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Todas las Universidades Públicas somos UNAM.
Por: Jenny González Arenas.

Antes los recientes acontecimientos que se han suscitado en la Universidad Nacional Autónoma de México, es necesario que nos preguntemos que se puede estar gestando alrededor de todas esas manifestaciones y sesgos de violencia que tienen lugar al interior de una institución de educación superior.
No es la primera vez que suceden este tipo de hechos, lamentables por supuesto, pero si valdría la pena analizar las causas que creemos originaron estos acontecimientos y recalco, creemos, porque las ocultas y verdaderas intenciones probablemente nunca lo sabremos, solo podemos conocer lo que nos resulta evidente a simple vista.
Los jóvenes alumnos del CCH acuden en una marcha pacífica a la torre de rectoría de la UNAM a solicitar se les asignen los maestros que aún tienen pendientes, a pesar de haber transcurrido un mes de clases, en ese momento son agredidos por alumnos de la Universidad, algunos, y uno que otro agregado que provocan y atentan contra la integridad física de los manifestantes; el avance
tecnológico, la accesibilidad a una cámara de video han permitido identificar a algunos de los agresores.
Muchas interrogantes se generan alrededor de estos hechos, tales como quién mandó a los jóvenes con actitudes porriles a interrumpir la marcha de los alumnos del CCH, porqué no dejarlos llegar a la torre de rectoría y entregar, pacíficamente su pliego petitorio, pero antes de ello, quien organiza a los jóvenes del CCH para que hagan su petición por escrito y marchen a la torre de rectoría a entregarlo en lugar de nombrar una comisión, no queremos decir con esto que los jóvenes no sean capaces de tener una iniciativa de esta naturaleza, por supuesto que son perfectamente capaces de organizarse, lo que nos lleva a pensar en cuánto han tenido que aguantar y tolerar los jóvenes para que llegaran al extremo de marchar, para hacer pública su petición que si bien es cierto no tiene nada de malo o extrema la decisión, si es una decisión que llama a los jóvenes a salir de su escudo protector que han sido las redes sociales y refugiarse tras un monitor de una computadora.
Pero también nos cuestionamos qué es lo que están haciendo las autoridades, no solo para cuestionar los hechos violentos de la semana pasada, sino para atender las demandas de los miles y miles de estudiantes que se manifestaron pacíficamente a causa de las agresiones sufridas por sus compañeros.
No podemos evitar pensar que la ola de criminalidad que azota nuestro país no ha podido dejar fuera a los estudiantes universitarios, a las máximas instituciones formadoras de profesionistas que han vivido en carne propia las
muertes, las violaciones, desapariciones, etc., de compañeros maestros, alumnos y trabajadores que, dentro y fuera de los campus, son víctimas de la ineficacia de las políticas públicas en materia de seguridad.
Un asunto que podría parecer sencillo puede desentramar una serie de intereses que, al quedar al descubierto, pudieran poner en riesgo la estabilidad de la educación superior en nuestro país, la desaparición de una forma de gobierno universitaria, inclusive la autonomía y encerrar a la educación superior dentro de las ya por demás fallidas políticas en materia educativa que poco o nada tienen que aportar al desarrollo nacional mientras sigan partiendo de una estrategia centralizadora.
A las demás Universidades del país no les queda mas que estar atentas para reaccionar en defensa de la autonomía universitaria en el momento en que ello se requiera, porque no podemos pensar que los recientes acontecimientos de la UNAM, a los que se han sumado manifestaciones del Politécnico Nacional e inclusive instituciones privadas, no son otra cosa que un nerviosismo presente en todas las instituciones de educación superior de lo que pueda esperarnos en la
siguiente administración.

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