Mal inicio
Raymundo Moreno Romero
La historia zacatecana no está exenta de calamidades y momentos de quiebre, sin embargo, al menos desde la revolución, difícilmente podremos identificar un inicio de sexenio más convulso que el que vivimos. La crisis que padecemos las y los zacatecanos tiene distintos orígenes y un denominador común: un estilo de gobierno poco asertivo, siempre a la defensiva e incluso irresponsable.
De 1928 a la fecha, el estado ha tenido 53 gobernadores, entre ellos no pocos interinos, y una gobernadora; ha habido quienes, con astucia y genuina cercanía con el poder central, han dejado un legado reconocible y escalado en la política nacional; también hemos tenido aquellos cuyo tránsito se caracterizó por la más absoluta mediocridad. El arranque de una administración se traduce en una suerte de nueva esperanza, una bocanada de aire fresco acompañada por el beneficio de la duda, dicha duda se despejó sorprendentemente rápido en lo que toca al gobierno de David Monreal.
La “nueva gobernanza” se inauguró con tres emergencias simultáneas: una de seguridad, otra financiera y una más de ingobernabilidad, aderezadas por actitudes que podrían calificarse de soberbias y banales. El impago a miles de servidores públicos, que han tenido que cargar con el lastre consecuencia tanto de los errores y abusos del pasado, como de las ingenuidades y omisiones del presente, colapsó a la ciudad capital y recrudeció la recesión económica que mantiene a buena parte de las familias zacatecanas en la desesperación.
La violencia exige mención especial. Zacatecas es nota internacional por las ejecuciones, las extorsiones, las balaceras y el terror, incluso durante inocentes partidos de fútbol infantil. El gobernador acusa de una “herencia maldita” como la causante de todas las penurias, pero no atina en reconocer que sostener al Secretario de Seguridad Pública del quinquenio anterior, con las mismas “estrategias” y yerros, en poco abona a dar mejores resultados.
El hermano menor del senador Monreal logró su objetivo luego de tres intentos, lo hizo a pesar de escándalos relacionados tanto con su patrimonio, como con tocamientos indebidos, que son una forma de violencia de género; recibió las llaves de la finca de Plaza de Armas alegando una personalísima relación con el presidente y un amplio conocimiento de la situación de la entidad, desafortunadamente, a la retórica superficial, la repetición obsesiva de acrónimos (PRIANRD), y la verbena con el que celebró su anhelada victoria, sobrevino la realidad, un estado donde imperan la descomposición social, el desempleo, la quiebra económica y la falta de rumbo. Ojalá que quienes integran la nueva élite de la 4T zacatecana asuman lo evidente, corrijan el camino y tiendan puentes con las voces disidentes, de lo contrario, este accidentado inicio bien podría anticipar un desenlace que no le conviene a nadie.
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