¿Primero los pobres?
Por: Claudia Anaya Mota
Desde 2015, el Presidente Andrés Manuel López Obrador pregonaba una frase que se convirtió en un slogan de su campaña, para luego convertirse en el eje fundamental de la política social de la actual administración: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
“Primero los pobres” significa esencialmente, en brindar más apoyos a quienes menos tienen, pero en mis recorridos a través de Zacatecas, me he dado cuenta que no hay un cambio sustancial en la vida de las personas más vulnerables y no hablo de una percepción personal, sino de una evidencia objetiva que así lo demuestra.
Si revisamos los datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), del CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación) o de la SHCP (Secretaría de Hacienda y Crédito Público), es evidente que el discurso presidencial de que “el dinero que antes se robaban ahora llega a los de abajo, a los olvidados, a los marginados de nuestro país”, es una falacia; los indicadores revelan lo contrario.
Para medir la pobreza objetivamente, se toman en cuenta indicadores que muestran las carencias sociales como: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la vivienda digna, disponibilidad de servicios públicos y alimentación; todo ello deriva de la inversión en gasto público que destinan los gobiernos nacionales a su población más vulnerable para disminuir esta condición social.
CONEVAL revela que en 2016, el 43.2% de la población vivía en situación de pobreza, en tanto que en 2022, esta cifra aumentó a 43.9% y las personas en situación de pobreza extrema, pasaron de 7.2% en 2016 a 8.5% en 2020, es decir, el discurso del Tercer Informe de Gobierno en el que se aseguró que el 70% de las familias están inscritas cuando menos en un Programa de Bienestar o se beneficia de alguna manera del presupuesto público, no es real o al menos, los beneficios de la política social no están llegando a los que verdaderamente tienen menos.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIGH) 2020 del INEGI, los ingresos de los hogares mexicanos se han mantenido a través de dos fuentes principales: una es el ingreso por trabajo y la otra son las transferencias y particularmente para el 10% de los hogares más pobres (decil I), las transferencias gubernamentales cayeron 32%.
Sobre las privaciones sociales, CONEVAL revela que las familias que padecen una carencia social ha disminuído; en 2016 sumaban el 68.5% y para 2020 hay 67.6%, pero paradójicamente, se ha incrementado el número de familias con al menos tres carencias sociales, pues para 2020 sumaron el 23%, es decir, 3% más en comparación con 2016.
El Gobierno Federal tiene el compromiso y la responsabilidad de mejorar la calidad de vida de todos sus ciudadanos, promoviendo políticas públicas que permitan el desarrollo de todas y todos y particularmente en el combate a la pobreza, de todos es conocido que la educación pública es la llave para romper con el círculo de la marginación y el atraso, pero pese a ello, el gasto público ha disminuido significativamente.
La Secretaría de Hacienda ha informado que el gasto público destinado a la educación, ha sufrido una escalada de disminuciones constantes: en 2018 se invirtieron 264 mil millones de pesos y para 2022, se proyectó un gasto de 240 mil millones de pesos, es decir, 13.8% menos en comparación con 2021 y 24 mil mdp menos que al inicio de este nuevo gobierno.
No hay ninguna duda de que el Gobierno Federal debe impulsar un combate frontal para disminuir el número de personas que sufren y viven en pobreza, pero dicho combate se enfrenta con herramientas efectivas de política social, pero si éstas no se miden y se evalúan con objetividad, no podrá reconocerse que vamos mal y por lo tanto, el presente y el futuro no se podrán mejorar, dejando a nuestros niños y jóvenes sin futuro.
*Senadora de la República.



