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“El que no enseña, no vende”
primera parte

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com

En mi adolescencia era famoso un sabio refrán: “El que no enseña no vende… y al que enseña de  más se le mosquea”. Recatada, como era yo lo seguía a pie juntillas. La falda muy por debajo de rodilla, cuellitos redondos con un escote muy modesto.  En las fiestas de los quince, aunque me muriera por bailar, no lo demostraba, yo estoica mantenía la compostura y no manifestaba ni por instinto de conservación mi entusiasmo por  la música. Con el tiempo regresó una mezcla de las modas los años sesentas y  setentas, reaparecieron los pantalones entubados y por Dios escuche usted: regresó la minifalda. Yo temblé, juré y perjuré jamás caer en esta tentación… “No debes jurar en vano” me dijo al oído la voz de mi conciencia, caí en la tentación, tiempo después pensar en una falda sobre la rodilla o bajo la rodilla me causaba risa, bastante risa. Fue en este momento que decidí que era momento de enseñar, enseñar con mesura, con cautela y la mayor elegancia posible.
Esos fueron mis inicios en cuestión de  la enseñanza, después literalmente entre en este ambiente: el de la Enseñanza, y lo escribo con mayúscula porque realmente es así, la docencia es una vocación muy pocas veces comprendida. Aclaro, La Mada sigue fiel a su casi usual costumbre de no abordar cuestiones políticas, no pienso tocar temas sobre el magisterio y reformas educativas, eso se lo dejo a quien realmente sabe del asunto y lo  puede comunicar con conocimiento, yo, como siempre, lo tocaré a mi manera, trataré de ser  lo más correcta y educada y  no ofender ni a mis colegas ni aquellos que han sido, son o serán mis alumnos, no aclaro esto porque tenga la intensión de ser grosera o agresiva, sino porque usted ya sabe cómo es La  Mada, a veces habla a lo tarugo mientras escribe y no se  toca el corazón mientras teclea como poseída antes de que se le vaya la idea o algún pensamiento  impropio le robe la intensión.
Nunca pensé pararme frente a un grupo, a la fecha sigue siendo un reto ya que hay grupos muy complicados donde mantener la  disciplina y la atención son cosas muy cercanas a una misión imposible. Hay grupos encantadores donde todos están absorbiendo cada una de tus palabras y expresiones. Los hay también divertidos, relajados y porque no  decirlo, también hay  aquellos en los que cuentas las horas para que se termine y juras nunca  más volver  enseñar ni el huesito del tobillo, pero pasa  el trago amargo y decides nuevamente pararte frente a un grupo con la expectativa que siempre te ofrece un grupo nuevo.
Nunca había sido tan consciente de mi postura como alumno hasta varios años después de ser uno, o al menos pretender ser uno de ellos… de los  maestros, es que de  plano, lograr cautivar a  un grupo y más a un grupo  de adolescentes es más difícil, pero por mucho, que lograr que tu pareja te diga que  no  estas gorda cuando es evidente que tienes como 8 kilos arriba. Los adolescentes, ese clan incomprensible al que alguna vez pertenecimos, nos puede volver locos y más aún  cuando somos conscientes de que ese dichoso clan evoluciona cada generación y se aleja cada vez más a los fuimos nosotros, quedando a años luz de aquellos que fueron nuestros padres.  Entonces hago un viaje al pasado y recuerdo a algunos de mis queridos  maestros que dejaron huella en mis épocas de estudiante y aquellos a los que cada día les aprendo… antes de tirar la toalla.
Yo creía ser una ñoña, pero  después de consultar la RAE retiro dicha percepción de mí persona. La Mada era una nerda… si lo era… claro, según la RAE.
Final de la primera, estudiada y sin acordeón parte.

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