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Lo que nos sostiene cuando no entendemos
Dra. Verónica Arredondo
Al día de hoy, no sé si el mundo me parece un lugar más seguro, o, lúgubre. Sé que la mayoría, en lo cotidiano, intentamos poner nuestro granito arena para vivir mejor, para evolucionar, para avanzar. Pero sucede que a veces ocurren cosas, grandes problemas, que tienen la pinta de la desolación. Se presentan situaciones que deberían resolverse con la colaboración, con el entendimiento, en comunidad. No alcanzo a entender, a veces, los dilemas que nos ahogan, que nos arrancan el alma, tanto a nivel global como personal.
Lo más práctico es preguntar en una red social, a Google o a una IA, ¿qué es la paz? Seguramente, cada persona tendrá su respuesta, la de Google o la IA, serán respuestas más neutrales, menos sesgadas. Puedo hacer el ejercicio y pegarlo en este texto: “La paz es un estado de armonía y tranquilidad que va más allá de la simple ausencia de conflictos. Implica un ambiente de respeto, justicia, igualdad y cooperación, donde se promueve el bienestar social y se resuelven los desacuerdos de manera pacífica.” Creo que más o menos todas y todos coincidiremos que sí, es lo que esperamos. Alguno de mis lectores podría agregar características, opiniones, pero en concreto, se trata de convivir en armonía e igualdad.
La comunidad internacional puede no ser armoniosa debido a los fundamentos históricos de las naciones y pueblos, de las culturas. Creo que los conflictos contienen una solución pacífica, a pesar de las diferencias de las partes. Creo que todas y todos buscamos el bienestar, uno donde estemos incluidos hombres y mujeres de cualquier religión, credo, color, posición social, tengo plena confianza en ello. Si no lo hemos conseguido es tal vez porque no nos comprendemos. Habría que escucharnos más y mejor, y volvernos a escuchar y sentarnos hasta que pudiéramos resolverlo.
De verdad espero que podamos resolver los conflictos mundiales, con humanidad, con empatía, con misericordia. Porque, además, todas y todos tenemos nuestros problemas cotidianos, que son inmediatos y que de ello dependen nuestras vidas. Porque la paz implica, también, la salud, el bienestar propio y la de nuestros seres queridos.
Creo que debemos guardar esperanza en alcanzar la paz, porque existen personas generosas, pacientes, que ayudan sin esperar una recompensa, en mi experiencia así ha sido. Mi tío es un buen ejemplo de ello. Amador Arredondo, emigró desde hace décadas a los EE. UU., se fue a buscar las oportunidades que no encontró aquí. A pesar de la distancia, nunca estuvo lejos. Siempre ha sido una persona cariñosa, leal, presente con su familia, con sus hermanos(as), con nosotros sus sobrinas y sobrinos. Yo sé que vivió la vida que eligió, y que lo hizo con trabajo, con fuerza, con sensibilidad y cariño.
Amador Arredondo, generoso desinteresado, hace unos días dejó esta dimensión, su partida fue inesperada. Sentimos tanta tristeza, porque nos hacen falta sus palabras, su aliento, sus ganas de vivir la vida, su tranquilidad, su calma, su paz. Seguramente algunos de mis lectores, habrán tenido algún ser querido en circunstancias similares, donde la esperanza de vida, del ser querido, es prácticamente nula, y finalmente se va.
Yo creo que si el mundo tiene una salida bonita, será por la gente como Amador Arredondo que, ha sabido vivir en paz. Todos cargamos nuestras pérdidas, nuestras ausencias, pero también la posibilidad de hablar, de entendernos, de abrazarnos. Eso es lo que nos puede salvar como personas y eso siempre lo hemos tenido del tío Amador. Y tener esto, aunque no entienda del todo los trances que nos ahogan, que nos arrancan el alma, sí permite sentir con mayor serenidad la vida.
Creo que merecemos las mujeres y hombres del mundo, que los conflictos se resuelvan para bien de la humanidad. Tenemos, siempre, en puerta, que resolver los dilemas cotidianos, las pérdidas familiares, las ausencias, los olvidos. Somos capaces de conversar, de llevar las tempestades a buen puerto para que encontrar la serenidad. De eso depende que sigamos existiendo, de que podamos comprendernos y abrazarnos, como amigos, como hermanos, como semejantes.
Voy a extrañar a mi tío, y voy a elevar una oración para que él encuentre también la paz donde sea que prosiga su camino. Y que, si se puede, nos ayude a vivir en paz y abrazar con cariño este mundo, esta realidad, que a veces resulta tan complicada y sombría, pero a la que hay que plantarle cara, y convertirla en un lugar sustantivo en donde podamos desarrollarnos con concordia y paz. Su vida nos deja muchas enseñanzas tío querido. Lo conozco desde siempre. Y desde siempre también lo quiero. Gracias por tanto!