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Divagaciones de la Manzana
Zapata now
Martha Chapa
Ayer, como hoy, la intolerancia se presenta con su caudal de violencia e incomprensión. Ahora, se trata de la exposición sobre Zapata en el Palacio de Bellas Artes.
Vayamos primero al ayer y baste mencionar un ejemplo que viví y guardo en mi memoria, cuando se exhibió dentro de una muestra en el Museo de Arte Moderno, el tema de la virgen de Guadalupe. Una pintura cuyo autor si no mal no recuerdo fue Rolando de la Rosa, que conlleva ciertas características de Marilyn Monroe, causando igualmente una gran polémica e indignación en grupos católicos conservadores, que comandaba el nefasto Serrano Limón, y que derivó lamentablemente en la renuncia del propio director del museo así como el desmontaje de esa obra.
Por eso, hoy, si bien debemos defender de nueva cuenta la libertad de expresión y creación, no sobra acompañarla de una reflexión en torno a la función y responsabilidad de las Instituciones.
Habría que decir que es muy afortunada si la idea de que vea mos a Zapata bajo diferentes miradas, pues nadie es dueño de su figura ni de su obra. En todo caso, pertenece al pueblo de México, aunque pueda haber y una y otra interpretaciones válidas al respecto.
Así también, el respeto que siempre debe prevalecer respecto a la obra de los creadores sea cual sea el concepto que prefieran en forma y contenido. Desde luego, el público está en todo su derecho de que les gusten o no lo que haga un artista visual, lo cual es explicable, pero sin enfrentarse y menos aún agreder.
Creemos, igualmente, que las instituciones deben tener la sensibilidad en sus convocatorias y difusión de que al menos no parezcan parciales y generen de antemano reacciones adversas. En otras palabras, si acaso la falla del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, residió en haber escogido o seleccionado uno de los cuadros con un criterio personal, que eso si podría ser cuestionado en el sentido del porqué no usaron otra de las pinturas y excluyeron a los demás creadores de la oportunidad de exhibir su obra en el cartel oficial. Quizá, aunque el hubiera no existe, lo que procedía era formar una comisión integrada por cuatro o cinco personalidades de las artes plásticas, tanto de pintores como de críticos de arte, que seleccionara solo para efectos de su difusión la que les hubiera parecido más representativa o bien un collage con ocho o diez obras, y de seguro que nadie hubiera cuestionado nada.
En todo caso, quienes han impugnado la pintura de Zapata desnudo y con rasgos femeninos, sobre un enorme caballo, han conseguido hacerlo todavía más famoso y que vaya más público a la exposición, como igual ocurrió, lo recuerdo también, en el caso de la película sobre el Padre Amaro, basado en una historia del gran escritor mexicano Vicente linda leñero.
Falta saber todavía el desenlace de este triste episodio que envuelve a la Secretaría de Cultura y el conflicto entre algunas centrales campesinas y familiares del prócer contra movimientos gay pues hasta hoy no han podido conseguir ese diálogo y conciliación entre las partes beligerantes.
Sin embargo, donde no hay duda y en ningún momento caben titubeos es en la defensa de la libertad de expresión, que tampoco admite la violación de derechos de terceros, ni la insensibilidad y torpeza de las instituciones.