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“El que no enseña, no vende”
segunda parte

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com

De verdad, a La Mada le gusta enseñar… y a veces también enseñar… En fin, considero que la docencia es como un boomerang, siempre vuelve a ti lo enseñado, pero vuelve  renovado, con mucho más conocimiento, más fresco; entonces lo vuelves a lanzar y se produce el mismo efecto, regresa a ti nuevamente renovado, con mucho más conocimiento… más fresco… y así el efecto es infinito, y dura, mientras te paras frente a un grupo.
A veces recuerdo mis épocas de estudiante, principalmente cuando era una estudiante de educación secundaria y media básica. Recuerdo a muchos de mis maestros, sobre a todo a aquellos que milagrosamente no nos aventaron una bomba de gas molotov y se guardaban pacientemente las ganas de mandarnos a “aquel país” (quel paese, dicen los italianos para mandar muy, muy lejos a alguien, usted querido lector sabe bien a qué lugar me refiero). De verdad, los estudiantes de estos niveles tenemos, tienen y tendrán algo activado en el cerebro que hace que por inercia se hable, de verdad, a veces se habla sin querer, se comenta sobre la clase en el mejor de los casos y no sé porque en esos momentos surgen las ganas de contar algo, algo distante a años luz del tema tratado en clase. Hay maestros que logran de una manera misteriosa, misma que no he logrado descubrir, lo imposible: mantener callado a un grupo, y no solo callado, inmóviles, estáticos, yo diría que por momentos hasta la respiración se corta y el corazón deja de latir, evitando así que el batir de las pulsaciones vaya a llamar la atención y el profesor piense que estas platicando con tu corazón.
Recuerdo con mucho respeto y cariño a profesores como las maestras Guadalupe Espinoza y Meche Zaldívar (q.e.p.d.), mujeres de una personalidad fuerte, siempre muy arregladas y conocedoras de su materia, de esas maestras de toda la vida por las que pasamos muchas generaciones y cuando te las encuentras aun te recuerdan y se les olvida que en algún momento soñaron con tener sus manos alrededor de tu cuello y no precisamente para darte un masaje. El profesor Martín Montes, el querido Martín tililín, el pobre se fletaba nuestras hazañas del fin de semana mientras llenaba el pizarrón de fórmulas de física, y es que explicaba la física tan sabrosa que parecía que era fácil… y creo que lo era. El profesor Rafael Argüelles y su química revolucionaria que hacía que se cimbraran los frágiles cimientos “morales” del grupo de niñas persignadas con sus “atrevidos” comentarios, pero durante sus clases amé la química, aunque admito que este amor fue efímero, lo mío, lo mío no es la química, ni siquiera en mis relaciones amorosas. El padre Nicolás Sánchez y sus  deliciosas clases  de literatura, tediosas para algunas, fascinantes para otras, aún recuerdo los cinco libros que leímos durante su semestre y también recuerdo los golpes que llegó a dar sobre el escritorio desesperado de que el grupito de guacamayas (mi grupo era solo de niñas) no pararan de hablar, debió ser frustrante. La maestra Lucia Alonso y sus clases de historia de México, tranquila caminando por el salón, con  voz baja, charlando tan amenamente que tenía  la impresión de que en algún momento vería a los personajes de nuestra historia deambulando entre los pupitres. El profe Cervantes de deportes era genial, yo sigo siendo hasta la fecha que me  lo encuentro: “la Nena Car”.  Y por último, el causante de mi gusto por las matemáticas, el profesor Enrique Enciso, muy duro, estricto, pero desglosaba las fórmulas de una forma que parecía que bailaban en el pizarrón, me mostró las matemáticas de una forma tan fácil que, ahora, no puedo evitar relacionar todo lo que hago con la lógica matemática, no recuerdo si con él platicábamos o no, creo que sí, creo que con todos cuchicheábamos, no sé porque era inevitable, como inevitable lo es para los adolescentes actuales.
He tenido la fortuna de tener maravillosos  maestros, maestros de academia y maestros de vida, pero no  pude evitar hablar únicamente de aquellos de la secu y de la prepa, aquellos recuerdos que me han hecho  meditar en que muy a pesar de haber sido una nerda, era una nerda con ganas de comunicarme  en clase y honestamente no lo era en el sentido purista de la definición de la RAE.
“De verdad os  digo, hay algunos maestros de secu y prepa que deberían de estar en proceso de  canonización.”
Final de la según y aprobada de panzazo segunda parte.
p.d.  Nerdo,da 1. m. y f. despect. Col., Cuba, Méx. y P. Rico.  Persona estudiosa  e inteligente que suele mostrar un carácter abstraído y poco sociable. (RAE).

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