Psicóloga Maira Gallegos
PATERNIDAD Y DÍA DEL PADRE
La paternidad no es algo perfecto y terminado desde el principio, sino que se construye todos los días con amor paciencia.
Anónimo.
La figura del padre es y ha sido un eje fundamental en la familia. A lo largo de la historia la concepción de la paternidad se concibe de formas diferentes. Los griegos veían al hombre como único causante de la estirpe, y la mujer era solo un medio para garantizar un heredero. En Roma sucedía algo similar: las leyes que dictaba el progenitor tenían poder paternal absoluto (patria potestas) sobre todo en quien, habitaba bajo su domus, es decir, su mujer, sus hijos y sus esclavos.
La evolución del concepto de paternidad llego hasta el siglo XX. Actualmente el padre ya no es un amo o un simple proveedor para la familia. Fueron las mismas mujeres las que se dieron cuenta de las necesidades en la figura de los padres y hombres que fueron ellas quienes han propuesto que se reconozca un día al año para rendir homenaje a los padres de mundo.
En diversos países, esta celebración se realiza en días y meses diferentes. Por ejemplo, en España lo hacen el 19 de marzo, al igual que Italia y Portugal. Esto debido a la coincidencia con el día de San José, quien fue padre putativo de Jesucristo. La declaración oficial en España fue gracias a una protagonista mujer: la profesora Manuela Vicente Ferrero. Los padres de sus alumnos reclamaron que solo a las madres se les preparaban regalos y festividades, así que ellos también merecían reconocimiento. La profesora respondió instaurando en el Colegio un día para festejar y honrarlos. Considerando a San José como un padre ejemplar eligió ese día, decisión que facilitó en medio de la dictadura católica, expandir y difundir en medios de comunicación y tomarse en el ámbito nacional.
En Estados Unidos, México, Colombia, Argentina, Venezuela, Chile, Reino Unido, entre otros, se celebra el tercer domingo de junio. En Líbano, Egipto, Jordania y otros se celebra el primer día de verano. El segundo domingo de noviembre en Estonia, Suecia, Finlandia y Noruega.
El propósito es el mismo en los diferentes países: recordar, reconocer y honrar la paternidad en sus diversas formas y culturas.
El historiador Lawrence R. Samuel explica en su libro American Fetherhood: A Cultural History como los hombres rechazaron al principio la idea de crear un día para ellos ya que percibían este tipo de celebración como una expresión femenina y débil. “Se burlaron de los intentos sentimentales de la fiesta de domesticar la hombría con flores y regalos”.
En 1908 ocurrió un accidente en una mina en la que muchos trabajadores perdieron la vida. Fue un suceso trágico de los más grandes de la historia de Estados Unidos. Muchos de ellos eran padres de familia. Grece Golden Clayton, hija de un ministro, se solidarizó con las víctimas y propuso establecer el 5 de julio como un día para homenajear a los padres fallecidos y a todos los demás del país. Pero no logró tener éxito. Un año más tarde, Sonora Smart Dood, quien sentía una gran admiración por su padre que había sido veterano de guerra y quien había criado a 6 hijos solo, logró convencer a la Asociación Ministerial de su ciudad y a la YMCA para reservar un domingo de junio para los padres. Tres años más tarde, el proyecto de Ley para formalizar el día del padre fue presentado por el presidente Woodrow Wilson. Otra vez no fue aprobado. También lo intentó Lyndon Johnson, pero fue en 1972 cuando Richard Nixon aprobó una Ley en el Congreso que convirtió el día del padre en festivo nacional.
Luego, por motivos comerciales, los países iberoamericanos (a excepción de Uruguay, Bolivia, y República Dominicana) adoptaron la fecha norteamericana y se celebra el tercer domingo de junio.
Los cambios sociales en la estructura familiar han dado pauta a cuestionar y modificar las conductas y labores de la función del padre. Ésta era la columna de la unidad familiar. Actualmente la búsqueda de roles que se asemejen o sean justos para hombres y mujeres provoca dificultades y conflictos en la pareja y por consecuencia en el núcleo familiar. Esta ruptura demanda un tipo de soluciones donde las relaciones entre los padres varones y los hijos queda cuestionada y se someten a procesos de readaptación: madres solteras, padres que ven a los hijos solo fines de semana o por las vacaciones, padres ausentes, entre otros.
Interiorizar la paternidad supone para los hombres un proceso complejo, ya que implica un cambio de valores que tiene que ver con la identidad y aspectos de masculinidad que históricamente y culturalmente se había adoptado. Muchos padres se conciben a sí mismos como modelos de transición que tienen como paradigma aprendido uno más antiguo. Para ellos no ha llegado el logro total, ya que se debe progresar para alejarse del tipo de padre antiguo, un estereotipo ya rechazado. Aunque se incluye un desconcierto y confusión al no tener claro un modelo de padre perfecto que no despierte desconfianza, crítica, recelos en sus parejas, que cumpla con las exigencias de la sociedad moderna, que demande un reparto de responsabilidades, que descargue las tareas a las madres, que pueda cuidar y hacer visibles sus debilidades y sentimientos sin que esto choque con el lado más arcaico, arraigado y residual de su masculinidad. Este logro supone a la vez renunciar a privilegios y aspiraciones profesionales y laborales, que equilibren tanto los beneficios como las penalizaciones de la paternidad con las de la maternidad. En este sentido, los hombres padres se enfrentan a una crisis de paternidad, producto de las exigencias de las sociedades “desarrolladas”.
El sentido de la paternidad para los hombres no responde a un modelo único, ni siquiera se puede hablar de modelo en sentido que hace referencia de algo que se puede alcanzar, una forma de ser o comportarse ante la llegada de un hijo. Los avances y las tendencias sociales ejercen influencia para aceptar o desechar conductas hacia los hijos, ya que entre las parejas y familias se considera lo que se percibe como arcaico o progresista. Lo que verdaderamente ha ejercido esta influencia y crisis en lo masculino ha sido el cambio de las mujeres.
Finalmente, para los hombres, el hecho de tener un hijo supone un fuerte impacto en la identidad: un antes y un después no solo en su vida, sino en su forma de sentirse como personas.