El desabasto de medicamentos, pone en riesgo el bienestar y la salud
Por: Claudia Anaya Mota
La salud es un derecho humano universal y fundamental para el ejercicio de otros derechos humanos. Esto significa que cualquier persona tiene derecho a recibir atención médica y medicamentos que le permitan vivir con dignidad. Lamentablemente, este derecho en lugar de avanzar, retrocede en nuestro país, no solamente por la pandemia, sino principalmente por la desaparición del Seguro Popular y por mala planificación de compras del gobierno.
El desabasto de medicamentos ya se siente de manera generalizada en los tres sistemas de salud: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad Social y Servicios Sociales para Trabajadores del Estado (ISSSTE) y los servicios de salud públicos y es una realidad que cada vez preocupa más no solo por el contexto de la pandemia, sino porque se pone en riesgo la vida y el bienestar de las personas que invariablemente necesitan un medicamento para atender alguna enfermedad crónica.
A dos años de entrada en vigor del Instituto Nacional para el Bienestar (INSABI) que sustituyó al Seguro Popular, hasta hoy, no ha cumplido con su cometido de garantizar el derecho a la salud de manera gratuita y universal, tal como lo comprometieron desde el propio gobierno federal y sus legisladores.
Cuando existía el Seguro Popular, había un catálogo con 500 claves medicinales que por lo menos, se procuraba su abasto y que los pacientes no padecieran de la falta de sus medicinas, aunque hablando con franqueza, algunas de esas claves sí se retrasaban en su entrega, pero nunca al grado del desabasto como sucede hoy día en el nuevo INSABI.
Las quejas ante la falta de fármacos, ya se sienten entre los derechohabientes del ISSSTE y se recrudecen también el IMSS que está teniendo también fallas; particularmente este último, antes faltaba de manera extraordinaria en el suministro de sus tratamientos a los pacientes y hoy, reitero, la deficiencia se siente en todo nuestro sistema de salud y ello se explica por la malograda estrategia de licitación para adquirir las medicinas.
Acorde con un análisis del Instituto Farmacéutico de México (INEFAM) sobre el fallo publicado por el INSABI el 31 de diciembre pasado al mediodía, no se pudieron comprar 129 de las 411 claves convocadas, mientras que otras se declararon desiertas por diversos motivos.
La compra consolidada buscaba comprar el material de curación para el año 2022; en su planeación (que se presentó el 26 de diciembre), contemplaba la emisión del fallo el 29 de diciembre y la firma de los contratos el pasado 13 de enero. Lo primero se pospuso dos días, y no se sabe cuándo se adjudicarán y firmarán los contratos para las claves que quedaron desiertas, las cuales suman un costo estimado de 4 mil 848 millones de pesos.
Esto deja muy claro que el medicamento que tanto necesitan los enfermos, no va a llegar y los que lleguen, no serán los suficientes para cumplir con la cubertura en el plazo proyectado y esto sin duda, provocará malestar no solo en los pacientes, sino en el personal de salud, que en Zacatecas ha iniciado una denuncia pública, donde evidencian que están siendo víctimas de una pesada jornada laboral por el repunte de la pandemia, pero además, también ellos están haciendo visible que no pueden brindar una atención adecuada a la salud porque no tienen materiales de curación necesarios ni tampoco cuentan con medicamentos básicos como antibióticos, tan esenciales para las personas contagiadas por Covid-19.
Es urgente que las autoridades federales sean eficientes y eficaces en la planeación de la adquisición de los medicamentos y que los gobiernos estatales que han dejado en manos de la federación los servicios de salud, se unan a los médicos y pacientes en la exigencia de la cobertura de insumos y medicamentos para hacer valer el derecho a la salud.
*Senadora de la República.



