La falacia de un sistema de salud nórdico en México
Por: Claudia Anaya Mota
En julio de 2018, la plataforma “Abre los ojos” dio a conocer la propuesta de los candidatos que aspiraban a ganar en las urnas la Presidencia de la República. Ahí, el entonces candidato y hoy titular del Poder Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, hizo el compromiso de aumentar el financiamiento del sector salud en 1% anual del Producto Interno Bruto, garantizar el acceso universal a la salud pública, crear un enfoque preventivo en el Sistema Público de salud, fomentar la participación ciudadana en el diseño de las políticas públicas de este sector, fortalecer el trabajo del gobierno con la industria farmacéutica para garantizar el abasto de medicamentos, porque la salud, afirmaba, es un derecho universal y bajo su batuta, se convertiría en realidad.
Unos meses después, ya como Presidente Electo, fue más allá; aseguró que las familias mexicanas gozarían de un sistema de salud como el de Dinamarca, Suecia o los países nórdicos, donde la atención es de primera y lo lograría dijo, porque su gobierno se haría cargo de todo el sistema de salud, quitándoles esa función a los gobiernos estatales que eran ineficaces en su manejo.
¿Cómo son los sistemas de salud de los países nórdicos? Su principal característica es que todos los ciudadanos y residentes legales sin excepción, tienen acceso gratuito a los servicios de salud, es decir, las consultas, las ambulancias, la hospitalización y las urgencias están completamente cubiertos, al igual que los insumos y los medicamentos, excepto los oftalmológicos y los medicamentos que se adquieren sin receta.
Para lograr este nivel de cobertura, sus ciudadanos pagan sus impuestos e invierten de manera muy significativa en el sector salud. Por ejemplo, Suiza invierte 11.9% de su Producto Interno Bruto y Noruega invierte 9.7%; cabe mencionar que la Organización Panamericana de la Salud (OPS), recomienda que cada país invierta al menos, 6% de su PIB, mientras que en México en 2017 la inversión en salud pública fue del 3.3% y para 2023, la propuesta es de 2.84%, cifra muy alejada de los estándares recomendados por la OPS.
El próximo año, de aprobarse el Proyecto de Presupuesto de Egresos 2023 sin ningún cambio en materia de salud, el Programa de Atención a la Salud y Medicamentos destinados a la población sin seguridad social pasará de 77 mil 572 millones a 81,914 millones de pesos y aunque pareciera una buena noticia, los recursos son insuficientes porque los enfermos de diabetes, hipertensión u otras enfermedades catastróficas, aumentan cada año.
En contraparte, hay dos programas fundamentales que sufrirán un recorte importante: 1) el Programa de Vacunación, a pesar de que registramos una caída en la cobertura para los recién nacidos y niños que están en riesgo de contraer otras enfermedades que no son covid y 2) el Gasto en Medicamentos e Insumos, aun cuando el desabasto de medicamentos es uno de los principales flagelos que preocupan a las familias y que afecta más a las que tienen menos dinero, porque deben solventar este gasto sacrificando parte del presupuesto familiar.
Además, la propuesta del Presidente plantea que el IMSS-Bienestar use el dinero del Fondo de Salud para el Bienestar –el Fonsabi que sustituyó al Fondo de Gastos Catastróficos que operaba el Seguro Popular- lo que implica sustituir recursos para la atención de padecimientos más costosos hacia la atención de primer nivel, que son servicios básicos. Luego entonces, inquieta saber cómo alcanzará el dinero para atender a aquellas personas con una enfermedad crónica degenerativa.
Preocupa y alarma que a cuatro años del gobierno de la cuarta transformación, siga dando tumbos y arriesgando lo más preciado de una nación: la salud y el bienestar de sus ciudadanos.
*Senadora de la República.



