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Pueblos alzando la voz.

Por: Jenny González Arenas

Cada vez que abrimos los periódicos o buscamos las noticias en internet nos topamos con manifestaciones ciudadanas y gobiernos represores que tratan de callar las voces que se elevan para hacer pública su inconformidad.

No es un problema meramente americano, tampoco lo es de países en vías de desarrollo, más bien es un problema de gobiernos opresores y ciudadanos reprimidos que comienzan a mostrar su hartazgo por la situación que impera en su respectivo país.

Las manifestaciones sociales son un reflejo de la realidad que se vive y de la capacidad de la población de convocarse por una causa común que para algunos podrá parecer justa y para otros no; lo que esta en juego aquí no es el determinar si la población hace lo correcto o no al manifestarse, o si los gobiernos deben o no hacer caso a dichas manifestaciones, sino el trasfondo.

En una revuelta social, el común denominador que motiva a la población a salir de su zona de confort no es gritar por gritar, sino expresar su descontento por medidas que molestan su status quo, que afectan su patrimonio, su sobrevivencia, su estabilidad o a su familia y posesiones; la manifestación es, pues, un reflejo de hartazgo social que de ser analizado de forma adecuada, sin apasionamientos y menos rencillas políticas, porque el gobierno ya no representa a un partido político sino a toda la población en su conjunto y es su deber escuchar todas las voces, fuertes o débiles, desde las calles o la academia, en una manifestación o en un editorial periodístico.

Es difícil gobernar, no cabe duda, sobre todo cuando la polarización social hace cada vez mas complicada la convivencia, pero ir al origen de dicha polarización puede ser parte de la solución, puesto que causas distintas requerirán atención y estrategias distintas, no es lo mismo abatir el hartazgo y la polarización social provocada por desequilibrios económicos que por preferencias políticas, por lo que atender a la causa puede ser una alternativa viable para comenzar a trabajar en la solución.

Por otro lado, es importante que señalemos que gobernar y administrar no es lo mismo, así como tampoco lo es manifestar las inconformidades o ejercer violencia para hacerme escuchar. Gobernar implica conciliar, conducir, mediar, trabajar en conjunto para lograr objetivos comunes; mientras que administrar es aplicar habilidades técnicas, implementar estrategias previamente definidas, es operativo.

Manifestar las inconformidades es hacerle saber al gobierno que algo esta haciendo mal; ejercer violencia para hacerme escuchar es el error mas grande que se puede cometer en una sociedad democrática, porque afectando a terceros es la peor manera de demostrar que se tiene la razón.

Las manifestaciones, el levantar la voz de manera ordenada, respetuosa y coherente es la mejor herramienta de la democracia, si un pueblo alza la voz de manera ordenada, el gobernante no tiene mas opción que escuchar con atención y buscar alternativas de solución que medien el conflicto, que resuelvan el problema, que beneficien a toda la población en su conjunto.

Reprimir una manifestación pacífica en ningún momento será una alternativa viable para un Estado democrático, así como tampoco será ejercer violencia para hacer que el gobierno escuche la voz de un pueblo harto de la represión.

En conclusión, si el pueblo alza la voz, no solo es responsabilidad, sino obligación del gobierno escucharlo, porque solo así se construyen democracias sólidas y se mejoran las condiciones de vida de la población a la par que se fomenta la gobernabilidad y la estabilidad.