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Dr. Pablo Quezada*

Las relaciones entre México y los Estados Unidos

Las relaciones entre México y los Estados Unidos han estado marcadas históricamente por una compleja mezcla de cooperación, conflicto, dependencia económica y tensiones políticas. Esta relación, aunque fundamental para ambos países, ha sido difícil en múltiples momentos debido a factores como las diferencias históricas, los desequilibrios de poder, los intereses geopolíticos y económicos, y los desafíos sociales y culturales compartidos.

1.
Raíces históricas del conflicto
Desde el siglo XIX, las relaciones entre México y Estados Unidos han sido tensas. Uno de los momentos más críticos fue la Guerra México-Estadounidense (1846-1848), que concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo. Este tratado obligó a México a ceder más de la mitad de su territorio (actuales California, Nevada, Utah, Nuevo México, Arizona y partes de otros estados) a cambio de una compensación económica. Este evento dejó una profunda herida histórica y un sentimiento de injusticia que aún resuena en el imaginario colectivo mexicano.

2.
Imperialismo y desconfianza
Durante el siglo XX, los Estados Unidos intervinieron frecuentemente en los asuntos internos de América Latina, y México no fue la excepción. Hubo episodios como la ocupación de Veracruz en 1914 y el incidente con Pancho Villa en 1916, cuando tropas estadounidenses ingresaron a territorio mexicano en una expedición punitiva. Estas acciones alimentaron la desconfianza y la percepción del intervencionismo estadounidense como una amenaza constante a la soberanía mexicana.

3.
Relaciones económicas asimétricas
A partir del siglo XX, las relaciones entre ambos países comenzaron a estar marcadas también por una creciente interdependencia económica, pero siempre dentro de un contexto desigual. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado en 1994 entre México, Estados Unidos y Canadá, consolidó esta relación. México se convirtió en un importante socio comercial de EE. UU., pero también en un proveedor de mano de obra barata y un destino para la deslocalización industrial.

Aunque el TLCAN trajo beneficios económicos, también profundizó las asimetrías estructurales, provocando tensiones en sectores agrícolas y laborales mexicanos que no pudieron competir con las empresas estadounidenses subsidiadas. Esto alimentó la crítica sobre el papel de México como “socio menor” en una relación que beneficia principalmente al norte.

4.
Migración y fronteras: un tema persistente
Uno de los temas más sensibles es la migración. Millones de mexicanos han emigrado a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, impulsados por la pobreza, la violencia y la falta de empleo. Esta migración ha sido un pilar para ambas economías: los migrantes mexicanos contribuyen significativamente a la economía estadounidense, y las remesas que envían a México son vitales para muchas comunidades.

Sin embargo, el tema ha sido objeto de politización constante en Estados Unidos. Discursos antiinmigrantes, políticas de deportación masiva, la construcción del muro fronterizo y la militarización de la frontera han generado fricciones. Durante la administración de Donald Trump, estas tensiones alcanzaron un punto crítico, con amenazas arancelarias, retórica racista y la implementación de medidas como el programa “Quédate en México”, que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar del lado mexicano.

5.
Narcotráfico y seguridad compartida
Otro punto conflictivo ha sido el combate al narcotráfico y al crimen organizado. Desde principios del siglo XXI, la llamada “guerra contra el narco” ha implicado una estrecha colaboración entre ambos países, especialmente con iniciativas como la Iniciativa Mérida, por la cual Estados Unidos proporcionó apoyo técnico y financiero a México para combatir los cárteles.

Sin embargo, esta colaboración ha estado plagada de tensiones: México ha denunciado la falta de control estadounidense sobre el tráfico de armas hacia el sur, mientras que Estados Unidos ha criticado la corrupción y la impunidad en México. A esto se suman escándalos como el caso del exsecretario de Defensa, Salvador Cienfuegos, detenido por la DEA en 2020 y luego liberado por presiones diplomáticas.

6.
Relaciones diplomáticas en constante ajuste
En los últimos años, las relaciones bilaterales han pasado por altibajos. La llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia de México trajo una política exterior más centrada en la no intervención, pero también en una actitud pragmática frente a Washington. Aunque hubo tensiones con Trump, AMLO logró mantener una relación funcional basada en el comercio y el control migratorio.

Con la administración de Joe Biden, se han retomado temas como el cambio climático, los derechos humanos y la cooperación regional. Sin embargo, persisten desacuerdos en temas como la política energética de México, considerada proteccionista por EE. UU., y las diferencias en materia de democracia y libertades.

La relación entre México y Estados Unidos es una de las más complejas del mundo: está marcada por la geografía, la historia y la economía, pero también por el resentimiento, la dependencia y la desigualdad. Aunque ambos países han aprendido a convivir y cooperar en muchas áreas, las relaciones difíciles siguen siendo una constante. Superar estas tensiones requiere un esfuerzo mutuo por construir una relación más equitativa, basada en el respeto, la soberanía y los intereses compartidos.

Dr. en Educación