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“CON ZAPATOS… ¿DE TACÓN?”
segunda parte

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com

Pues bien, la Mada continua terca con los zapatos, y es que de verdad me gustan, pero ahora relajémonos y dejemos de  lado la parte de investigación sobre la historia de los zapatos y esas cosas serias y  busquemos  un momento de “dolce far niente” y   tratemos de relajarnos hablando de… zapatos.
La Mada, durante la adolescencia, usaba los zapatos como un filtro para decidir si bailaba, en aquellos tiempos cuando los muchachos se acercaban  y te preguntaban “¿bailas?”, sé que esto ahora puede parecer una leyenda urbana pero sabemos que si sucedió en un pasado, aclaro, no muy lejano. El filtro consistía en que si me gustaban los zapatos aceptaba bailar, muchas veces antes de ver la cara. Si el sujeto en cuestión tenía mal gusto con los zapatos o al menos su gusto no era el mío, no bailaba, en algunas ocasiones el zapato y  el individuo no tenían la relación que mi imaginario había establecido previamente con los zapatos, eso era frustrante, en ambos sentidos, me  explico: zapato bonito-sujeto poco agraciado o zapato feo-sujeto bastante agraciado. Lamentablemente este filtro fue descuidado por completo y se cometieron grandes errores en la relación zapato-sujeto.
Después de lo anterior no me parece tan descabellada la expresión  de: “¡Vaya, hasta que te conocí uno(a) de zapatos!”, cuando se refiere a la nueva pareja de alguien que ha sido desafortunado en  el amor, y aclaro, no me refiero a belleza física o nivel económico, hay personas  muy guapas y de buen nivel económico que andan en “chanclas percudidas” o “descalzos”… hablando de calidad humana… Espero que mi metáfora sea clara  y  más con la peculiar voz de Betty Pecanas cantando  “La chancla” a ritmo de blues…
Hay una frase que me llena de fe, sobre todo en invierno: “Las mujeres de botas se van al cielo”, es una bonita esperanza que alberga  mi corazón cada invierno, a veces desde otoño y algunos años ya entrada primavera. La devoción en este caso depende del clima.
Y como olvidar la tonadita de: “Con zapatos de tacón, las nenas se ven mejor,  que con zapatos de piso”… no lo  niegue, la estaba cantando junto conmigo, y es que no se puede evitar relacionar los zapatos de tacón con esta pegajosa cancioncita de Bronco… y dolorosamente, tienen razón, luce más  la pantorrilla y una incita y arranca más suspiros… ¡shuuuu shuuu, espíritu grupero te ordeno que abandones a la Mada! ¡Qué susto! Pero volviendo en mí me acuerdo de esos zapatitos que Pedro Infante veía pasar por la ventana del  sótano donde trabajaba  a “la zapatito”, Sara Montiel, de quien solo conocía las piernas… y se enamoró de ella comenzando por los zapatos… Insisto, mi filtro no estaba tan  descabellado.
Ahora la Mada está enamorada de otros zapatos, de unos zapatos que hacen musiquita y la mayor parte del tiempo en mis pies desafinan, unos zapatos que cantan y me hacen sentir viva cada vez que los calzo, unos zapatos que me ayudan a entenderme y a meterme en una personalidad que no puedo portar cuando uso zapatos de diario, unos zapatos que me hacen enloquecer y me llevan a una realidad alterna. Hablo de mis zapatos de flamenco, esos zapatitos de tacón que me hacen crecer un poco  más de 4 cms físicamente pero emocionalmente me vuelven un gigante de 3 tres metros.
Pues bien, la Mada se pone sus zapatos de tacón y… zapatea. A darle zapatazos a los problemas y procuremos bailar al compás que la vida nos marca y si podemos hagamos contratiempos que a fin de cuentas  esta vida hay que bailarla al son que nos toque.
Fin de la segunda y última parte de  puntitas, para no alborotar a algún chancludo.

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