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Por: Jenny González Arenas

Hace veinte años en México, hablar de derechos humanos era un insulto para los constitucionalistas formados bajo la filosofía del garantismo, es más, los que se atrevían a hablar de derechos humanos, me incluyo, éramos considerados herejes del derecho. Ahora, no hay tema en este país del que se hable que no este relacionado con los derechos humanos.

Tal es el caso de la pandemia por la que atravesamos en estos momentos. Todo tiene que ver con derechos humanos. Un tema de salud no es la excepción. La emergencia sanitaria que aqueja al mundo en estos momentos tiene una gran repercusión en los derechos de todas las personas, no solo en lo que al derecho humano a la salud se refiere, sino a muchos otros derechos, casi pudiéramos afirmar que a todos.

Difícil sería tratar de resumir en estas líneas la implicación que tiene la pandemia en cada uno de los derechos humanos; la salida mas sencilla sería referir la lectura a otros documentos que podrán detallar, de mejor manera, la afectación a derechos humanos que puede traer el mal manejo de la pandemia, no solo por parte de las autoridades sino de toda la población en su conjunto, - recordemos que los derechos humanos tienen un enfoque vertical y otro horizontal, por lo que ya no es responsabilidad, exclusivamente, del Estado, ahora también los particulares los pueden violentar -, siendo así, la protección de los derechos humanos en el marco de la estrategia para mitigar el contagio del COVID – 19, es responsabilidad de todos.

Cierto es que corresponde al Estado el diseño e implementación de las acciones necesarios para detener el contagio, pero también es responsabilidad de cada uno de nosotros, desde nuestra trinchera respectiva, el lograr que dichas medidas de implementen con éxito. Un aspecto que no se debe perder de vista es que, tanto en el diseño, como en la implementación de las acciones, es necesario que no se pierda de vista, en ningún momento, el enfoque de derechos humanos.

Es un momento coyuntural, en el que se pone en riesgo no solo la salud, sino la libertad de empleo, el desarrollo cultural, económico, social, académico de las personas, se pone en situación de mayor vulneración a grupos poblacionales que han sido marginados de manera sistemática y se corre el riesgo de que una medida de protección pueda rebasar la delgada línea entre la idoneidad y el capricho de una autoridad, la línea entre la necesidad y el autoritarismo, la división que existe entre la justificación y la imposición.

El riesgo que se corre en un escenario de distanciamiento social no es solo la protección de la salud o la medida preventiva, sino la falta de un ingreso digno para satisfacer las necesidades básicas, la falta de mecanismos que le permitan a una persona acudir a las autoridades a denunciar la violencia intrafamiliar, la posibilidad que, ante la falta de testigos presenciales se incremente la discriminación a las personas mayores, a las personas con discapacidad, a los niños, niñas y adolescentes, a los indígenas y afrodescendientes, migrantes y personas de la comunidad LGTTTBI, entre otras muchas posibilidades.

Las personas privadas de su libertad, el hacinamiento en las cárceles y los centros de detención migratoria, la incomunicación de personas sospechosas o confirmadas con diagnóstico COVID – 19, la protección de datos personales, la transparencia y el acceso a la información de las medidas implementadas por el Estado, la libertad de expresión de las personas, son temas que cada uno por separado pudiera dar para una reflexión en particular. Tarea para la cuarentena.