Psicóloga Maira Gallegos
LA MADRE, FUNCIÓN Y JERARQUÍA.
¿Has escuchado alguna vez: “yo no quiero ser como mi mamá”?
Anamar Orihuela.
La madre es el primer vínculo del ser humano. Es la que “da la vida”, la que la salva o la quita. La influencia de las generaciones anteriores en el desarrollo de un individuo recién nacido está presente. Se trata de una herencia familiar compartida, al menos dos generaciones atrás; es decir, antes de la concepción, en la forma biológica más temprana, en el óvulo no fertilizado, ya se está compartiendo un entorno celular con la madre y con la abuela. A los cinco meses de embarazo de la abuela, en la madre del recién nacido, ya estaba presente la célula precursora del óvulo en los ovarios. La influencia de la madre se transmite a través de la proteína que proporciona el amamantamiento en la relación con ella a través del pecho.
Según los órdenes del amor, de Bert Helinger, los hijos pertenecen a una jerarquía debajo de los padres. Ellos aprenden, dependen, escuchan, reciben. Todos los que nacieron antes como padres, abuelos, tíos, y hermanos mayores deben ser respetados por jerarquía para que el orden y la estructura funcionen de manera adecuada en el sistema familiar. Por tanto, a los mayores les toca cuidar a los menores; es lo que corresponde de acuerdo al orden del amor.
Cuando una madre asume el rol de padre se rompe el orden y la dignidad al sistema. Los adultos tienen muchas heridas que los estancan y los ponen en posiciones infantilizadas y la mayoría del tiempo actúan como niños con los propios hijos. Lo anterior provoca que los hijos se pongan a la misma altura o más arriba en la jerarquía para dejar de ser ellos los hijos y asumir ser padres o pareja. Esto se percibe fuerte y horrible, pero es un término que se refiere a un rompimiento del orden. Las madres suelen romper ese orden y esto lleva a una serie de dinámicas disfuncionales, porque ella es la primera relación y la más cercana a los hijos. Estas dinámicas disfuncionales provocan que las madres adopten actitudes neuróticas, como víctimas, tóxicas, castrantes y narcisistas, que invitan a sus hijos a salir de su jerarquía y romper el orden para cuidarlas como parejas o como padres de ellas. Cuando se deja de ser el hijo de la madre, se pierde la oportunidad de sentirse cuidado y en paz. Son relaciones de amor-odio porque ambos se aman y se necesitan, pero hay mucha frustración y violencia. Muchas madres juegan roles de control en todos los ámbitos, son depredadoras, protectoras, cargadoras (las que cargan) y rescatadoras de los hijos, sobre todo si estos son débiles o incapaces.
Para Donald Winnicott, una madre “suficientemente buena” es la que, sin ser perfecta, proporciona un entorno emocional y físico adecuado para el desarrollo del individuo. Se adapta a sus necesidades de manera sensible y consistente, capaz de tolerar la frustración y no siempre responder inmediatamente a las demandas del hijo. Le permite experimentar la realidad y desarrollar su capacidad individual. La “mala madre o segmentada” es sobreprotectora, fálica, omnipotente y sacrificada; o peor, cuando queda el padre excluido y/o todos los demás.
Lo que se le atribuye a la madre no es a ella como persona, sino como el imaginario que tenemos de ella en nuestra percepción, que puede estar conformada por una mujer ideal o en el otro extremo, una mujer fatal. En este último se identifica el concepto de “mala madre”.
La función de la madre no se limita a los cuidados básicos del hijo, sino que es la persona que está dispuesta a amar como realmente es. Es la que traducirá el mundo hostil pacientemente que el hijo solo es capaz de sentir. Este interpretará la vida de acuerdo a la influencia de la madre y de sus significados y percepciones.
Muchas madres aman a sus hijos y en el afán de verlos felices y satisfacer las propias necesidades, ceden, conceden y/o controlan y estas actitudes solo convierten a los hijos en manipuladores, controladores, débiles, dependientes, inseguros, incapaces. Pero no todo es mérito o culpa de ellas. Afrontar y asumir la realidad del mundo no es su total responsabilidad, sino de cada individuo.