - donde un solo militar da muerte a – también - más de una docena de quienes dicen – no hay forma de corroborarlos – eran parte de los grupos delincuenciales, y finalmente el militar al que le atribuyen todas los muertos – ¿de veras eel mato a todos? – cae abatido por las balas de los supuestos criminales, para que si quieren le pregunten – después de muerto – o lo enjuicien por tal grado de letalidad.

Finalmente llega el asunto más espinoso, la Gran Derrota, La Batalla por Culiacán, o debiéramos llamarla la batalla por Ovidio, el chapito, donde este personaje suigeneris – por decir lo menos – sale victorioso frente a un Lopez Obrador que no atina a explicar o a aceptar lo que a los ojos de todos fue la gran derrota.

Sobre el particular hay mucho que decir y mucho que analizar, es claro que nuestro profeta había anunciado que él no iría tras los grandes capos, ¿y entonces? Pero también ha sido claro en su caminar - donde aún no cumple el año de ejercicio en el poder - la obediencia casi absoluta a los dictados del señor del norte – el del peluquín – quien le dice ladra y el señor de paz y amor ladra sin mayor problema, aunque la supuesta soberanía quede por los suelos y la dignidad mucho más abajo, y por más que nos digan misa el actuar de la mitad de las fuerzas de la Guardia Nacional que tendrían que estar en la lucha contra el crimen organizado, se dedican a casar migrantes centroamericanos para no hacer enojar y mantener contento al ogro de allende de nuestra frontera.

Aquí no hay duda, fue este señor DT quien dio la orden a nuestro país de atrapar al chapito y entregarlo a los Estados Unidos, fue la inteligencia de la DEA – la nuestra es inexistente – la que les dio a nuestras autoridades el pitazo, solo que nuestras autoridades – aparentemente sin el conocimiento del Comandante Supremo – decidieron actuar con menos de medio centenar de militares sin pensar mucho en las consecuencias ni medir la respuesta posible del enemigo y fue; solo cuando las cosas se pusieron de color de hormiga por que el supuestamente debilitado Cartel de Sinaloa, salió con todo a defender al retoño y amenazar no solo a los militares sino a sus familiares, y a la sociedad toda humillando a las fuerzas del Estado Mexicano y a sus instituciones, y claro a su presidente a quien no le quedo de otra de bajar la cabeza sacar la bandera blanca y aceptar la derrota.

Cuántas veces hemos escuchado que Calderón golpeo al avispero sin medir las consecuencias, y esto ¿fue en alguna forma diferente? Un operativo terriblemente mal planeado, fuera de la estrategia que supuestamente diseño el Presidente, por ordenes de un gobierno extranjero, con los datos de inteligencia de la DEA, ¿qué podía salir mal? TODO

Así o más claro, así o más triste.

EL OTOÑO DE UN PATRIARCA que aún no cumple el año en el trono.