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La Casa de los Perros:

La aritmética del poder y las mujeres

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Por más que en Zacatecas aún se jure lealtad al caudillo y se repita de memoria el catecismo de la Cuarta Transformación, la realidad empieza a imponerse con su lenguaje crudo: en 2027, Morena no podrá seguir actuando como si las mujeres fueran un comodín, una moneda de cambio o una cuota más.

La ley de paridad ha dejado de ser una consigna para convertirse en cálculo político, en condición de posibilidad. Y en ese tablero, Zacatecas, con todo y su menguado 30% de intención de voto para el partido oficialista, se transforma en una pieza de equilibrio nacional.
Morena sabe que debe ceder ocho gubernaturas a mujeres. No hacerlo implicaría una violación al mandato constitucional que, desde 2014, obliga a los partidos a garantizar la igualdad sustantiva en sus candidaturas. No es voluntad. Es mandato. Y eso convierte a Zacatecas en una ficha útil, en una casilla que se puede llenar sin alterar demasiado la estrategia nacional. Porque hay estados donde la pelea será encarnizada, pero Zacatecas no es uno de ellos. Aquí, el voto morenista se da por inercia, por costumbre, por desencanto con las alternativas. Eso lo saben en Palacio Nacional. Eso lo sabe también Claudia Sheinbaum.

Verónica Díaz Robles encarna ese movimiento entre las sombras que no necesita reflectores porque se alimenta del aparato. Su poder no está en la calle, sino en la red que ha construido con los llamados Servidores de la Nación, brazos operativos del clientelismo.

A su manera, representa la continuidad del monrealismo en su versión más cruda, aunque hoy intente deslindarse del fardo que representa David Monreal. La distancia que marca no es ruptura, sino cálculo: sabe que el desprestigio del inquilino de La Casa de los Perros puede ser letal en una contienda donde la narrativa será feminista, pero el desgaste masculino.

Sin embargo, Verónica no camina sola. A su izquierda, Bennelly Hernández Ruedas resiste con el cuerpo una biografía marcada por los excesos. En 2015 fue detenida con un millón de pesos en efectivo que no pudo explicar. Aunque nunca fue procesada, la mancha quedó. Desde entonces, su trayectoria ha sido empujada por la voluntad de Ricardo Monreal, quien la convirtió en diputada y luego en candidata a Fresnillo. Perdió. Pero en Zacatecas, perder no significa desaparecer. Fue premiada con una secretaría estatal, donde su presencia ha sido más bien decorativa. Y ahora vuelve al tablero como una opción incómoda, pero viable para quienes ven en ella una pieza dócil.

Y aún hay más. En el ala disciplinada del bloque oficialista asoma Geovanna Bañuelos de la Torre. Senadora por el PT, militante de larga data, su posible ascenso a la Mesa Directiva del Senado no es un dato menor. Representa a un aliado leal, siempre útil en las negociaciones. Si Morena quiere cumplir con la paridad sin desgarrarse internamente, Geovanna ofrece algo que las demás no: legitimidad parlamentaria y una imagen sin escándalos. Es, además, una voz articulada, respetada incluso por sus adversarios. En una elección que será definida más por la estructura que por el carisma, esa solidez puede pesar más que mil espectaculares.

Julieta del Río Venegas aparece también en las quinielas. Excomisionada del INAI, ligada al mismo grupo de poder que hoy intenta reconfigurarse, tiene la posibilidad de integrarse al gabinete de David Monreal. La lógica es simple: sin cargo, no hay reflectores; sin reflectores, no hay candidatura.

Pero la estructura que hoy sostiene a las candidatas de Morena está podrida desde la raíz. Las dependencias no funcionan, los programas se han vaciado de contenido, y el desencanto ciudadano ya no se esconde. ¿De qué le sirve el gabinete a una aspirante cuando el gobierno ha naufragado?

Mientras todo esto ocurre, las encuestas pintan un panorama donde Morena sigue siendo la marca favorita en 15 de las 17 entidades que renovarán gubernaturas. La ola sigue, aunque más tenue, más cautelosa. En Zacatecas, el partido fundado por López Obrador apenas alcanza el 30%. Es suficiente para competir, pero no para confiarse. La oposición, aunque dividida, ha logrado mantener presencia. Y los ciudadanos, golpeados por la inseguridad, el desempleo y la desilusión, podrían empezar a voltear hacia otras orillas.

La elección de 2027 será la más amplia en la historia reciente del país. Se renovarán 17 gubernaturas, la totalidad de la Cámara de Diputados, 30 congresos locales y más de dos mil presidencias municipales. La paridad será el filtro, la primera criba. Pero más allá del género, lo que está en juego es un modelo de poder que ha premiado la lealtad por encima del mérito, la obediencia por encima de la capacidad.

En Zacatecas, esa lógica ha llegado a su límite. Las mujeres que hoy aspiran a gobernar no son ajenas a esa estructura. Son hijas de ella. El verdadero desafío será si alguna logra romper con el molde y ofrecer algo distinto a la simulación que hoy se vende como transformación.

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