Psicóloga Maira Gallegos
SUFRIMIENTO Y SU CICLO
No todas las personas que padecen dolor sufren, ni todas las que sufren padecen dolor.
Cassell.
En la época primitiva, cuando nuestros ancestros detectaban una amenaza en el entorno que mayormente era hostil, se desencadenaba una respuesta de enfrentamiento, evasión o huida, y/o parálisis. Seguramente se ha escuchado sobre el cerebro “primitivo” y sus formas de reaccionar. Tiene relación con lo anterior. Actualmente las amenazas a las que se somete el humano son en gran medida para el bienestar psicológico. En el mundo moderno la mayoría de los acontecimientos que suceden son amenazas contra el ego. Por lo que es frecuente que ningún mecanismo de defensa a nivel físico u orgánico nos proteja. Como existe esta ausencia, nuestro cerebro remplaza reavivando constantemente la amenaza no resuelta, pensando y repensando una y otra vez las situaciones. Desencadena una corriente de pensamientos incesantes.
En toda situación se tiene expectativa. El bucle de la repetición de pensamientos sobre el hecho se compara una y otra vez con la expectativa y resulta muchas veces desfavorable. No se es capaz de actuar ya que no es real, existe solo en el pensamiento y resulta en sufrimiento. El ciclo se presenta de la siguiente manera: pensamiento, inacción, sufrimiento.
El sufrimiento según Cassell se define como un “estado de malestar inducido por la amenaza de la pérdida de la integridad o desintegración de la persona, con independencia de su causa”. Por lo tanto, lo anterior es más amplio que solo el dolor físico y espiritual. El hombre puede sufrir por muchas causas, entre ellas el dolor físico o síntomas orgánicos, pero no siempre esta causa será determinante. Puede decirse que el dolor es “una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a lesiones tisulares reales o probables, o descrita en función a tales daños”. Es importante que se aprenda a distinguir entre dolor y sufrimiento, separar uno de otro. El dolor solo es una señal del cuerpo, como reacción de lo físico y emocional, mientras que el sufrimiento tiene su origen en los conflictos personales y sociales, en un nivel subjetivo.
Según Cassell las personas que padecen dolor presentan sufrimiento cuando el origen del dolor es desconocido, cuando creen que no puede ser aliviado, cuando su significado es funesto, triste, desgraciado, cuando lo perciben como una amenaza. Es decir, cuando se teme la prolongación o intensificación en el futuro sin posibilidad de controlarlo. Por ejemplo, una mujer que da a luz tiene dolor, pero no sufre si cree que está alcanzando su objetivo. En cambio, una persona que pierde a un ser querido o esta convencida de que ha ofendido gravemente a Dios, no padece daño biológico, pero puede sufrir intensamente. Es pues, una diferencia fundamental.
El cerebro es un órgano dentro de la categoría controlable, ya que se puede ejercer un control parcial sobre él. Se le puede ordenar qué pensar, cómo pensar, incluso que deje de pensar, a diferencia del corazón, que es un órgano autónomo y no se le puede ordenar dejar de latir. El sufrimiento se deriva a causa de una serie de pensamientos que no se controlan y que prolongan el malestar.
Chapman y Gravin mencionan que el sufrimiento es “un estado afectivo, cognitivo y negativo complejo caracterizado por la sensación que experimenta la persona de encontrarse amenazada y por el agotamiento de los recursos personales y psicosociales que le permitían afrontarla”. Basándose en lo anterior una persona sufre cuando: a) experimenta un daño físico o psicosocial que valora como importante o teme que suceda algo que percibe como amenaza para su existencia o integridad psicosocial y/u orgánica; y b) al mismo tiempo se cree que se carece de recursos para afrontarlo.
Hay que recordar que la sensación de amenaza y el sentimiento de impotencia son subjetivos. Por lo tanto, el afrontamiento ante cualquier situación también lo es y será.
Finalmente, el sufrimiento es universal, cualquiera lo ha padecido, pero también es evitable. Es consecuencia de una valoración personal subjetiva de que algo amenaza la integridad, algo que se considera vital para la existencia; pueden ser experiencias muy diferentes e innumerables para cada individuo y en cada momento de la vida. Es importante evaluar el tiempo subjetivo en comparación con el tiempo cronológico, ya que es un indicador indirecto de la existencia del sufrimiento subyacente. Controlar el dolor físico también es importante pero no significa que se elimine el sufrimiento.
Se puede paliar un dolor con un analgésico, pero aliviar el sufrimiento depende de la percepción de la persona, la disminución en valor a la intensidad o inmediatez del estímulo, estado o situación que en cada momento considere amenazadora para él o ella.
Una técnica para comenzar a parar el diálogo que genera el sufrimiento, mayormente en función de lo que aún no ocurre, es observar los pensamientos. El pensamiento no define a la persona. Estos van y vienen. Observar los pensamientos que se generan en la mente y solo hay que dejar ir. Cuantas veces más se práctique más fácil se realizará con el tiempo. No hay que juzgar los pensamientos, solo identificarlos y detenerse a observar.
Cuando se logre hacer lo anterior, es conveniente detectar el sentimiento o emoción que se vincula con el pensamiento identificado. Admitir la emoción que se desencadena gracias a ese pensamiento. Dejarla estar e intentar comprenderla. Preguntarse ¿cómo se relacionan esas emociones intensas con este pensamiento? Observar el drama y las razones. Después intentar sustituir ese pensamiento.
Cuando un pensamiento se erradica y no se trae otro a la mente, el cerebro tiende a sustituir por otro del mismo espectro. No da lugar a vacíos. Por ello aparece un ciclo interminable de pensamientos negativos, uno tras otro, dándole paso al sufrimiento. Los pensamientos más profundos tienen lugar en el inconsciente. La mente consciente trabaja con el lenguaje y las palabras. El inconsciente se desarrolló mucho antes que la parte consciente y las palabras. Por ello, lo más importante para él son las sensaciones, las emociones, y las imágenes visuales. El cerebro inconsciente no procesa una negativa, por ejemplo “nada de sufrimiento”. La mente inconsciente tomara solo el concepto que se quiere negar, no la negativa; sufrimiento. En lugar de negar hay que sustituir por uno opuesto. No se puede pensar en el “no sufrimiento”, sino en “la felicidad”. Así que al final de la técnica, sustituye el pensamiento por uno que te haga feliz, o al menos que te haga sentir mejor.