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La SCJN y los retos de la nueva administración.
Por: Jenny González Arenas
El pasado dos de enero, el Ministro Arturo Zaldivar fue electo Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, gran responsabilidad sin lugar a dudas, sobre todo en un momento como éste, en el que la coyuntura política y social obliga a estar atentos a todos los movimientos y declaraciones que se den en los distintos Poderes de la Unión.
El sexenio esta comenzando y con él una nueva forma de administración pública, no se si buena o mala, pero si diferente, y con ella han comenzado una serie de declaraciones públicas en relación al papel que juega el Poder Judicial en la Administración Pública. No debemos perder de vista que la división de poderes juega un rol muy importante en las democracias modernas, es la forma en la que se da un verdadero equilibrio entre las diversas fuerzas políticas, quienes hacen las leyes, quienes las ejecutan y quienes las aplican, por lo que atentar contra un poder no solo rompe el equilibrio democrático sino que puede ser considerado como un intento autoritario para restar poder a los contrapesos que representan los demás poderes.
Mucho se ha hablado sobre los salarios de los funcionarios públicos y que nadie debería ganar mas que el Presidente, afirmación con la que no estoy de acuerdo, por que el salario debería ser proporcional al trabajo realizado no en comparación con el salario de otra persona, eso es discriminatorio. Volviendo al tema, la confrontación salarial entre los poderes públicos no es una discusión que abone a la construcción de una democracia sólida, sino que desgasta y confronta de manera ineficaz a la población al centrar el debate en las percepciones y no en las funciones.
En ese entorno de confrontación, la llegada del Ministro Zaldivar a la Presidencia no es precisamente un escenario armónico, ya que se espera de él que se sostenga en su postura progresista ahora como representante de uno de los poderes de la unión.
El Poder Judicial con el Ministro Zaldivar en la Presidencia genera expectativas de que sea el verdadero contrapeso que este sexenio necesita, al menos en los cuatro años que el ocupará la presidencia de la Suprema Corte, porque solo así el gobierno en turno tendrá en el poder judicial el contrapeso que no tiene en el poder legislativo y que lamentablemente hacen mucho daño a la democracia mexicana.
El reto para el Ministro Presidente es seguir con esa labor transformadora, progresista y garante de los Derechos Humanos que ha tenido la Corte en los últimos años, pero a la par de esa función se sostenga como un pilar democrático del Poder en México y no se convierta en comparsa del Poder Ejecutivo como hasta ahora lo esta haciendo el legislativo.
El reto no es solo el respeto a los derechos humanos, también lo es, a través de su labor judicial, el contribuir al fortalecimiento de las instituciones, el consolidar el Estado de Derecho en nuestro país, contribuir a que los mexicanos tengan una mejor percepción de justicia y que con ello se fortalezca la división de poderes a nivel estatal, apoyando a los poderes judiciales locales en su fortalecimiento.
No es un reto sencillo porque parece remar contra corriente, con una administración pública federal que ha decidido declararle la guerra a través de sus ingresos y no con proyectos.

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