EL HUACHICOL FISCAL
Por: Arturo Nahle García
Hasta 1994, año en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio, era costoso y muy complicado adquirir legalmente en México productos de importación, para introducirlos al país había que pagar altos impuestos después de trámites sumamente engorrosos, por no decir imposibles.
Falluquear se convirtió entonces no sólo en una práctica común, sino en una auténtica profesión. Aparatos electrónicos, ropa y otros productos norteamericanos se comercializaban en el mercado negro, no había una sola ciudad o pueblo donde no hubiera un espacio para la falluca, eran muy concurridos no sólo porque ahí se conseguían cosas que aquí no había, sino porque aparentemente eran de mejor calidad y a precios relativamente razonables.
Con el TLC falluquear dejó de ser atractivo, llegaron a México infinidad de franquicias y aquí ya se consigue absolutamente todo, sobre todo artículos chinos, sin necesidad de exponerse o dar mordidas a los agentes aduanales.
Hoy el contrabando es fundamentalmente de drogas, armas y obviamente indocumentados, a los narcos y coyotes que se dedican a eso les debe ir bastante bien.
Pero hay un producto que pocos sabían que se introduce al país de manera ilegal y a gran escala, me refiero a los combustibles, concretamente gasolina y diésel. Resulta que en los últimos años la producción de Pemex ha ido a la baja y después de ser una potencia petrolera, hoy México importa el 60 por ciento de las gasolinas que consumimos y el 75 por ciento del gas natural que necesita la CFE y la industria nacional.
Con la reforma energética del 2013 impulsada por el presidente Peña Nieto, el gobierno repartió a diestra y siniestra permisos de importación de combustibles a amigos, parientes y socios de altos funcionarios; llegó a haber en el mercado cerca de dos mil permisos de importación que se vendían al mejor postor, muchos de ellos con vigencia de hasta 20 años.
A la llegada de López Obrador no solo se suspendió el otorgamiento de estos permisos, sino que se canceló la mayoría de los existentes.
Para conseguir ahora uno de estos permisos el solicitante tiene que informar y acreditar donde va a comprar el combustible, como lo va a transportar, donde lo va a almacenar y como lo va a distribuir y vender en México, muy pocas personas o empresas tienen esa capacidad e infraestructura.
Así las cosas, la importación de combustibles no es tan sencilla, estamos hablando de grandes volúmenes y del pago de miles de millones de pesos por concepto de impuestos especiales.
La idea era y sigue siendo que solo Pemex pueda importar combustibles y que todos los gasolineros le compren a la paraestatal, pero algunos se fueron al amparo y con su amparo en mano siguen importando.
Pues la novedad es que ya tenemos nuevos falluqueros que se las ingenian para meter al país, obviamente de contrabando para evadir impuestos, enormes cantidades de hidrocarburos a través de barcos, trenes y pipas. A veces lo hacen a escondidas, otras veces a los ojos del mundo utilizando facturas y permisos de importación evidentemente falsos.
El quebranto a la hacienda pública es brutal, se dice que alcanza los 170 mil millones de pesos, diez veces más que la estafa de Segalmex y veinte veces más que la estafa maestra.
Lo peor del asunto es que ya salió a relucir que en el llamado huachicol fiscal están involucrados, entre otros, los más altos mandos de la Secretaría de Marina. El caso de corrupción más grande de la historia justamente en el gobierno de la honestidad valiente.
Ya hay una docena de marinos y agentes aduanales detenidos, pero se asegura que su detención no fue producto de una investigación acuciosa de la Fiscalía General de la República, sino de una investigación por parte de los Estados Unidos, que a eso vino la semana pasada el Secretario de Estado norteamericano Marco Rubio.
Pues a ver hasta donde salpica este caso, la oposición jura y perjura que campañas de Morena fueron financiadas con dinero de los huachicoleros y se está frotando las manos para que el estiércol llegue hasta el mismísimo López Obrador y sus hijos, al tiempo.



