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El genial Naranjo
Martha Chapa

Rogelio Naranjo es uno de los representantes más ameritados de esa época del periodismo mexicano que rompió con la cerrazón política y de gobierno, y abrió cauces libertad de expresión de la sociedad nacional.
Con talento, lucidez y valentía, este espléndido ilustrador, crítico y analista político –porque eso fue, en realidad, este michoacano excepcional– fue uno de los puntales del cambio, sobre todo en los años sesenta del siglo pasado. A inicios de esa década todavía dominaba el autoritarismo gubernamental –que perseveró aún durante largo trecho–, que iba aparejado de una censura generalizada, la cual, por supuesto, incluía a la prensa.
En ese contexto se inscribió la caricatura política de Naranjo, pues ya en el diario Excélsior, bajo la dirección de Julio Scherer, provocó cambios en esas coordenadas. Claro, no olvidamos que eso les valió ser expulsados de aquel otrora importante periódico por una maquinación espuria en el sexenio de Luis Echeverría.
En verdad sus caricaturas, sensacionales y demoledoras, abrieron brecha para establecer esos primeros espacios de libertad.
Vendría después la aparición de la revista Proceso, ya con nuevos ímpetus y ejerciendo un periodismo libre y crítico, donde cada cartón de Naranjo, desde aquellos años setenta y hasta la fecha, era esperado con gran expectación, semana a semana, pues con sus inconfundibles trazos, siempre únicos, echaba abajo la mentira oficial o bien describía con contundencia la situación prevaleciente del país, tan lleno de pobreza, corrupción, abuso, impunidad, discriminación, injusticia e inequidad social. Su crítica no encontraba fronteras, ya se tratara del sector público o del privado, así como de organismos financieros o de otro tipo en el ámbito internacional.
Tan destacado y único fue este ilustrador y caricaturista, que, según se cuenta, Carlos Monsiváis llegó a decir que era el único genio mexicano vivo.
Rogelio Naranjo nació en Morelia, Michoacán, en 1937, y tras estudiar pintura se inició como caricaturista en las revistas Sucesos y Siempre!, a la par de sus colaboraciones en los diarios El Día y El Universal –diario donde publicó durante cuatro décadas–, además de sus carteles en apoyo de movimientos populares, como el estudiantil del 1968.
Entre los muchos reconocimientos que se le hicieron están el Premio Nacional de Periodismo 1977 y varios otros en el plano internacional, como el Premio Salón Internacional del Humor, en Canadá, en ese mismo año, la Bienal Internacional del Humor de La Habana, Cuba o, en 1982, el Concurso de Caricatura Antiimperialista de Nicaragua,
Alejandro Ordorica, mi compañero, me cuenta que lo conoció y le guardó siempre una estimación y admiración especial, e incluso conserva un cartón original dedicado por este notable e irrepetible caricaturista.
Con tristeza sabemos ahora del lamentable deceso de Rogelio Naranjo a sus 78 años. Junto al pesar que sentimos reconocemos que somos afortunados al contar con su obra periodística de elevada trascendencia histórica, política y social. Seguramente podremos seguirlo admirando, pues su gran generosidad –otro de sus atributos– lo llevó a donar en 2011 una serie de cerca de 10 400 cartones a la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por eso, podemos decir que la importante obra del gran Rogelio Naranjo quedará en los mejores acervos de la memoria colectiva del país.

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