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Dr. José de Jesús Reyes Ruiz
ANDY WARHOL
DARK STAR, SUPER STAR...
I parte

Para documentar, ahora no mi pesimismo sino - por una vez - el optimismo… y el de los demás.

Este último fin de semana, literalmente me escapé de esta mi ciudad huyendo de problemas personales y situaciones delicadas que alguna vez compartiré con mis lectores, pero en esta ocasión tenía que salir de Zacatecas y respirar aire puro en algún otro lado, y el conocimiento que en la ciudad de México este fin de semana había un festival de Jazz, llamado Clazz (Continental Latino Jazz Festival) un festival que se inició en Europa, básicamente en España organizado por un cubano que después se vino a radicar a este país y que aquí siguió con el festival que este fin de semana cumplió su cuarta edición en el Teatro Julio Villegas a espaldas del Auditorio Nacional en la Ciudad de México.

Nunca estuve muy seguro si debería salir y dejar asuntos serios que tal vez requerirían mi presencia, pero pensé que un par de días no modificaría el curso de las cosas y de última hora tomé la decisión, porque además existía una serie de exhibiciones temporales que llamaba mucho mi atención y que no quería perderme, y fue así como guardé un par de cosas en un pequeño bolso, y tomé el autobús nocturno que me condujo a la gran ciudad.

Debo decir, que de unas semanas a la fecha, había leído en algún lado la existencia de una retrospectiva de María Izquierdo en alguno de los museos de la ciudad de México, yo tenía la idea de que la exposición a la que tenía muchas ganas de acudir se encontraba en el Museo de Arte Moderno. María Izquierdo es para mí la más grande pintora que ha dado este país, por encima de Frida Kahlo, lo cual es ya mucho decir y claro que no existe mejor motivo para emprender un viaje que una exposición de este tipo, y, que muy por encima del Jazz o de otras exposiciones que tenía en mi agenda, es lo que me movía para salir de mi villa y vivir de nueva cuenta una de esas experiencias lúdicas que para mí representa estar unos días en la ciudad de los palacios.

Sin tener un boleto asegurado para realizar el viaje, me desplacé un poco a la aventura a la central camionera que estaba repleta por la gran circulación de pasajeros que se desplazan el fin de semana de un lugar a otro, sobre todo en vísperas de las largas vacaciones de verano. Los camiones estaban repletos, pero cuando esto sucede, siempre existe la ventaja de que las compañías ponen servicios extra para lograr acomodar a todos los demandantes – yo incluido- en la búsqueda de un camión que nos llevara a la Central “México Sur”, lugar en donde tengo un pequeño departamento que data de mis tiempos juveniles cuando realicé mi especialidad en el Centro Médico, en los años setentas, hace ya más de 40 años, y lo comento por que la gran mayoría de los autobuses que salen en decenas a la Ciudad de México están dirigidos a la Central del Norte y sólo unos cuantos, muy pocos – demasiados pocos, diría yo – van a la central del sur.

Por fortuna encontré un asiento, y otro para mi regreso dos días después, y mi carro, que había dejado en el estacionamiento de la central zacatecana en espera de mi regreso, mientras yo me dirigía a esto que, si bien, es como ya lo mencioné, una experiencia lúdica, de ninguna manera puede ser contemplado como un descanso por que las actividades son muchas, y a estas alturas con 65 años encima no resulta nada fácil recorrer de un lado a otro la ciudad en la búsqueda del arte en sus más diversas manifestaciones.

Aparte del Jazz, al que tendría la oportunidad de buscar boletos para dos sesiones, la del sábado y la del domingo - ya que la primera había sido el viernes y claro que la perdí al no haber podido salir un día antes - estaban las exposiciones que había contemplado buscar, la de María Izquierdo, claro, pero también una retrospectiva de Tamayo anunciada en el Museo de Arte Moderno, una especie de mano a mano entre Siqueiros y Diego Rivera anunciada en el salón de usos temporales del Palacio de las Bellas Artes. Y de refilón intentar asistir a la exposición denominada: Andy Warhol “The Dark Star” (una estrella obscura) anunciada en el museo Jumex, a un lado del Sumaya de Carlos Slim en Polanco, y que según había escuchado estaba muy solicitada, como después lo puede comprobar.

