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“NO SIEMPRE VESTIDA DE GALA”  

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)

La Mada tiene una forma de analizar los eventos, situaciones o sucesos, como intangibles que son y por lo tanto amorfos, busco alguna forma de “verlos”, y es justo cuando los “veo” que los entiendo. Por ejemplo, algunas de mis relaciones pasadas se me presentan en bellos cuadros psicodélicos llenos de luz en tonos pastel, mientras otras se ven como triángulos entrelazados en blanco, negro y gris y una de ellas se ve en negro total en forma de raíces saliendo de la tierra. Para poder resolver un problema matemático lo tengo que ver, aquí es difícil explicarle que forma toma pero le aseguro que lo veo, si no lo veo, definitivamente me quedo en blanco hasta que logro darle una forma en mi intelecto.

Ahora, y para no desaprovechar la bonita iluminación navideña de nuestro centro histórico (que por poco se convierte en histérico) quiero hablar de cómo las fiestas de la Nochebuena toman forma dentro de mi cerebro.

Estas fiestas llegan vestidas y este atuendo no tiene nada que ver, en absoluto, con el nivel económico de quien las celebra. Tiene que ver con algo más allá de todo lo externo y superficial. El diseñador de imagen de estas fiestas viene de muy adentro, de lo más privado y emotivo de nuestro ser. Permítame mostrarle algunas de las formas en las que he visto a la Nochebuena..

Hay esas fiestas de Nochebuena que se visten de gala, que llevan vestido largo de noche, accesorios brillantes, tacones altos, peinados y maquillaje de salón y grandes sonrisas enmarcadas de labios pintados de rojo vivo. Son fiestas que ríen, que son plenas, elaboradas como  su imagen, solo quien las usa sabe que tan auténticas son las joyas que enmarcan tan elegante atuendo.

Hay otras que lucen desaliñadas, como si hubiesen pasados semanas desde su último baño, el cabello  seboso, la ropa manchada de grasa, un maquillaje  de capa sobre capa, de un maquillaje que no ha sido  retirado en días, olor a cigarro y alcohol, son  fiestas que prefieren pasar desapercibidas pero el estado desastroso y ese olor que despiden impiden su anonimato, no se pueden ignorar. Son nochebuenas que persiguen a unos cuantos fugitivos, cada año.

Están también aquellas tranquilas, recatadas, silenciosas. Esas que llevan un atuendo conservador, poco maquillaje y un peinado discreto, generalmente usan zapato de piso, prefieren que sus pisadas no perturben a las otras nochebuenas, prefieren que nadie las vea y  mucho menos que las recuerden. Generalmente lo logran, son nochebuenas insípidas que todos olvidan fácilmente, pero cuidado, basta un pequeño detalle para traerlas a la memoria y nublar las pupilas mientras cruzan el pensamiento de quien las invoca.

Las hay vestidas de luto, esas nochebuenas que van de negro, cargadas de tristeza, con  la cara lavada y la mirada perdida. Estas nochebuenas solo se dejan caer en un sillón… solo esperan que el dolor pase y es bien sabido que hay  dolores que no basta una vida para que pasen completamente. Son nochebuenas que dejan una huella en quien  las usa, y aunque se vistan con otros nuevos, novedosos y coloridos atuendos, el recuerdo y el delicado aroma a  gladiolas pasa, casi nunca se queda, es prudente como el alivio de la resignación.

Otras son eternas nochebuenas jóvenes,  alegres, joviales, van vestidas de moda, atrevidas, el maquillaje casero elaborado bajo la  guía de un tutorial de youtube. Son ruidosas y pretenden  ser recordadas, pretenden estar presentes en la memoria, su pasos son fuertes y cuando bailan, retumban el piso y sacuden sus brazos y  su cabeza, el cabello lo llevan suelto y no dejan de moverlo. Estas nochebuenas van cantando y contagiando.

Unas más son discretas y elegantes, son unas damas, estas nochebuenas son tan cálidas que con su solo recuerdo nos hacen sentir felices. Estas nochebuenas no necesitan gritar para llamar la atención, no están tristes, al menos su tristeza la tienen guardada en el lugar y el tiempo que le corresponden. Bailan sin dar pisotones y cantan pero no a gritos. Sonríen, son capaces de sonreír toda la noche. Todos quieren usar este atuendo de nochebuena, todos quieren recordar que alguna vez lo usaron y al recordar volver a sentir cada hora y cada minuto. Son nochebuenas que deberían de estar presentes en nuestra memoria, sin embargo, a veces, el atuendo es tan gris y el frio es tan denso que hace que nuestra memoria se estropee, lo bueno es que solo temporalmente.

Pues bien, este fin de año, la Mada le desea que se ponga su mejor atuendo. Aunque esté en pijama se verá radiante y guapo. Sonríase para adentro y baile y cante aunque solo sea en el interior de su estuche, de ese estuche que vulgarmente llamamos cuerpo.

Salud y muchas gracias por leer durante este año mis locuras, a veces sin pies ni cabeza, otras con aires de intelectual región cuatro, otras tantas donde vacío mi corazón.  ¡Feliz 2018!, mucho de todo lo  bueno que pase por su mente. Si, dije MUCHO, de todo lo bueno que pase por su mente.

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