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Zacatecas en luto

Por Claudia Edith Anaya Mota

He pasado toda mi vida en Zacatecas. Aquí vive mi familia, mis amigos y personas entrañables que han dejado huellas muy importantes mi vida. Recuerdo una infancia feliz, jugábamos en las calles con otras niñas y niños. En mi juventud, luego de las clases hacíamos deporte, trabajábamos y podíamos salir por la noche sin ningún temor. Hoy, ya no es así.

Nuestros jóvenes y nuestras familias están amenazadas por la inseguridad. Aun y cuando hemos vivido ya algunos años con mayor inseguridad, no recuerdo que en Zacatecas hayamos vivido una etapa con tanta zozobra y tristeza. La muerte de Valeria, Alexia, Natalia, Irving y Luis Ángel nos tocó a todos, porque somos hermanos, hijos o padres de alguien a quien amamos y ello nos hace empáticos con el sentimiento de dolor ante su pérdida.

En redes sociales, he puesto mucha atención a las reacciones de la gente, hay enojo y miedo, pero en los jóvenes, hay desesperanza: “A mí no me han asesinado, pero me quitaron las ganas de usar vestido y viajar en transporte público, de salir con mis amigas por temor a no regresar, de caminar sola en la calle y voltear cada 10 pasos para revisar que nadie me siga. No, no me han asesinado, pero no me dejan vivir”.

Este mensaje tan desgarrador y cuyas respuestas son de coincidencia en que esto está pasando en nuestro estado, no es sino producto de lo que ya había dado cuenta el Sistema Nacional de Seguridad Pública en 2021: Zacatecas es el nada honroso primer lugar nacional según la tasa de homicidio doloso por cada cien mil habitantes y es el primer lugar en extorsión del sexo femenino.

Es fundamental que la estrategia de seguridad no sea solo reactiva, es decir, que no se enfoque únicamente en la presencia de un mayor número de elementos, sino que haya más investigación, más inteligencia, que efectivamente se usen los macrodatos, los métodos científicos de investigación y se aproveche la colaboración interinstitucional para realizar diagnósticos más certeros y no esperar a que las tragedias suceden para hacer algo.

Si bien es cierto que Zacatecas tiene una extensión territorial muy amplia y tiene una población dispersa por regiones lo que complica la vigilancia en cada lugar, es momento de aprovechar la vasta experiencia de quienes han dedicado su vida a la protección de las familias en cada municipio para diseñar nuevas formas de vigilancia y prevención, donde el gobierno estatal y municipal establezcan formas de comunicación y producción de datos para convertirlos en información que ayuden a diagnósticos más certeros y a una investigación eficaz que acabe con la impunidad.

Por supuesto que se deben de implementar políticas eficaces para reconstruir el tejido social, rescatando a los infantes que viven en entornos de violencia intrafamiliar, pero al mismo tiempo, es importante rehabilitar a los madres y padres que son también producto de familias disfuncionales, que son el caldo de cultivo que la delincuencia tiene para elegir a sus nuevos elementos.

La apuesta es fortalecer con capacitación y presupuesto las capacidades civiles de investigación y no enfocar toda la esperanza en la militarización, porque no están pacificando el país.

*Senadora de la República.