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El Día del Taco
Martha Chapa
Se cumple ya una década desde que se celebró por vez primera el Día del Taco para manifestar nuestro aprecio hacia ese integrante indispensable, destacado y sabrosísimo de nuestra gastronomía nacional. Desde aquel 2007, hemos seguido festejando, año con año, cada 31 de marzo, la existencia de ese prodigio de nuestra dieta nacional. Una acertada conmemoración, no sólo gastronómica sino especialmente cultural, a la que quiero referirme hoy, aunque sean tiempos de crisis, pues las tradiciones de los pueblos son indestructibles.
Lo pienso ahora sobre todo por esa andanada de declaraciones y acciones agresivas, hostiles, demenciales y estúpidas del presidente Donald Trump respecto de lo que somos los mexicanos. Ideas preconcebidas tan lejanas de la realidad, erróneas e inaceptables. Sólo de esa manera se pueden calificar las concepciones que nos reducen a la categoría de meros delincuentes, cuando somos un país diverso y rico en muchos sentidos, y hemos dado tanto al mundo, en especial a través de las elevadas expresiones de nuestra cultura.
Al margen de las autoridades xenófobas, toscas y desinformadas, lo cierto es que sigue siendo muy relevante mantener y subrayar la amistad entre los pueblos de Estados Unidos y México, más allá de coyunturas políticas y de ideologías funestas de grotescos políticos de tan bajo nivel ético e intelectual.
Y retorno a lo nuestro, y al taco mismo que, como sabemos, tiene orígenes prehispánicos, pues la tortilla estaba presente desde aquellos lejanos tiempos, aunque no fue sino hasta la llegada de los españoles cuando se le agregó un poco de carne, mejor aún de cerdo, para que surgiera entonces el rico taco de carnitas, que testimonia el intercambio enriquecedor y maravilloso de culturas diferentes que a todos beneficia.
Justo en el reciente Día del Taco pensé que nosotros hemos legado una muy apreciable herencia al mundo y, desde luego, a la gastronomía estadounidense, con nuestras infinitas variedades culinarias, al grado de que hay cadenas importantísimas de restaurantes que ofrecen diversidad de tacos desde hace muchos años, los cuales se han climatizado o tropicalizado para adecuarse al modo de comer de los estadounidenses. Por cierto, también nosotros hemos adoptado y adaptado costumbres culinarias de nuestros vecinos del norte, de modo destacado el gusto por las hamburguesas y los hot dogs, que saboreamos con agrado una y otra vez.
Así que cualquier intento de poner un muro o solapar actitudes hostiles y de persecución, será no sólo reprobable sino infructuoso porque nada puede separar ni interrumpir los procesos culturales enriquecedores.
A propósito del taco, he tenido el placer de incursionar en investigaciones gastronómicas acerca de este sabroso tema, las cuales desembocaron en un libro del que me siento muy orgullosa: Tacos de México (Editorial Aguilar, 2008), que el reconocido experto en estas artes, José Iturriaga, me hizo el honor de prologar. Un compendio de las modalidades y estilos con que se preparan los tacos en las diversas entidades federativas, regiones y pueblos de México.
Pero más allá de las cuestiones suculentas y apetitosas, en el tema que hoy abordo subyace un trasfondo cultural que nos alienta, especialmente cuando comprobamos que casi todos los países aceptan, adoptan y degustan lo nuestro. Lo mismo en Oriente que en Europa, y ya no digamos en América Latina, donde el taco es igualmente parte de la cultura, con sus diferencias y añadidos tan válidos como apetitosos.
En esta fecha conmemorativa, que ya es parte de las celebraciones de nuestro calendario cultural y gastronómico, debemos tener muy presente que las tradiciones nos unen hacia dentro, a la vez que nos distinguen fuera de las fronteras del país.
Los tacos constituyen tan sólo un ejemplo, entre muchos, de las cosas que México generosamente ha dado al mundo, además de ser un eslabón de unión e identidad común, que de paso evidencia riqueza, creatividad y originalidad cultural.
Veamos, entonces, a esta celebración en su más amplia dimensión y profundo significado. Y, claro, dispongámonos a disfrutar las mil y una formas de concebir los tacos a lo largo del año y a través de la geografía nacional.
Ésta es también una oportunidad para reconocer y celebrar esa vigencia cultural que no deja de ser un escudo vigoroso para repeler al racismo y la exclusión.
Así que: ¡adelante! ¡Y muy buen provecho!

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