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AMLOFOBIA, OTRA VEZ
Ricardo Monreal Ávila

En los próximos días PRI y PAN lanzarán al aire sus promocionales en radio y televisión, a los que tienen derecho conforme a los tiempos del Estado. El hecho sería irrelevante de no ser porque habrán de coincidir en un punto: un ataque combinado contra Andrés Manuel López Obrador, el presidente de MORENA.

¿Algo nuevo bajo el sol? En lo absoluto. Los mismos argumentos de hace seis y doce años. Populismo, extremista, izquierdista, enemigo del libre mercado, autoritario, peligro para México y demás epítetos.

Lo novedoso tal vez radique en el tiempo anticipado con que se inicia esta nueva campaña para inocular odio y miedo contra el principal dirigente de la oposición en México que prácticamente ha vencido todo y ha avanzado un buen trecho nadando contra corriente.

Dos veces candidato presidencial, dos veces el enemigo a vencer para el PRI y el PAN, sobreviviente a dos sendas campañas negras o guerra sucia electoral, fundador de un partido que a dos años de existencia ya está entre los tres primeros lugares, con un infarto al miocardio de por medio, con tres recorridos a lo largo y ancho del país, y con una ofensiva mediática que de ser creíble ya hubiera sacado de la contienda a cualquier otro politico.

Pero AMLO sigue allí, de pie, y punteando en las encuestas presidenciales para el 2018. Por eso la AMLOFOBIA está también de vuelta. Hace apenas un año escribíamos sobre este hecho, que hoy retoma vuelo por los spots de PRI y PAN. Reproduzco las partes pertinentes de aquel texto.

En menos de una semana, tres personajes públicos aludieron al “peligro del populismo” y sus efectos nocivos. Ellos son el presidente Peña Nieto, el expresidente Vicente Fox y el próximo presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones.

Los priístas no aludieron a nadie en lo personal. En cambio, el expresidente Vicente Fox sí le psuo nombre y apellido: Andrés Manuel López Obrador.

La embestida no es más que una reedición de la Amlofobia desatada en 2006 durante la sucesión presidencial de Fox, retomada en la suecesión del 2012 por PRI y PAN, y ahora la remasterizan lo que podría llamarse el trío “La Canalla”. El contexto es el crecimiento político que en todo el país está teniendo la figura del principal líder opositor de izquierda en México, a quien la descomposición económica y social que se vive en varias partes le está terminando por dar la razón en todas y cada una de sus profecías sobre los males del país.

¿Cuáles son estos males? La corrupción, la impunidad, la pobreza, inseguridad, el desempleo, el saqueo de los recursos nacionales y el manejo mafioso de la política.

En los términos utilizados por estos tres personajes, el populismo alude a un manejo irresponsable de la economía y del destino del país. Pero si alguien ha dañado la economía y la vida pública de México han sido precisamente los últimos gobiernos del PAN y del PRI. López Obrador nunca ha estado en la presidencia, en cambio priistas y panistas sí la han tenido y la han usufructado al grado tal de llevarnos al punto en el que estamos.

Populismo irresponsable es endeudar al país con dos billones de pesos en sólo dos años. Populismo genocida es desatar una guerra improvisada contra la delincuencia que ha costado más de cien mil víctimas. Populismo es haber dilapidado durante 10 años más de 700 mil millones de pesos de excedentes petroleros en sueldos, provilegios y bonos para la alta burocracia, en gasto corriente y obras suntuarias como la Estela de Luz. Populismo miserable es generar dos millones de nuevos pobres, a pesar de tener una cruzada contra el hambre. Populismo corrupto es impulsar un déficit público para financiar obras públicas en beneficio de un grupo de constructores que son amigos y compadres. Populismo financiero es causar una devaluación de la moneda del 25% en sólo dos años, sin proteger la planta productiva ni fortalecer el mercado interno.

Ninguna de estas medidas han sido promovidas por AMLO ni por ningún partido de izquierda, sino por el PRIAN. Así que, ¿quiénes son y dónde están los populistas irresponsables que dañan la economía del país?

Hace algunos días el periodista y analista político Leonardo Curzio, quien no es precisamente un defensor o promotor de López Obrador, escribió la siguiente reflexión:
“Lo que no quiere reconocer la clase dirigente del país es que la izquierda mexicana (caudillista, acrítica y populista) es una consecuencia directa del tipo de sociedad que hemos construido y en cierto sentido similar al caudillismo con el que se construyó el poder político y sus instituciones el siglo pasado. Una sociedad basada en la desigualdad, la exclusión, en el uso sistemático de los privilegios, en la ley del mínimo esfuerzo (hay que ver los resultados de la prueba Planea), en la apropiación de la renta pública como fuente de enriquecimiento. Una sociedad basada en una dominación tan bárbara y cruel, tan humillante y deshumanizadora, tan corrupta y tan cínica que no puede aspirar a tener frente a sí misma una izquierda modélica, reformista, pluralista, incluyente. Una es consecuencia de la otra, si no se cambia una, no se transforma la segunda.
“La derecha mexicana (económica y política) se preocupa de que AMLO llegue a la Presidencia, pero no se ocupa de modificar su insolente base de poder que agravia a millones. Los llamados en contra del populismo los asustan a ellos y a sus familias, no a quienes con su salario no tienen suficiente para comer. Tampoco atemorizan a aquellos que siguen sin recibir una educación de calidad o un sistema de salud incluyente y que viven a salto de mata, o con el agua al cuello. Tampoco creo que agitar el petate del muerto sobre los riesgos populistas haga temblar a las clases trabajadoras que siguen recibiendo (como masa salarial) un tercio de la riqueza nacional mientras las ganancias empresariales pesan casi dos tercios. ¿Quién tiene miedo de que un sistema así se colapse? Tampoco asustará demasiado el agitar el fantasma del populismo a todos aquellos que esperaban un adecentamiento de la vida pública y en estos años ven cómo la corrupción y la delincuencia dominan la vida pública. El desempeño de los gobiernos ha sido tan bajo que imaginar que un gobierno obradorista puede ser peor, es difícil de creer o es, a estas alturas, de poco consuelo.
“El populismo no es, en síntesis el problema. El populismo es la antítesis de una sociedad tradicional y atávica que se niega a cambiar. El populismo obradorista que tanto les asusta es la contraparte de un sistema tan opresivo como irreformable.
“Dicho de otra manera, la élite mexicana quiere dormir sin cambios de fondo y que al día siguiente el dinosaurio no esté allí. Y, perdón, pero el dinosaurio seguirá allí mientras vivamos en esta ecología jurásica”.
En otras palabras, ¿quieren acabar con El Cuco del populismo? Acaben antes con el régimen de terror que es la corrupción, la impunidad, la desigualdad, la dominación autoritaria y el capitalismo de cuates y compadres.

ricardomonreala@yahoo.com.mx<br /> Twitter: @ricardomonreala

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