Skip to main content

“Mujer pegada”

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com
Fue un gusto encontrarme con usted, sé que no somos grandes amigos lo cual no implicaría que pudiésemos ser amantes, pero esta idea es imposible, y no por mojigatería sino por una cuestión de química, además de tiempo, no me es fácil encontrar tiempo para ciertas situaciones ajenas a mi interés. Usted me entiende y espero no lastimarlo, estoy segura que no lo lastimaría, su vida tan activa no le da tiempo de ocuparse en pequeñeces, sin embargo creo importante aclararle que no sería mi intención y menos cuando usted se ha tomado la molestia de escribirme tantos poemas hermosos que llegan a describir perfectamente la mujer que yo he querido llegar a ser y ante los ojos de su imaginación lo soy.  . Le comentaba, me dio tanto gusto verle la cara, hasta había llegado a pensar que usted solo existía en una imaginación cibernética y eso a veces llegaba a ser realmente molesto, si soy sincera le diré que prefería aquellos tiempos del correo tradicional cuando al menos existía la certeza de recibir un pedacito del otro en la escritura, buena o mala caligrafía no importaba, ahí estaban esas letras trazadas por esa mano real y no digo que lo que aparezca en la pantalla de su muy sofisticado equipo no lo escriba usted, pero me entenderá, no es lo mismo. Usted se podrá reír de mí pero aún tengo guardados viejos telegramas y cartas, lamentablemente tiré muchos, jamás pensé que llegarían a convertirse en objeto de colección. Aún tengo esos amarillos telegramas de mi abuela paterna donde se lee: “Feliz nacimiento nina”, refiriéndose por supuesto a mi nacimiento. Así, llano, sin un signo de admiración y mucho menos pensar en una carita feliz, sin embargo producían mucha felicidad al recibirlos. Conservo todos,  de tíos, hermanos y sobre todo aquellos de un galán que cada tres días me enviaba un telegrama desde Mérida, claro que esta euforia no duró más de dos meses pero es el tiempo justo para un amor de lejos, amor de… lejos, eso es justamente.
Le comentaba pues que me dio gusto saber que usted no era un producto de mi imaginación, de una insipiente esquizofrenia aun no diagnosticada. Fue agradable visitar su espacio, su espacio lleno de libros, todos de un mismo asunto, todo flotando sobre un mismo tema, hablando y viéndome como si quisieran recordarme lo neófita que soy en ese, ese tema tan suyo. Le diré que a mí me gusta la variedad, ¡disculpe usted pero no puedo evitar ser franca! Pero una biblioteca que contenga un solo tema me parece demasiado seria, no sé, tal vez si incluyera algunos libros de poesía por acá, algunas novelas por allá, algo de geografía, de arte… hasta me imagino que algo de erotismo le daría luz a su espacio y hasta le sacaría plática a esos libros suyos ya cansados de la misma charla, así, como un matrimonio acabado hablando siempre de lo mismo. Sin embargo debo confesar mi admiración por esa fidelidad suya a ese mismo tema, yo no puedo ser fiel, a un mismo tema me refiero.
No me gustaría abrumarlo con mis letras, solo quiero agradecerle sus palabras finales antes de despedirme y emprender la salida de enorme edificio, en penumbra cuando llegué, en oscuridad total cuando lo abandono. Usted me pregunta cómo estaba esa “mujer rota” que hay en mí, sin darme cuenta y sin pensarlo dos veces le contesto: Esta mujer ya no esta rota…está pegada, y fui consciente del hecho. Efectivamente, durante años viví como una mujer rota, ahora me he pegado, he juntado mis pedazos y formé una nueva persona. Los pedazos que no encontré a la mano ni siquiera fueron dignos de búsqueda, andando todo el tiempo tan ocupada ¿quién se va a perder el tiempo buscando pedazos faltantes? Me he pegado paso a paso, poco a poco, tranquila y sin prisa, los huecos que han quedado debido a esas piezas ausentes han sido llenados por otras piezas, algunas me las han prestado ángeles que se han cruzado en mi camino, otras tantas me las han regalado y otras tantas fueron inventadas. Ahora sé que no seré nunca más una mujer rota, he utilizado el pegamento más poderoso que puede existir. Este pegamento elaborado a base  de autoestima y cierto tipo de mantequilla ha presentado  muy buenos resultados en aquellos que alguna vez estuvieron rotos y lograron volverse a pegar. Así pues le reitero, no soy ni seré más una mujer rota.
Le repito, me dio gusto saber que en este mundo de  redes sociales no dejamos de ser personas y no hologramas. No deje de escribir, no sé bien cuando podamos ver nuestras caras sin tener un monitor de por medio.
Fin con sabor a engrudo. Aquel que nunca haya probado el engrudo… miente.

Leave a Reply