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Psicologa Maira Gallegos

APRENDER A SOLTAR

La vida no se mide por lo que tenemos, sino por lo que somos capaces de dar desde un lugar de plenitud.
Carl Jung

Aferrarse a una relación o a una persona puede ser a causa de pensar que es una prueba de amor y de compromiso. La pregunta es ¿qué clase de amor es el que exige que se sacrifique el bienestar, los sueños que se tienen y la propia autenticidad? Para amar a una persona se tiene que empezar por amarse a sí mismo. El amarse y valorarse uno mismo es acto de respeto a la propia existencia y está muy lejos de ser un acto de egoísmo.
Se ha dicho que somos el resultado de las cinco personas más cercanas y con las que convivimos. Ciertamente es que atraemos a las personas que nos hacen la función de espejo. Así pues, cada relación y cada interacción con alguien de la vida es un reflejo del estado interno. Cuando se atraen a personas que no te valoran, el reflejo sería que tú mismo en algún aspecto no te estás valorando y reprimes otro que no encaja con la imagen que se quiere proyectar para ser aceptados. A esto se le llama “la sombra”. No desaparece con solo ignorarla sino todo lo contrario: aparece de formas más fuertes y encuentra formas de manifestarse en las relaciones y las decisiones.
Para poder aceptar la sombra se tiene que ir a revisar las creencias limitantes que te llevan a aceptar menos de lo que mereces. Es común sentir que cuando alguna persona no te valora es tu culpa. Se necesita ver cuáles son las narrativas internas o el dialogo interno, no para castigarnos y flagelarnos por los propios pensamientos, sino para verse, auto observarse.
Cuando no sueltas a personas y situaciones a las que te aferras mandas un mensaje a tu subconsciente de no mereces más. Al liberar el peso de lo que no es para ti, se eleva a una nueva frecuencia de energía.
Jung dice que la vida no se trata de lo que otros esperan de ti, sino de seguir un llamado de tu ser interior. Aunque algunas veces es difícil saber cuál es ese llamado debido a que se han colgado capas de condicionamientos sociales, expectativas de los demás y el miedo de no ser suficiente. Muchas veces se genera un miedo irracional cuando se piensa en abandonar y liberarse, pero es la mente intentando mantenerse en una zona de comodidad, aunque la zona no sea buena para sí mismo.
Cada experiencia que se tiene, por más dolorosa que sea, es una oportunidad para auto conocerse mejor. Bajo esta perspectiva “soltar” no significa una perdida, sino una transformación.
Las relaciones y situaciones que no te sirven están cargadas de dinámicas inconscientes. Es común sentirse atraído a personas y situaciones que reflejan los aspectos de la sombra. Un ejemplo; si en el interior se siente que no eres digno de ser amado, se atraerán a personas que confirmen esa creencia. Pero no es una coincidencia; es una invitación del inconsciente a sanar esa herida. Cuando decides romper con eso a lo que te aferras, te abres también a conexiones más significativas y sanas.
Soltar requiere de valentía para aceptar y decidir que eso ya no es para tí. En el acto se está recuperando la valía y el auto respeto. Jung mencionaba que la mayor tragedia de la vida es vivir en desconexión con la esencia y esto ocurre gracias a que se priorizan las necesidades de otros por encima de las propias.
El valor de uno mismo no depende de la validación de los demás. Hay que enfrentar las emociones que se puedan sentir al momento de soltar y liberar. Al no reprimir integras aspectos que antes se ignoraban. Por consecuencia te llevará a un estado de mayor plenitud y autenticidad. Jung lo llamaba “proceso de individuación”. Cuando eliges priorizarte empiezas a atraer otro tipo de personas y situaciones que corresponden a tu nuevo nivel de conciencia, gracias a la integración de la sombra, soltar lo que no sirve y abrir espacio para lo que sí.
Como bien lo dice Jung, el verdadero propósito de la vida no es la felicidad superficial, sino la plenitud, que solo se alcanza cuando se logra conectar consigo mismo, cuando se abrazan las fortalezas, pero también las debilidades y cuando se les permite a las experiencias (incluso dolorosas) dejar un aprendizaje para transformarnos. Es la sincronía y el reflejo externo de un cambio interno.