“SOMOS AMIGOS O NO SOMOS AMIGOS”
tercera parte
Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
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Continuando con el dichoso tema de la amistad y la no amistad, digo “no amistad” porque hay cierto tipo de relaciones que no son consideradas como negativas ni tampoco como indiferentes, son “amistades” que van entrecomilladas y responden a aquellas que muy acertadamente Aristóteles comenta con el capítulo III del Octavo Libro, titulado: De las diferencias de la amistad.
Si recuerda, cerré el articulín anterior con la presentación de este capítulo, comentando sobre los tres tipos de amistades. La amistades útiles y deleitosas, no son de pensarse mucho, queda claro que sus cimientos no son sólidos ni fuertes, es más, a veces ni cimientos tienen, no así como la amistad honesta que se funda en la bondad y ¿no será sólida la bondad que busca el bien y bienestar del otro?. La amistad honesta fluye en una corriente doble que va y viene constantemente, las útiles y las deleitosas no siempre fluyen, y si fluyen, no estoy muy segura que esto sea en ambas direcciones.
Aristóteles declara: “Los que se aman, pues, entre sí por alguna utilidad, no se aman por sí mismos ni por su propio respecto, sino en cuanto les procede algún bien y provecho de los unos a los otros”. El pensar que hay amistad cuando hay un interés de por medio sería absurdo, sin embargo, es muy común confundirse, es muy fácil amar aquello que nos es útil, pero de esto a pensar que seguiremos con esa amistad cuando el “objeto del deseo” desaparezca… son palabras mayores. Cuando una amistad de este tipo termina es como una fuerte tormenta sobre un terreno fangoso donde esta desplantado un muro, la lluvia cae estrepitosamente y en cuestión de minutos socava el muro y al mismo tiempo socava la amistad. Es imposible negar que duele el derrumbe de una relación, la traición siempre duele aún y cuando nosotros mismos supiésemos, de antemano, que estábamos siendo traicionados. Si usted no es masoquista, lo superará muy pronto, si le gusta complicarse la vida… también lo superará.
A las amistades deleitosas Aristóteles lo suaviza ligeramente: “los que se aman por causa de deleite, porque no aman a los que son graciosos cortesanos en cuanto son tales o tales, sino en cuanto les es aplacible su conversación.” Hay amigos que no buscan el deleite tanto por nuestra conversación, sino por otros deleites: el deleite que provoca el alcohol, el que provoca la irresponsabilidad, ese pillín que provocan los deleites sexuales. Cuando ya no los ofrecemos, el otro se va enseñando la más corriente imitación del cobre, y a veces tenemos el descaro de externar, a nosotros mismos, preguntarle a otro sería exponer demasiado nuestra estupidez: yo pensé que si éramos amigos.
En ocasiones nos podemos sentir desolados por la falta de amistades, sin embargo, le sugiero que lo piense un poco, a veces usted no es útil ni deleitoso y el tener a alguien cerca que lo procure únicamente por esas cualidades lo dejará peor, métase en la cabeza el dicho de “más vale solo que mal acompañado”… de verdad es un dicho sabio.
Aristóteles expresa con hermosas y claras palabras lo que es una perfecta amistad y donde se da: “…es la de los buenos, y de los que son semejantes en virtud, porque estos tales, de la misma manera que son buenos, se desean el bien los unos a los otros, y son buenos por sí mismos”.
Aristóteles cierra el capítulo con esta hermosa frase: “Es, pues, el amistad perfecta la que con el tiempo y con las demás cosas se confirma, y en la cual concurren todas estas cosas, y en donde a cada uno le procede lo mismo de parte del amigo, que al otro de parte de él”. Y usted me dará la razón, el tiempo se encarga de mostrarnos a nuestros amigos, sean del tipo que sean. Las tempestades que azotan nuestros corazones y nuestro espíritu barrenan hasta hundir esas amistades que por utilidad o deleite están a bajo el cobijo de nuestra sombra. Es imposible andar por la vida únicamente departiendo con amistades honorables, tenemos que toparnos con esas copias burdas para ser capaces de reconocer el oro y tirar al lado del camino las pepitas falsas… sin necesidad de morderlas.
Por mis amigos, a quienes amo y en todo tiempo me aman y se han portado como hermanos en momento de angustia, parafraseando al libro bíblico de Proverbios 17:17.
Y una vez aclarado el punto… ¿algún buen amigo con una botella de tinto estará disponible para dar fin a esta tercera y última parte?