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“EL IMPLACABLE, EL QUE PASÓ”
segunda parte

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com

Muy bien, retomando el tiempo… retomando el punto, continuaremos hablando del tiempo, de ese, del implacable, de ese, del que pasó. Y es que es inevitable hablar del tiempo, vivimos dentro del él, respiramos dentro de él, nos apasionamos, nos enamoramos, nos equivocamos… dentro de él, es algo así como un estuche que a veces se puede convertir en una caja de Pandora o en un hermoso cofre de recuerdos, algo así como el ropero de la abuelita, con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú. Y generalmente el tiempo habla de tiempos ya pasados, rara vez se usa como tiempo venidero y desgraciadamente, a veces, aún y cuando todavía no sucede ya hablamos de él con tristeza: Y se verán tiempos peores.
Continuemos acompañados de sabrosos acordes recorriendo el tiempo, ese que ya está en los baúles, ese que sacamos gustosos y desempolvamos, ese que se debería quedar guardado bajo llave para siempre, ese que a veces nos vemos obligados a sacar y ese otro que nunca debería de estar guardado.
Entremos pues al jardín de los recuerdos con aquella canción de Ferrusquilla cuya interpretación de María Dolores del Rio es mi favorita… de hecho la única que recuerdo, interpretada también por los Panchos, Trio Los Antares, hasta una Helenita Vargas …y el mismísimo Luismi. El tiempo que te quede libre, en esta canción, hago una corrección, no habla del tiempo pasado sino del porvenir: “El tiempo que te quede libre, si te es posible, dedícalo a mí, a cambio de mi vida entera o lo que me queda te lo ofrezco yo”. La verdad nunca he sido tan abnegada, y si alguna vez se la dediqué a alguien, fue ya sabe usted, fue puro sarcasmo. En esta melodía se habla de ese tiempo de calidad que se espera anhelante al lado del ser amado, y en mi opinión personal el que ama no ofrece el tiempo que le sobra, sino un tiempo muy especial y preparado. Después remata con: “no importa que sean dos minutos o si es uno solo yo seré feliz” … La verdad, la canción me gusta, me gusta la melodía tipo vals y me gusta cantarla, pero de ahí a conformarme con dos minutos, o peor aún, con uno solo… mejor sigo sola.
Ahora vayamos con Pabló Milanés y sus fuertes declaraciones: “El tiempo, el implacable, el que pasó, siempre una huella triste nos dejó, qué violento cimiento se forjó llevaremos sus marcas imborrables”.  Se me hace una canción muy poco halagadora al tiempo que dejamos atrás, habla de ese tiempo que solo “huellas tristes nos dejó” y mire que me gusta mucho, pero creo que con los años soy menos severa con el tiempo y reconozco que, aunque implacable muchas veces ha tenido una mano blanda, cálida y cariñosa conmigo. Con lo que sí estoy totalmente de acuerdo y siendo arquitecto (por si usted tenía duda) reconozco la fuerza de la expresión “violento cimiento se forjó”, los cimientos son una de las partes fundamentales de cualquier construcción y si Pablo ve este pasado como un violento cimiento… que le puedo decir a usted lo que se espera de un futuro anclado irremediablemente a ese ayer donde las memorias se van “a tu saco tan lleno de recuerdos que cuando menos se imagina afloran.” … siempre afloran… siempre. Y si, esta canción la canto y me trae evocaciones, tantas evocaciones.
Hay otra canción de Milanés que usted recordará, Años: “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos y el amor no lo reflejo, como ayer.” Así es, el hecho de que el amor no se refleje como ayer no significa que ya no se refleje, se refleja, pero diferente, así como se reflejan de otra forma las vicisitudes que nos presenta la vida, claro, siempre y cuando usted decida madurar, con el paso del tiempo. Esta parte me encanta, como toda la canción, y va muy a doc con lo antes mencionado, “Vamos viviendo, viendo las horas, que van muriendo, las viejas discusiones se van perdiendo entre las razones.” Las horas que van muriendo y sin poder hacer algo, lo único que nos resta es dejarlas ir y descansar en paz.
La última canción que mencionaré es una que cada vez que la escucho hace que tiemble hasta mi última neurona, sanas y dementes, Tiempo de Renato Leduc. Cada una de sus líneas hace que me estampe en la pared como muñeco guiñol… “cuanto tiempo perdí, ay, cuánto tiempo”, y es que parte de la magia es saber que “el tiempo es oro” y saber “desatarse a tiempo”, y tan cierto es que nunca como cuando “se ama a destiempo” se siente correr el tiempo acremente …” tan acremente”. Y así pasa el tiempo hasta que llega el tiempo que de amores “ya no tienes tiempo”.
A Renato Leduc lo desafiaron a escribir versos que rimaran con la palabra tiempo… la realidad inexpugnable siempre sale a flote: tiempo solo rima con tiempo.
Final de la segunda parte, sin recordar más, la dicha inicua de perder el tiempo.

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