LA POLITIZACIÓN DE LA JUSTICIA
Por: Arturo Nahle García
Durante décadas, la academia y la mayor parte del foro jurídico, propugnaron por dotar de autonomía al Ministerio Público, y es que las Procuradurías de Justicia eran dependencias del Ejecutivo, dependían de él, el Presidente de la República designaba directamente al Procurador de la República y los Gobernadores de los Estados hacían lo propio.
El argumento central para dotar de autonomía a las Procuradurías, hoy Fiscalías, era que la justicia no debía politizarse, que no fueran los titulares de los Poderes Ejecutivos quienes decidieran a quién si se le aplicaba la ley y a quien no, que no se usara a la institución del Ministerio Público para proteger a los amigos o como garrote para aporrear a los adversarios.
Ese viejo sueño aparentemente se hizo realidad con Peña Nieto el 29 de enero del 2016, ese día se publicó la reforma al artículo 102 constitucional que dotó de autonomía, personalidad jurídica y patrimonio propio a la Fiscalía General de la República (hasta entonces PGR). Desde entonces el titular de ese importantísimo órgano ya no lo designa directamente el Presidente, el Senado integra una lista de diez candidatos, la envía al Ejecutivo, éste escoge a tres y finalmente el Senado designa a uno de esa terna con mayoría calificada; el ungido dura en su encargo nueve años.
En Zacatecas se hizo lo propio con Alejandro Tello el 22 de marzo del 2017 y así en todo el país, solo que aquí la lista que integra la legislatura es sólo de cinco candidatos y el Fiscal dura siete años.
Con la experiencia acumulada en estos últimos años cabe hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué tan autónomas son las Fiscalías? Y si lo son ¿Que tan buena o mala ha sido dicha autonomía? ¿De verdad la justicia ya no se politiza? ¿o será que ahora la política se judicializa?
Estas preguntas obligadamente surgen a raíz de la sorpresiva aprehensión del Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas en pleno proceso para elegir a su sucesor, y de una investigación penal que se sigue en contra de una candidata a la Rectoría que por si fuera poco es la líder del Sindicato de Maestros Universitarios.
No son pocos los que aseguran que ambos casos tienen que ver con el proceso electoral interno de la UAZ y que por lo tanto “alguien” está usando a la Fiscalía para influir en dicho proceso.
Pero vayamos de nuevo a las preguntas:
1. ¿Qué tan autónomas son las Fiscalías?
Yo creo que no tanto, y menos ahora que la Presidenta de la República y la mayoría de las Gobernadoras y Gobernadores del país tienen mayorías aplastantes en los Congresos. Es relativamente sencillo designar Fiscales al gusto, conveniencia o contentillo del titular del Poder Ejecutivo.
2. ¿Qué tan buena o que tan mala ha sido la supuesta autonomía de las Fiscalías?
Pues donde la hay, si es que la hay, seguramente dicha autonomía es positiva; pero donde no hay tal autonomía, donde el Fiscal en los hechos es un empleado más del Ejecutivo, la autonomía es una falacia, un sofisma que ha servido para maldita la cosa.
3. ¿De verdad la justicia ya no se politiza?
Por supuesto que se politiza y ejemplos hay muchos, a los aliados se les protege archivando las denuncias en su contra, los casos más recientes son los de Cuauhtémoc Blanco y el Gobernador de Sinaloa; en cambio a los adversarios, a los críticos, a esos se les magnifican sus actos o hasta se les inventan delitos para que “le midan el agua a los camotes”.
4. ¿Y la política ya no se judicializa?
Claro que sí, no son pocas las investigaciones ministeriales y los procesos jurisdiccionales que tienen un trasfondo eminentemente político, que no es justicia lo que se busca sino simplemente una vendetta política.
Un Fiscal verdaderamente autónomo es aquel que no se presta ni a una ni a otra cosa, o sea que no se presta ni a politizar la justicia, ni a judicializar la política.
Yo espero que el Fiscal de Zacatecas, a raíz de su aparición en el marco del proceso interno de nuestra Universidad, no actúe bajo consignas o presiones políticas de nadie, de absolutamente nadie, por muy poderoso que sea; esa es la autonomía del Ministerio Público que durante décadas soñamos los mexicanos, sobre todo los universitarios.