Mi día sábado comenzó degustando ya en mi departamento un buen café y viendo de reojo los periódicos tanto locales – de Zacatecas – como nacionales, que acostumbro revisar. Con el otro ojo puesto en el partido inaugural de la copa Confederaciones en Rusia, un partido deslucido – como son los partidos de la selección nacional mexicana y sus contrapartes del CONCACAF – entre el anfitrión, Rusia, y una débil selección de Nueva Zelandia que se ganó el lugar al resultar campeona de la zona de Oceanía donde tiene una pobre competencia – como la que tenemos nosotros por estas latitudes –

Debo comentar que no soy un gran aficionado al fut bol, pero si me gusta seguir de lejos competencias internacionales de este tipo donde sobre todo compite México, que como buen mexicano siempre nos encontramos ante la expectativa de que nuestra selección logre hacer un buen papel.

El juego; decepcionante, las noticias, otro tanto. Caminé a la estación más cercana del metro y me trasladé a lonchear en uno de los mejores restaurantes de comida Yucateca – que incluyen los del propio Mérida con un Almendros cuesta abajo – el 99. 99, a unas cuadras del Hospital 20 de Noviembre y saborear una rica sopa de lima después de la cual queda poco espacio apenas para probar algunos panuchos de cochinita pibil.

De ahí vía metro – siempre es una gran experiencia este trasporte colectivo por mil y una razones que ya he comentado con anterioridad y que seguramente lo haré de nuevo en el futuro - al Auditorio de donde fui a ese teatro – que no conocía – EL Julio Villegas, donde compré mis boletos para el Jazz - increíble que con mi descuento de persona de la tercera edad el costo del boleto no supere el equivalente a 3 o 4 dólares por estar en primera fila – ya con mis boletos, mi recorrido siempre es caminar por Paseo de la Reforma al lado de las “Rejas de Chapultepec” que siempre tienen una exposición interesante de ver, en esta ocasión fotografías en gran formato de lugares naturales de nuestro país de una belleza insuperable, y en la siguiente sección imágenes de luz y sombras de los mejores fotógrafos del Cine Mexicano, Lubesky incluido, que hacen de esa caminata toda una delicia.

Así, caminando llegué al Museo de Arte Moderno y pregunté por la exposición retrospectiva de María Izquierdo de la que nadie sabía nada, seguramente había equivocado el lugar, pero estaba ahí una gran exposición de Rufino Tamayo que bien valía el viaje, gran parte de su obra que es difícil de apreciar estaba ahí para disfrute de muchos, siempre he pensado que cruzando paseo de la Reforma se encuentra el museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo que durante mucho tiempo estuvo ahí sin obra del propio Tamayo, es más podía uno viajar a Oaxaca al Museo del mismo autor y ahí tampoco se podía ver – fuera de unos cuantos cuadros – la obra del gran artista oaxaqueño – a diferencia del Manuel Fulgieres en nuestro Zacatecas, repleto de obra del autor –

En este museo existen 4 salas. La de Tamayo, excepcional, pero otras 3 no menos importantes, una de esculturas que parten del Dadaísmo, otra con elementos que hacen la esencia de lo Mexicano, y, por último, la sala que contiene la exposición permanente.

Después, a cruzar EL paseo de la Reforma hacia el Museo Tamayo que recién inauguró una sala – por fin – con obra del propio artista y que en ese momento tenía algo de artesanía mexicana, la exposición de un contemporáneo difícil de comprender – para mí al menos – y la obra propiedad del museo con cuadros de pintores contemporáneos interesante en extremo.

Caminar por el Chapultepec arbolado a espaldas del Tamayo es una delicia, para llegar a Polanco donde un Taxi me llevó al Museo Jumex y ahí comenzó mi gran experiencia

Serían las 3 o 4 de la tarde y el sol caía a plomo, las temperaturas estaban en lo más alto, por arriba de los 33 grados, pero la sensación térmica en la línea de espera era hasta de 40. La línea era una serpiente que tenía no menos de 20 líneas que seguían una a la otra donde no había menos de dos mil jóvenes esperando entrar. El tiempo de espera no menor a una hora y media dos horas, los anfitriones del Museo Jumex se esmeraban por repartir paraguas para evitar que el sol provocara problemas serios, e incluso - por lo que me di cuenta - en algún momento repartieron jugos – no en las dos horas que estuve esperando entrar.

Eso sin lugar a dudas me movió la vida. El ver a tantos y tantos jóvenes – en cifras de miles – esperando pacientemente entrar a una exposición de ARTE - quiero insistir en ello - todos oscilaban por abajo o un poco por arriba de los 20 años, la ausencia de personas mayores a 30 era excepcional, creo que vi a uno o dos y de la tercera edad estaba yo como único representante.

ERAN TODOS ELLOS MILENIANS INTERESADOS EN UNA FORMA DE ARTE ORIGINADA MEDIO SIGLO ATRAS

Esta historia continuara…

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