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Inicia ya el 2017 y los asuntos de interés inmediato, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, son muchos, variados y sumamente complejos.

Sin pretender realizar un recuento, tan sólo escojo dos o tres de los temas que, desde mi perspectiva, sobresalen y representan retos y riesgos enormes.

Empiezo por la economía y sus crisis, mayores o menores, que saltan de un año a otro. Desde el menguado crecimiento que se pronostica para este naciente 2017 hasta las constantes devaluaciones de nuestra moneda, que al parecer continuarán en los meses subsiguientes debido tanto a factores externos como a decisiones internas contradictorias entre la Secretaria de Hacienda y el Banco de México. Lo deseable sería que ambas instancias se pongan de acuerdo y presenten un frente único y congruente, y juntas adopten estrategias y acciones preventivas adecuadas para contrarrestar los embates económico-financieros en el contexto global.

Por igual, crece ese cáncer social que es la corrupción –que siempre va de la mano de la impunidad–, de modo que resulta necesario establecer medidas preventivas contra los malos manejos de los recursos públicos, así como mayor supervisión del proceder de los funcionarios federales y estatales. Por supuesto, habrá que dar seguimiento estrecho a los casos de los exgobernadores de Sonora, Quintana Roo, Veracruz y Chihuahua, que ya han sido acusados penalmente por los malos manejos –algunos de verdad escandalosos– durante sus periodos de gobierno. Sin embargo, la lucha anticorrupción debe dirigirse a todas las entidades federativas para detectar desde ahora irregularidades en los gobiernos en funciones y desalentar cualquier intención ruin de los gobiernos entrantes.

Otra asignatura pendiente y de urgente atención será contener y reducir drásticamente las oleadas de violencia criminal, para lo cual se requieren medidas realistas, inteligentes y decisivas.
En lo externo, preocupa sobre todo el arribo a la Presidencia estadounidense del empresario Donald Trump, quien tomará posesión el 20 de enero, pues se teme que una vez en el poder cumpla sin demora sus delirantes amenazas, en especial la de deportar a millones de trabajadores mexicanos, así como la de construir un muro en la frontera con nuestro país.

Por tanto, es urgentísimo que el gobierno mexicano adopte y dé a conocer un plan integral que contrarreste las consecuencias de las ya muy anunciadas acciones por venir. En cualquier caso, coincido con quienes piensan que hay que mirar más hacia nosotros mismos y, entre otras medias, reactivar y acrecentar nuestro mercado interno, además de orientar el Presupuesto de Egresos de la Federación con un sentido preventivo y de apuntalamiento estratégico respecto a inversiones, empleo y estímulos fiscales en los rubros prioritarios, como carreteras e infraestructura, por señalar sólo algunos.

Pinta un año muy difícil, sin duda, pues a la descomunal problemática descrita se suman muchos otros asuntos de la mayor importancia, bien se trate de los referidos a la seguridad pública o de aquellos del orden educativo.

Será muy importante, eso sí, que los gobiernos en todos sus niveles se conduzcan con probidad y eficacia, y que haya la supervisión continua de una sociedad civil cada vez más participativa y exigente. Esa será la mejor manera de entrarle al año nuevo.

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