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Marchas, sí, pero…
Martha Chapa
La marcha Vibra México, a la que convocaron diversos segmentos de la sociedad civil el pasado domingo 12 de febrero, fue provechosa y dio testimonio de cierta unidad contra las agresiones hacia México por parte del presidente Donald Trump. Digo “cierta unidad” porque se esperaban muchos más asistentes de los que en realidad llegaron, por lo que algunos cuestionan que esta expresión pública haya sido representativa, además de que no ha faltado quienes –quizá desinformados o malintencionados– han emitido descalificaciones antes, durante y después de la manifestación.
Al ambiente de desunión y hasta de confrontación contribuyó que ya echada a andar la convocatoria para esta marcha, un pequeño grupo decidió escindirse y organizar otra, presuntamente con los mismos propósitos pero con otro recorrido. Así, se registraron dos marchas, que culminaron en el Monumento a la Independencia, pese a que lo deseable habría sido que se realizara una sola gran expresión pública del rechazo a las políticas xenófobas y racistas del nuevo presidente estadounidense.
Pero, más allá de lo testimonial, las marchas del domingo pasado resultarán insuficientes si no forman parte de toda una estrategia integral que tiene que abarcar, por ejemplo, desde los mecanismos para ampliar nuestro comercio exterior con otros países en aras de establecer nuevos equilibrios en beneficio de nuestra economía y superar de una vez por todas esta dependencia hacia los mercados estadounidenses, como accionar y denunciar con apoyo en la diplomacia en los foros internacionales. De manera muy importante, que las autoridades que nos representan en las negociaciones con Estados Unidos sean firmes y dignas, audaces y eficaces, imaginativas y capaces de llegar a acuerdos benéficos para México. Hasta ahora no se ha notado la firmeza y dignidad que esperaríamos en una situación como la que vivimos.
Cabe hacer notar que el repudio en nuestra tierra contra la obsesión persecutoria del mandatario del país vecino no se circunscribe a los mexicanos, pues un día antes de las marchas mencionadas vimos que las comunidades de estadounidenses residentes en San Miguel de Allende, Guanajuato, o Ajijic, Jalisco, se solidarizaron con nuestro país, que para ellos ha sido un refugio de paz y de desarrollo económico y social.
Es necesario tener presente que a Donald Trump no le conmueven estas manifestaciones públicas, pues ni siquiera le importan las que se han registrado en su propio país, como lo vimos recientemente. No podemos ignorar, sin embargo, que las marchas registradas el pasado fin de semana en varias ciudades de la república mexicana se unen a otras que se han realizado en diversas ciudades del mundo, lo que hace que ya tengan un peso relevante. Estas muestras de inconformidad responden en gran medida a la beligerancia extrema del presidente Trump, que abre frentes de conflicto casi todos los días.
Desde luego, no debemos cruzarnos de brazos ni dejar de participar. Ahora, como nunca, tenemos que convertirnos en activistas de las buenas causas de México. Pero más allá de eso, debemos estar conscientes de que necesitamos una estrategia integral para que cada quien desde su propia trinchera la apuntale. Rebasar, entonces, cualquier desencuentro, desconexión o repliegue, ya no digamos las omisiones de autoridades y élites frente a la sociedad mexicana.
Quisiéramos creer que las medidas absurdas y arbitrarias implementadas desde el arribo de Trump al poder; este manejo de la política a partir de caprichos, fobias y filias; este rosario de desatinos y decisiones erróneas, se irán revirtiendo para el propio presidente de Estados Unidos dentro de su propia nación. Ya diferentes sectores, como los empresarios, las mujeres y la comunidad científica, lo cuestionan, sin contar las posiciones elogiables de personalidades del respetable sistema judicial, es decir, jueces que con buen criterio y valentía han bloqueado las llamadas órdenes ejecutivas del mandatario, algunas emitidas fuera del propio marco constitucional.
En fin, que la lucha sigue y seguirá, y para dar batallas eficaces debemos mantenernos juntos, dentro y fuera de las marchas y mucho más allá de éstas, en todos los espacios disponibles y otros más que urge abrir en el ámbito institucional, político, económico, empresarial, académico y social.
¡Vamos a más, México!

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