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Psicologa Maira Gallegos

SOBRE EPIGENÉTICA.

Los traumas son capaces de extender sus tentáculos desde el pasado y hacer nuevas víctimas.
David Sack.

Los trabajos que se han realizado sobre la memoria celular han abierto paso para nuevas investigaciones específicamente en el campo de la epigenética, que consiste en los estudios de los cambios heredables de la función genética que se produce sin cambios en la secuencia del ADN. Al principio se creía que la herencia genética solamente se transmitía por el ADN cromosómico que se recibía de los padres. Ahora la ciencia y los científicos han comprendido que el genoma humano, el ADN cromosómico (ADN responsable de la transmisión de los rasgos físicos, como color de cabello, piel, ojos) solo comprende menos de un dos por ciento del total de nuestro ADN. El noventa y ocho por ciento esta compuesto por el ADN no codificante, que es el responsable de muchos de los rasgos emocionales, de conducta y de personalidad que heredamos. Muchos años los científicos lo consideraron basura, de ahí su nombre ADN basura. En los últimos años han empezado a reconocer su importancia. Los seres humanos tenemos la mayor cantidad de ADN no codificante a diferencia de cualquier otro organismo en la tierra.
Factores ambientales como el estrés, las toxinas y la nutrición inadecuada, así como emociones estresantes afectan el ADN no codificante. Este ADN no codificante afectado trasmite información que sirve para preparar al humano para la vida fuera del vientre materno, dando los rasgos necesarios y concretos que se necesitan para adaptarse al entorno. Rachel Yehuda, menciona que los cambios epigenéticos preparan biológicamente al ser humano para poder afrontar traumas que sufrieron los padres; preparan para factores de estrés similares y se nace bien dotado de un conjunto de herramientas que sirven para sobrevivir. Por un lado, es bueno nacer con un conjunto intrínseco de habilidades para una resistencia medioambiental, pero por otro lado también pueden ser dañinas. Por ejemplo, un niño que nace de un padre que vivió en zona de guerra. En los primeros años de vida puede heredar el impulso a reaccionar fuertemente ante los ruidos fuertes y los estallidos. El instinto sería útil ante la amenaza de bombas, pero las reacciones de manera aguda ante el entorno pueden mantener a la persona en un estado de alta reactividad constante, aunque no exista ningún peligro. Esto parece predisponer a la persona a sufrir trastornos de estrés o enfermedades a futuro. Parece aquí que existe un desequilibrio o falta de coherencia entre la preparación epigénetica y del entorno real.
Esta adaptación funciona por medio de señales químicas en las células, llamadas etiquetas epigenéticas, que se adhieren al ADN y dicen a la célula que active o que silencie un gen determinado. Más simple, en el entorno externo hay algo que afecta al entorno interno, y cuando menos se espera un gen ya esta funcionando de manera distinta.
La metilación del ADN es una de las etiquetas más comunes; es el proceso por el que se bloquea la fijación de las proteínas a un gen, suprimiendo la expresión del mismo. Puede afectar de manera positiva y también adversa, bloqueando genes útiles o dañinos. Cuando se vive un factor de estrés o trauma aparece una irregularidad en de la metilación del ADN; esto se puede trasmitir a las generaciones posteriores traducido como una predisposición a problemas de salud física y emocional. El estrés afecta principalmente a los genes CRF1 y CRF2 (receptores de la hormona liberadora de corticotropina). En personas con depresión y ansiedad se detectan niveles elevados de estos genes y puede ser heredados de madres estresadas, también con niveles elevados.
Jamie Hackett, de la Universidad de Cambridge, menciona que las investigaciones han mostrado que los genes conservan un recuerdo de sus experiencias pasadas. Yehuda, en 2005 realizó un estudio donde se demuestra que las mujeres embarazadas en el segundo o tercer trimestre que se encontraban en las Torres Gemelas o en sus proximidades durante los atentados del once de septiembre en Nueva York y que más tarde desarrollaron Trastorno de Estrés Postraumático, dieron a luz a niños con niveles bajos de cortisol. Los niños también daban muestra de mayor agitación ante la reacción a nuevos estímulos. Eran además más pequeños en relación a la edad gestacional. Lo que concluye en que los resultados de los estudios se deben probablemente a mecanismos de la epigenética. Existen también investigaciones sobre los traumas vividos durante el Holocausto y como los hijos de estos compartían una pauta genética similar. El doctor Eric Nestler, escribió un artículo llamado “Mecanismos epigenéticos de depresión”, en 2014 donde refiere que se ha demostrado que los acontecimientos vitales estresantes modifican la susceptibilidad al estrés de las generaciones posteriores”.
Cuando los niveles de cortisol se ven comprometidos o alterados también se altera la capacidad para regular las emociones y control del estrés. Notablemente la etapa de fecundación, gestación y embarazo son importantes y predeterminantes en la herencia de la información genética pero también emocional y conductual. Aunque no es menos importante la historia de los padres y los ancestros en la epigenética.