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Psicóloga Maira Gallegos

AGRESIÓN Y VIOLENCIA DE LOS HOMBRES.

Toda violencia es el resultado de personas engañándose para creer que su dolor es provocado por otra gente, pensando por tanto que merecen ser castigadas.
Marshall Rosenberg.

A balazos nunca han podido matar a una idea.
Alejandro Jodorowsky.

Estas conductas se presentan de manera diferente en el hombre y en la mujer. Esta última es más proclive a expresar las emociones de manera directa y sin rodeos. Los hombres ocultan más las emociones porque en realidad pueden estar escondiendo otros sentimientos como la tristeza, el miedo, la desilusión, la culpa, la vulnerabilidad, depresión, vergüenza, entre otras. La furia y el coraje pueden ser ciegos, crueles, terribles y enfadadas. Atrás de la furia y el coraje esta escondida la tristeza.
El fenómeno que se presenta en las mayorías de las cárceles del mundo es la alta población de internos hombres con respecto a las mujeres. Puede llegar a ser una proporción de 4 a 1. Esta falta de paridad entre unos y otros puede ser explicada por problemas de género y educación. Es necesario distinguir la agresividad respecto a la violencia. La primera es energía al logro de objetivos y necesaria para ello. Esta se presenta en el ámbito de las ventas y negocios. Pero la agresividad puede desviarse hacia la violencia.
La neurobiología de la agresión y la violencia es de interés para la psicología jurídica, ya que buena parte de la conducta delictiva tiene componentes violentos. Existe la agresión impulsiva y la instrumental. En la revisión de ambas destacan: a) las estructuras subcorticales como el hipotálamo/ tronco del encéfalo, donde se genera la conducta agresiva y la amígdala, que está implicada en los procesos de estímulos emocionalmente destacados; b) y estructuras corticales como la corteza prefrontal, que parecen ser hipofuncionales en los sujetos violentos. También se revisan estudios sobre el papel y segregación del neurotransmisor serotonina en esta manifestación de comportamiento agresivo. Aunque son dos conceptos que están estrechamente relacionados no son idénticos. La agresión se define como una conducta con la intención de dañar con origen de una pulsión de supervivencia (en sentido estrictamente biológico), mientras que la violencia implica un daño real, ya sea físico o psicológico.
Existen diferentes tipos de violencia hacia la mujer: golpes y maltrato (física), insultos y devaloración (verbal), chantajes, no correspondencia afectiva y distanciamiento (afectiva), acoso, abuso y violación (sexual). También existe la violencia económica y la de género, que se realiza por creer que ser hombre significa ser superior a la mujer.
La violencia del hombre es multidireccional: contra la mujer, contra los hombres y contra sí mismo. Esta se muestra a través de una actitud culposa.
La recurrencia de hombres jóvenes que mueren de infarto se debe en gran parte a reafirmar ideas rígidas de éxito-fracaso, de aguantarse, de querer ser fuertes, de no claudicar, de ser muy hombre.
De lo anterior, en cambio, los hombres que aprenden y saben gestionar emociones que llevan a conductas como la violencia o el coraje aumentan los avances personales y colectivos; tienen un clima de convivencia y seguridad para eliminar el miedo y el desgaste, liberar energía, y superar relaciones opresivas. La confianza en si mismo de los hombres surge de la no violencia. Hay una ética con una dimensión central cultural, el sentido común de las tradiciones creencias y valores.
En la cultura latinoamericana se identifican las bases machistas que enseña erróneamente que la violencia del hombre es natural, producto de la ofuscación y por culpa de las mujeres.
El machismo es una manera de legitimar la violencia porque asocia la identidad masculina y el ejercicio de la fuerza como un valor positivo que engrandece al hombre. Las sociedades donde se educan a los hombres para la valentía y la agresividad tienen sus bases en las guerras. Es una respuesta a un echo cultural universal donde el hombre debe ser valiente y arrojado y la mujer encargada de cuidarlo. Esta demostrado que la voluntad o poder de decisión es un ingrediente de la violencia. Además, se experimenta que se puede ser muy hombre sin ser violento y que el secreto esta en separar la masculinidad de la violencia.
El hombre necesita aprender a superar sus dolores emocionales; esto se logra al saber qué es lo que lo hiere, porqué y cómo puede utilizar su propia energía para sanarse. Es la regulación ecológica: reconocer los recursos propios para la supervivencia y ponerlos en práctica.
El espacio físico personal de la mujer es el más problemático para el hombre. Este tiene un pensamiento dicotómico en el que se considera que tiene derecho para hacer lo que quiere con su propio cuerpo y también con el de ella. En este sentido, el hombre piensa que la mujer no tiene derechos, ya que, ve el cuerpo de la mujer como un medio por el cual recibe servicios y satisfacción.
Al hombre le cuesta trabajo aceptar poner en práctica la igualdad, debido a los cambios radicales internos y externos que tienen que ver con sus propias emociones.
Socialmente se asocia el coraje como algo masculino y por eso puede considerarse normal que el hombre se enoje. Él puede sentir tristeza y otros sentimientos que se esconden en el coraje o violencia.