Psicóloga Maira Gallegos
GENERACIONES DE HISTORIAS COMPARTIDAS
Tengo la sensación poderosa de que me encuentro sometido a la influencia de cosas, o de cuestiones que quedaron incompletas y sin que les dieran respuestas mis padres, mis abuelos y otros antepasados míos más lejanos.
Carl Jung.
La vida de cada individuo ha sido precursora en la historia familiar que comenzó mucho antes de la concepción. Hay una forma biológica temprana que inicia generaciones atrás. Por ejemplo, cuando la abuela estaba embarazada de cinco meses de la madre de una persona, ya estaba presente en los ovarios de esa madre la célula precursora del óvulo del que se desarrollo dicha persona. Significa que antes de nacer, la persona ya estaba en el cuerpo de la madre. Entonces, existen tres generaciones compartidas en un entorno biológico. En los manuales de embriología lo anterior aparece desde hace más de un siglo. Este mismo proceso se remonta a la concepción de manera similar por la línea paterna, con las células precursoras del espermatozoo del que se originó el desarrollo de una persona, donde ya estaba presente en el padre cuando éste era un feto en el vientre de su madre.
De esa manera se explica la herencia no solo genética sino también emocional. Se puede heredar el estrés a través de la transmisión de los residuos biológicos de los traumas que vivió una abuela y que es una consecuencia de amplio alcance hasta la descendencia de sus nietos.
Existen diferencias biológicas significativas entre la evolución del óvulo y la de los espermatozoides. estos últimos se siguen multiplicando desde la pubertad del individuo; mientras, en una mujer ya se cuenta con la provisión de óvulos para toda vida. Desde el momento que esos óvulos quedaron formados en el vientre de una abuela, esas células dejaron de dividirse. Entre doce y cuarenta años más tarde uno de esos óvulos fertilizado por un espermatozoide termina por desarrollarse hasta llegar a ser quien se es ahora.
Las células de ambos tipos, las precursoras de óvulos y espermatozoides, pueden quedar marcadas por los hechos traumáticos con la posibilidad de afectar a las generaciones sucesivas. Los espermatozoides al seguir desarrollándose durante la adolescencia y la vida adulta, son susceptibles a marcas traumáticas hasta casi el momento mismo de la fecundación.
Lo anterior significa que el plano genético es el punto de partida para comenzar a moldear emocional, psicológica y biológicamente a un individuo desde el momento de su concepción. Este proceso de moldeado continúa a lo largo de la vida. Los pensamientos, creencias, y emociones, positivos y negativos pueden afectar en ADN. Las emociones de una madre, como el miedo, la ira, el amor, y la esperanza, entre otras pueden alterar bioquímicamente la expresión genética de sus hijos. Además de los nutrientes que transmite la madre al feto, también hay una gran variedad de hormonas y señales, de información generada por las emociones que siente. Toda esta química activa las proteínas receptoras de las células y configuran los cambios fisiológicos, metabólicos y de conducta, en el cuerpo de la madre y en el del feto.
Según Lipton, las hormonas del estrés atraviesan la placenta humana y hacen que los vasos sanguíneos del feto se constriñan en las vísceras para liberar en él una respuesta conductual de lucha o huida. En una madre embarazada se pueden determinar los niveles de estrés que transmite al hijo. El nuevo ser expuesto a niveles elevados de cortisol en el útero materno puede manifestar la falta de desarrollo cognitivo a los diecisiete meses de su nacimiento. Las madres sometidas a estrés constante y extremo tienen mayores probabilidades de tener niños prematuros, de peso inferior a la media, hiperactivos, irritables, y con tendencia a cólicos infantiles.
Los padres que no querían tener un hijo, los preocupados constantemente por sus posibilidades de supervivencia y por la de sus hijos, las mujeres que sufren malos tratos físicos y emocionales durante el embarazo: en todas estas situaciones se transmiten al hijo las indicaciones de un entorno adverso que rodean su nacimiento.
El estrés puede producir cambios en el ADN en un entorno compartido. Así es como se afectan los genes desde los traumas en una historia familiar.