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Psicóloga Maira Gallegos

EL HÁBITO DEL MIEDO

La vida no es fácil para ninguno de nosotros. Pero…!qué importa¡ Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado para realizar alguna cosa y esa cosa hay que alcanzarla, cueste lo que cueste.
Marie Curie

Muchos de nosotros no estamos viviendo nuestros sueños porque tenemos que vivir nuestros miedos.
Les Brown.

Los seres humanos experimentamos miedo en diferentes etapas de la vida, preocupaciones y ansiedades. El miedo es una emoción básica, así que es totalmente normal. Necesita seguir creciendo en algunas áreas hasta el ultimo día, ya que somos seres incompletos camino a la plenitud. Pero este crecimiento es muchas veces una paradoja.

No se confunda el miedo con la ansiedad. El miedo es específico y la ansiedad es general y consiste en la preocupación apuntada hacia el futuro. A su vez, el pánico viene a ser una acumulación de ansiedad cuyo síntoma es el miedo a la muerte. El miedo siempre esta relacionado con una pérdida, es decir la sensación de que se va a perder algo. Aunque existen miedos lógicos y otros que no lo son. Los miedos que no son lógicos tienen que ver con ideas y pensamientos que no son racionales.

El miedo es una de las emociones más primarias, primitivas y potentes que experimenta el ser humano. Es un mecanismo de supervivencia el cual nos permite alertarnos ante el peligro y poder reaccionar a tiempo. Esto también asegura la supervivencia de la especie. Son dos los componentes en la respuesta a tal emoción: la bioquímica y la emocional.

La primera es universal en todos los humanos. Se percibe una amenaza y el cuerpo libera hormonas como adrenalina y cortisol, que desencadenan una serie de cambios fisiológicos destinados a prepararnos para luchar, huir, o paralizarnos; el corazón se acelera, la respiración se agita, los músculos se tensan y los sentidos se agudizan, sudoración, palidez o enrojecimiento ya que la sangre se redistibuye, sensación de mariposas en el estómago o nauseas (la digestión se ralentiza o detiene), boca seca, pupilas dilatadas, temblor o escalofrío, sensación de mareo o aturdimiento, congelamiento (parálisis momentánea). Esta respuesta es meramente instintiva.

La reacción emocional tiene que ver con los significados y significantes que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida. Son experiencias muy individuales que respectan a la forma en que se interpreta la sensación física, el contexto, la amenaza y experiencias pasadas.

Todo ello influye en la forma en cómo sentimos e interpretamos el miedo. Más allá de lo físico se puede manifestar en siete etapas emocionales o psicológicas, aunque no necesariamente en un orden:
Parálisis: miedo a hacer algo mal o cometer errores o simplemente el miedo a empezar. Se puede manifestar como procrastinación o sensación abrumadora que impide cualquier movimiento. Esta respuesta “congela” a la persona psicológicamente, ya que el miedo a las consecuencias o a lo desconocido es tan grande que anula la capacidad de actuar.

Ineficiencia: gracias al miedo la persona actúa de manera ineficiente, es decir, no hay parálisis definitiva, pero si un entorpecimiento de sí mismo en las tareas que se realizan. Existe miedo a perder el tiempo o hacer incorrecto lo que se debe. Se manifiesta como excesos de preocupación, perfeccionismo paralizante o una dificultad para priorizar, ya que cada acción parece tener el potencial de ser equivocada. El miedo aquí este ligado al proceso y al resultado del esfuerzo.

Catastrofización: miedo a que las cosas empeoren drásticamente. Es ver siempre el peor escenario posible. Implica una proyección ansiosa hacia el futuro, asumiendo que las situaciones negativas escalaran sin control, las preocupaciones se magnifican y la imaginación se anticipa a desastres reales o percibidos.

Aferrarse: este es el miedo de “por si acaso” o el miedo a soltar, dejar ir situaciones, relaciones, objetos o comportamientos, por temor a que detenerse o cambiar sea un error irreparable. Hay una aversión al cambio y un apego excesivo a lo ya conocido, incluso si esto perjudica (por ejemplo, la tristeza o el coraje) por miedo a que lo desconocido sea peor. Sobre todo, es el miedo a la pérdida de control o a lamentar una decisión incorrecta.

Autoduda: se centra en miedos internos, a no ser capaz, no ser lo suficientemente bueno. Es el miedo a ser juzgado, criticado o ridiculizado por los otros. La persona teme que su insuficiencia quede expuesta, lo que socaba la confianza en sí mismo y puede impedir que las personas intenten cosas nuevas o muestren sus verdaderas capacidades por temor al fracaso o desaprobación externa.

Normalidad: paradójicamente este es el miedo a ser diferente de los demás, a destacar o hacerse notar de manera que lleve al rechazo de los otros. Es el miedo a no encajar, a ser excluido del grupo. Impulsa a la conformidad y la evitación de conductas y comportamientos que son percibidos como fuera de lo normal o de la norma social. La aceptación es la necesidad que impulsa a que aparezca el miedo a la soledad, exclusión o marginación.

Incredulidad: este es el nivel más profundo, el miedo a lo desconocido, miedo a la muerte, al punto de no retorno, o a la suma de todos los miedos existenciales. Es una confrontación con la finitud, la existencia y la pérdida total de control. Se puede manifestar como negación incapacidad para procesar realidades difíciles o una sensación abrumadora de insignificancia ante lo desconocido.

En alguna medida todos somos inseguros, negarlo sería narcisismo y omnipotencia y esto es un pensamiento irracional. El exceso de confianza también hace cometer tonterías o errores. La inseguridad o miedo nos hace evitar tomar decisiones, consultar a todo el mundo, torturarse analizando si es mejor A o B, si hicimos bien o mal. Si los miedos crecen se vuelven irracionales, por lo que entonces gestionar las inseguridades y las emociones, sensaciones y percepciones se vuelve importante.

Para superar los miedos y las inseguridades internas es necesario trabajar temas de confianza en sí mismo y al relacionarse con otros. Es importante recordar cómo se han obtenido los logros en el pasado y saber que nuestros problemas también lo tienen otras personas. Se necesita aprender a caminar con seguridad y soltar todas las riquezas y virtudes que llevamos dentro.

Los miedos son solo emociones no sanadas. Primero que nada, hay que saber reconocer los miedos, definir a qué le tenemos miedo y cómo se siente cuando este se presenta.

Hablar bien de los objetivos y las metas que hemos tenido y que planeamos a futuro, no es mero optimismo, sino que las palabras programan nuestro cerebro (consciente e inconscientemente), son órdenes para generar las situaciones en las que por medio de la palabra ya emitimos la vibración.