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“Neoclásico alla Mada”
primera parte

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com

Hace muchos, pero muchos años, cuando  yo era mucho pero mucho  más ignorante que hoy en día, argumentaba que el neoclásico no me gustaba, que era una copia de la copia. Aclaro, no es que ahora me encante tanto  como su antagónico Romanticismo o  las sabrosonas corrientes del  Art Nouveau y Modernismo, pero ahora lo valoro, reconozco y soy consciente de su gran valor artístico, cultural y ese fuerte peso que tienen sobre el imaginario del colectivo.
No sé si recuerdan que después del maravilloso periodo Gótico vienen los tiempos del Renacimiento (y no se me está yendo el avión querido lector, es solo  para recapitular) tal cual  el Neoclásico apareció después  del Barroco. Este par, Gótico y Barroco, han ocupado un sitio similar en su tiempo. Los dos rebasaron “límites de  la cordura”, y por su parte los muy emparentados  Renacimiento y  Neoclásico surgen para  “rescatar la buenas maneras y formas del diseño” y aplacar a aquel par de bohemios desatados. Par que me parece muy divertido y atrevido… como lo son los bohemios irreverentes. Claro, eso lo pensaban en sus  épocas, nosotros nos maravillamos con esos despliegues que retaban el intelecto humano y el espíritu. Con  el Barroco tengo  una relación estable, confiable y duradera, lo que no sucede, ni sucederá con el Rococó, que de plano, según mi humilde punto de vista, rebasa los límites del buen gusto y te deja las  pupilas pegajosas y empalagadas.
Comenzaré hablando de las academias, esas que  surgen como conciencia en una tierra que podía ser de nadie y de todos. Llegan a poner orden, a veces demasiado orden diría yo. Surge pues, La Academia Real de Arquitectura en 1671 bajo el reinado de Luis XIV en Francia y por iniciativa de Jean-Baptiste Colbert  su primer ministro, definiendo de forma magistral el objetivo de la academia, objetivo vigente a nuestros días (sin embargo hoy en día la ecuación no es coherente, sucede que tenemos gobernantes que se sienten reyes y carencia  de aquellos primeros  ministros como don Colbert que desempolvaban las telarañas de don rey).
“Están a propósito que parece poca cosa al público lo que se hace aquí, y que sea digno del nombre que lleva de Academia real de arquitectura, fue necesario resolver tratar lo que es más particular en cada parte de la arquitectura, que son la salubridad, la solidez, la comodidad y la belleza de las edificaciones, y como lo que mira la solidez puede ser tratado la primero, el (el superintendente) ha invitado a cada uno de los señores arquitectos del rey en particular a pensar seriamente sobre esta materia y, comenzando por la naturaleza de los terrenos, informar en el primer día de lo que puedan haber observado sobre las diferencias de los terrenos, tanto en París como en los alrededores, y cuales sean las precauciones que crean deben ser necesariamente adoptadas para construir sólidamente algunos edificios que se posen estre (que puedan ser)”
Después de diversos avatares, durante la Revolución Francesa (1789.1799) y con los nuevos ideales sociales se decide confiar la educación de los ingenieros a la Escuela Politécnica (fundada en  1796) misma que persiste hasta nuestros días considerada como una de las  más prestigiosa en el mundo. Cuatro bellas artes (pintura, escultura, grabado y arquitectura) tenían lugar  en la Escuela Nacional Superior de las Bellas Artes de Paris hasta 1968 cuando  arquitectura es separada y se crean  ocho Unidades Pedagógicas de Arquitectura, hoy llamadas Escuelas Nacionales Superiores de Arquitectura. Pues bien, de ser honesta no era mi intención hacer este recorrido académico francés, pero me pareció interesante y divertido mencionarlo. La evolución y  los principios que  han buscado y perseguido las academias han ido evolucionado de la mano  con las circunstancias sociales, respondiendo  a sus necesidades y actualizándose, eso es justo lo que hace que  las instituciones educativas se mantengan a flote, pero momento, ¡esto no es un articulín pedagógico!. Volvamos pues al neoclásico con La Academia Real de Arquitectura de Paris y Colbet quien con sus ideas, aciertos y errores, que se adelantaban a su tiempo, logró  rodearse de un equipo que ayudó a hacer de Paris la ciudad de vanguardia en la que todos queremos tener una luna de miel… o del  sabor que sea. Se abrieron nuevas y amplias avenidas, se crea el concepto de las plazas que enmarca y resalta la belleza de los edificios  que la rodean, simetría, línea recta, homogeneidad. Posteriormente Haussmann durante el Imperio de Napoleón III (1852-1870) agrega un fundamento higienista, muy  estratégico  como una forma paternal de proteger y controlar a la población, el jardín se integra a la ciudad como elemento embellecedor (adoptando las formas barrocas que nunca se lograron sacudir). Claro, una mejora de este tamaño implica la demolición de gran parte de la ciudad medieval parisina, y con ello sus estrechas, oscuras y  malolientes calles para abrir paso a ese Paris digno del último emperador francés.
Bueno me metí en un asunto que me va a llevar a una segunda parte. Dejo de marearlo y lo veo en la segunda parte de este estilo estirado y vanidoso…estilo que no  ríe a carcajadas… eso es “para las masas”.
Final barroco de la primera parte con disfraz neoclásico.
p.d. Las referencias bibliográficas se las debo para la última parte.

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