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“Hierba Yerba buena” 

 

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)

 

Hoy  hablaré de la hierba, “yerba” también es aceptado  por la RAE pero nos envía de regreso a la denominación “hierba”. La dichosa me trae evocaciones contradictorias de mi niñez, acá en Zacatecas, la hierba estaba en los lotes baldíos y era sinónimo de abandono, allá, en Los Mochis, la hierba crecía a diestra y siniestra y  era sinónimo de vida y juego. Acá yo no jugaba con la hierba, allá me despertaba y dormía con el olor a hierba vaporizando a 40º C.

 

El verde es vida… como todos sabemos y es tan conocida esta frase que no recuerdo la primera vez que la escuché. He crecido pues sabiendo  que “el verde es vida”. El verde sintético no es mucho de mi agrado, como falso que es, mi subconsciente lo rechaza. El verde natural huele, pica, sangra  y a contraluz refleja una tipo de pelusa que hace que brille con luz propia. Si, el verde me gusta y me trae a la mente paisajes que nunca seré capaz de olvidar. El camino antiguo que comunica Guadalajara-Tepic-Mazatlán-Culiacán-Los Mochis esta/estaba (no sé si aún existe tal cual)  tapizado de hierba verde, creo que hasta el verde amarillento del mes de diciembre me hacía sentir feliz. Mi mente infantil tejía historias que hacían más ligero el pesado trayecto, de día, estas eran llenas de color, hasta era capaz  de lidiar con la imagen el lobo de Caperucita Roja caracterizado por el Loco Valdés esperando verlo en cualquier momento, pero de noche, la hierba se caracterizaba de garras que iban tras  Blanca Nieves en su huida, nunca olvidaré ese miedo retador  que hacía que fijara mi mirada en esa hierbas que se tragaba la oscuridad mientras me abrazaba a mi madre, y después, a mi abuela.

 

Es imposible ignorar el verdor y con él la tranquilidad que nos dan las hierbas, podría decir “vegetación” pero no, este artículo está dedicado a la hierba y no quiero quitarle protagonismo. ¿Quién puede negar que el aroma de un té de hierba buena, yerbabuena acá en confianza, a ligera cualquier mal tan solo con olerlo y verlo? Mi querida amiga Ángeles Valle me describía de una manera  admirable el fantástico té de yerbabuena que se tomó en Marruecos, “…el puño de hierba buena que dejaban caer sobre el vaso de agua hirviendo”… debo admitir que es un sueño irrealizado hasta estos días para la Mada, la primer planta de hierba buena del patio de la casa, frondosa otrora, sucumbió bajo la curiosidad de la Bollina (mi perrhija), la segunda planta no dio hojas como para el “exótico” puño que me dibujaba Ángeles, bastaba para unas cuantas hojitas que servían para aliviar un dolor de estómago o uno que otro mojito, esta, murió de amor, dos semanas de vacaciones de una servidora acabaron con sus pretensiones de hiedra. De momento, solo de momento, he renunciado y el té de bolsita calma mis aires de grandeza.

 

Y ya entrados en el tema y  teniendo en el subconsciente, y en estos días de trombas también en el consciente,  el olor a hierba fresca, me gustaría comentar algunas canciones y poemas que toman a la “hierba” como base de inspiración. Esta inspiración es generalmente sensual dejando a un lado la cachonderia de ¡Tropicalísimo Apache! quien nos describe jalándonos al explicito mental: “Y con comodidad nos tiramos al pasto. Y la hierba se movía, se movía, se movía…” creo que todos sabemos por qué se movían… la hierba, el que canta y su acompañante.

 

Emanuel con esa voz que a la fecha pone la piel chinita nos pide tiernamente: “Sigue echada así en la hierba quiero andarte paso a paso recorrerte como hiedra”… yo, pidiéndomelo así, claro que me quedaba echadita y tranquilita. Joan Manuel Serrat, esa otra voz que me estremece y  jamás me cansa, canta este poema de amor y  de entrega total: “Tu nombre me  sabe a hierba de la que nace en el valle a golpes de Sol y de agua”. Juro que si pruebo un nombre que me sepa a hierba también dejo los montes y  me voy al mar…

 

Neruda en su poema desgarrador titulado: Amiga, no te mueras, suplica: “El que cortó jacintos para tu lecho, y rosas. Tendido entre las hierbas ¡yo soy el que te espera!”. Pablo siempre nos deja sin palabras, sin explicación… su metáfora hace que me venga a mi mente alguien que quería entender la metáfora… a ese, a ese no lo invitaría a sentarse conmigo sobre la hierba.

 

Cerraré este articulín con uno de mis guerreros favoritos, Lorca. El Romance sonámbulo ha sido musicalizado e interpretado por grandes cantantes como Lole y Manuel, Ana Belén y Manzanita y Manuel Carrasco, a este último lo mencionaré porque en mis incipientes pretensiones como bailaora de flamenco bailamos dicho poema a ritmo de rumba, concentrada como estaba en aprenderme la coreografía y entrar a tiempo, me parecía tan alegre, hasta que un día puse atención a la letra. Es un poema  triste que narra una misteriosa historia de amor y muerte, he aquí un extracto donde aparece “dibujada” magistralmente la inspiración de este articulín, la hierba. “Verde que te quiero verde,  verde viento verdes ramas, el barco sobre la mar  el caballo en la montaña.

 

Y pretendiendo bailar algún día como la bailaora flamenca “La Yerbabuena”, termino este articulín con la serenidad que ofrece vida y que la hierba pinta armoniosamente  movida por la viendo y mojada por la suave brisa de una mañana del mes de agosto.

Fin…veeeerrrrrrdeeee.

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