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¿Qué pasó con lo que dijo, ya tan pronto se olvidó?

Quito del Real

Hace falta más tiempo para confirmar la tendencia que es de temerse. El hecho de que la conformación del gabinete que ha dado a conocer el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, casi no registre expresiones encontradas en las filas de Morena, es asunto muy grave. Dentro de ese partido, según se observa, no existe la tradición de la crítica, porque no fue construido para reunir gente con libertad de manifestar ideas y posiciones diferentes.
Desde hace más de una década he escrito acerca de los atrasados y curiosos métodos para formar un partido (no-partido) bajo el timón azaroso del hoy presidente electo. Me explico. A mí no me parece decente que una institución política navegue por años sin ideas discutidas con sus integrantes. Si nos atenemos a las tradiciones del partido Morena, descubriremos en primera instancia su abulia para generar documentos con análisis políticos para su gente. Eso es fácil de percibir: no vemos a las bases de ese partido o a sus dirigentes medianos, o de cierta importancia, comentar públicamente los planteamientos de sus documentos centrales. La razón es evidente: no los conocen.
En el partido Morena no se logró consolidar una tradición favorable a la lectura. Sus dirigentes se complacían permanentemente con la asistencia de las masas sólo para votar a “mano alzada” y lucían a su candidato permanente como si fuera un cantante de banda grupera.
En Morena no se organizó un equipo de intelectuales y escritores, cuya labor de divulgación entre los sectores más pobres les hubiera ayudado para dar claridad a la hora de identificar al enemigo. Hubieran podido orientar a la gente acerca de la organización local para discutir en grupos no sólo las páginas más relevantes de la historia de México, sino cuestiones metodológicas básicas acerca de la construcción del Morena. Para educar en las reglas de la discusión, para fundamentar los asuntos con espíritu crítico, para adquirir obligaciones y disciplina, para leer el periódico y distribuirlo, etc.
Creo desleal afirmar que la producción regular de un periódico con contenidos serios y claros no tiene cabida en ese partido. El que existe, Regeneración, no sirve: es un medio irregular que reproduce notas de periódicos del circuito comercial; carece de línea editorial, sin escritores capaces de hacer buenas reflexiones políticas. Los cartones son copias de los publicados en La Jornada, y no hay sentido de la estética y del buen gusto en su diseño apretado, a veces complementado con fotos que sólo excepcionalmente provienen de un equipo interno de foto-reporteros.
Por eso, más allá de haber votado por Andrés Manuel y declarar contra la corrupción, las masas simpatizantes del Morena y la mayoría de sus militantes, no tienen un perfil político que las distinga de las que votan por otros partidos.
La tendencia que hoy observamos es la de un presidente electo que cada día sorprende al elegir a sus futuros funcionarios, y da reversa en las posturas consideradas “tradicionales” que le dieron éxito como herramienta escenográfica, en las reuniones masivas con sus simpatizantes.
Tal tendencia, la de la ambigüedad y la improvisación, desplaza día con día a su base social y la regresa a la antigua situación de  “ciudadanía silenciosa”.
Cuidado. Tenemos un presidente electo que, seguramente, trabajará sin el contrapeso esencial: el de la opinión y voluntad de los mexicanos.

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