URGENCIA DE APROBAR UNA LEY DE CONVENCIAS PARENTALES
Por: Isadora Santivañez Rios
Cada niña y cada niño tiene un nombre, una historia, un presente lleno de preguntas y un futuro que aún no se escribe. Nacen en hogares diversos, en realidades distintas, pero todas y todos comparten un mismo derecho irrenunciable: ser amados, cuidados, protegidos y escuchados. Este derecho no debe depender de las circunstancias familiares, económicas o sociales en que se encuentren, ni mucho menos de las decisiones o conflictos de las personas adultas que los rodean.
En Zacatecas, como en todo México, la realidad nos interpela: madres solas, padres ausentes, infancias marcadas por la violencia, niñas y niños utilizados como instrumentos de venganza entre adultos, crianzas delegadas a pantallas, escuelas saturadas o familiares distantes. Frente a ello, el Estado no puede permanecer en la pasividad. Es necesario actualizar el marco jurídico familiar con una mirada sensible, interdisciplinaria y profundamente humana.
La patria potestad, tal como la conocimos por generaciones, responde a un modelo patriarcal, jerárquico y adultocéntrico, en el que los hijos e hijas eran considerados “dependientes” y no sujetos de derechos. Esta figura (vigente desde el siglo XIX) se ha centrado en los derechos de los progenitores más que en los deberes, y aún arrastra prácticas nocivas como la imposición autoritaria, la negación del consentimiento de los menores, y la invisibilización de sus emociones y necesidades.
Frente a este paradigma en decadencia, surge con fuerza la noción de responsabilidad parental: una construcción moderna que redefine las relaciones familiares bajo los principios de afectividad, participación, equidad de género, interés superior del menor, y autonomía progresiva.
La responsabilidad parental, más que un conjunto de facultades, es un régimen de deberes correlativos a los derechos de niñas, niños y adolescentes. Implica no solo mantenerlos económicamente, sino guiarlos con amor, escucharlos con atención, educarlos con respeto, protegerlos de todo daño y favorecer su máximo desarrollo físico, emocional, intelectual, social y espiritual.
Es necesario que se establezca una Ley de Responsabilidades Parentales que cuente con reglas claras respecto a las obligaciones de los padres ante sus hijos, que cuide emocional y psicológicamente a las infancias. En la que se reconozca de manera formal la denominada responsabilidad parental, así como un plan de parentalidad que proteja el bien superior del menor para evitar leyes retrógradas, anticuadas y sin sustento en un contexto real y actualizado.
Las niñas y los niños deben ser una prioridad y legislar con perspectiva de infancia es, ante todo, un acto de justicia generacional. Es un llamado para que madres, padres y cuidadores comprendan que su rol va más allá del sustento material: implica presencia, ternura, diálogo, escucha activa, límites saludables y acompañamiento emocional.
Las infancias forman parte de uno de los sectores mas vulnerables de la población y no cuentan con las representaciones democráticas que defiendan sus causas de manera clara y objetiva, por lo que toca alzar la voz para protegerlos, defenderlos y garantizar que vivan una vida libre de violencia. La niñez nos necesita, no les demos la espalda.
Diputada Local