El Día del Amor y la Amistad: Más Allá de las Flores y los Globos
El 14 de febrero se ha convertido en sinónimo de globos, flores y chocolates, pero también es una oportunidad para reflexionar sobre el amor en sus múltiples formas. Desde una perspectiva feminista, esta fecha debe ser resignificada para poner el amor propio en el centro, ya que una sociedad que ha normalizado la entrega incondicional y la subordinación de las mujeres necesita cuestionarse qué es el amor y qué no lo es.
El amor es una práctica profunda y constante de cuidado, respeto y valoración hacia nosotras mismas. Es aprender a reconocernos como suficientes, a escuchar nuestras necesidades, a decir "no" sin culpa y a alejarnos de aquello que nos daña. Sobre todo, es comprender que el amor hacia otra persona nunca debe implicar renunciar a nuestra dignidad ni justificar situaciones de violencia.
Amor no es sinónimo de sacrificio
Las narrativas románticas tradicionales nos han enseñado que el amor verdadero "todo lo soporta". Esta idea ha llevado a muchas mujeres a tolerar situaciones de abuso en nombre de la estabilidad o de la "familia perfecta". El mito del amor romántico, que exalta el sacrificio femenino, ha sido una herramienta para perpetuar dinámicas de poder desiguales donde la violencia queda justificada, minimizada o invisibilizada.
El feminismo nos enseña a cuestionar esos mandatos. Nos recuerda que el amor no debe doler, ni controlar, ni destruir. Una relación sana se construye desde la libertad, el respeto y el reconocimiento mutuo, no desde el sometimiento o el miedo. Amar a alguien más nunca debe significar dejar de amarnos a nosotras mismas.
Reconocer las violencias: un acto de amor propio
Una de las formas más claras de ejercer el amor propio es aprender a identificar las violencias en todas sus manifestaciones, ya sean físicas, emocionales, económicas o simbólicas. El control excesivo, los celos disfrazados de preocupación y las críticas constantes no son "demostraciones de amor"; son formas de violencia que deben ser reconocidas y rechazadas.
El amor propio nos brinda la fortaleza para poner límites, alejarnos de relaciones dañinas y exigir respeto en todos nuestros vínculos. Sin embargo, también es importante reconocer que salir de una relación violenta no siempre es fácil. Las redes de apoyo entre mujeres, la información y el acompañamiento profesional son fundamentales para superar esas situaciones.
La importancia de educar en el amor propio y relaciones sanas
Para transformar esta realidad, es fundamental trabajar desde la educación, enseñando a niñas, niños y adolescentes que el amor no es sinónimo de sufrimiento. Necesitamos construir una cultura donde el cuidado propio y el mutuo sean pilares fundamentales, donde se fomente la comunicación asertiva, el respeto y la igualdad.
También es urgente seguir desmontando los estereotipos de género que perpetúan la idea de que las mujeres debemos ser quienes sostenemos las relaciones a toda costa. El amor debe ser una construcción conjunta, no una carga que recaiga exclusivamente sobre nosotras.
Resignificar el 14 de febrero
Este Día del Amor y la Amistad nos invita a celebrar las relaciones sanas, a valorar el amor de nuestras amistades, pero, sobre todo, a fortalecer el vínculo más importante que tenemos: el que cultivamos con nosotras mismas.
Amarnos es un acto feminista porque desafía las estructuras que han buscado mantenernos inseguras y dependientes. Es reconciliarnos con nuestras historias, cuidar nuestra salud mental, física y emocional, y abrazar nuestras imperfecciones.
Hoy más que nunca, el amor propio debe ser la brújula que guíe nuestras decisiones y relaciones. Porque una mujer que se ama a sí misma no solo transforma su vida, sino que también desafía el statu quo y contribuye a la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y libre de violencia.
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M.F. María del Carmen Salinas Flores