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Avances y retos en la eliminación de la violencia contra la mujer

Por: Claudia Anaya Mota

Hoy conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer y es precisamente a partir de esta jornada, que inicia la Campaña “Únete” impulsada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU); consiste en llevar a cabo 16 días de activismo para concientizar sobre la urgencia de poner fin a toda acción que agreda o vulnere a cualquier mujer o niña en el mundo, a través de la solidaridad con las asociaciones u organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres, así como también el apoyo a los movimientos feministas en general, para evitar el retroceso de los derechos de las mujeres.
Desafortunadamente, las mujeres vivimos diferentes tipos de violencia, desde las más sutiles hasta las mortales. Primordialmente, existe la violencia física (golpes), la violencia sexual (acoso, violación conyugal, insinuaciones sexuales no deseadas, acoso callejero o cibernético), la violencia psicológica (gritos, amenazas), la trata y el matrimonio infantil.
Desde 1993, la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de la ONU definió la violencia contra el género femenino como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico contra la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”
Nuestro país no es ajeno a esta terrible realidad. De acuerdo a cifras del INEGI de este año, 70.1 % de las mujeres de 15 an~os y ma´s ha experimentado, al menos, una situacio´n de violencia a lo largo de la vida. La violencia psicolo´gica fue la de mayor prevalencia (51.6 %), seguida de la violencia sexual (49.7 %). En el a´mbito comunitario es donde viven mayor violencia (45.6%), seguido de la relacio´n de pareja (39.9 %).
En el Senado de la República, hemos impulsado algunas legislaciones que tienen como objetivo proteger y potenciar los derechos de las niñas y mujeres de diferentes edades. Así, hemos reformado la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para que se reconozca que la violencia puede llegar a convertirse en violencia feminicida y para proteger a las víctimas, es necesario implementar alertas que tengan como principal objetivo garantizar la seguridad de las mujeres, cesar la violencia en su contra y obligar a los gobiernos en sus tres niveles, a asignar los recursos para cumplir con la legislación; las autoridades que no cumplan con ello, serán sancionados conforme al reglamento vigente.
En el ámbito de la salud, facultamos a la Secretaría del ramo a que dentro de sus estrategias y campañas, establezca la perspectiva de género, enfatizando la igualdad entre hombres y mujeres en diferentes ámbitos, entre ellos, la salud reproductiva.
En los espacios laborales, hicimos una adición a la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres para que todos los trabajadores, sin importar su género, tengan las mismas oportunidades de empoderamiento y desarrollo; para las mujeres con discapacidad que viven mayor discriminación (por su condición de mujer y de discapacidad), hicimos una adición a Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad para que desde la Administración Pública se obligue a diseñar medidas que permitan el avance y desarrollo de todas ellas.
Es importante señalar que en buena medida, todos estos avances se deben a la presencia de las mujeres dentro de la actividad política, nuestra presencia y representatividad ha sido útil para avanzar en nuestra legislación a favor de todas y con perspectiva de género y de esta manera, incidir en los problemas de violencia que viven la gran mayoría de ellas.
No olvidemos resaltar que toda forma de violencia deja secuelas no solo psicológicas, sino también físicas de por vida y todas estas acciones, sin justicia, son un obstáculo para alcanzar sociedades igualitarias, desarrolladas y armónicas.

*Senadora de la República.