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“NADANDO ANDO”

Por LA MADA (Magdalena Edith Carrillo Mendívil)
www.lamaddalenaedi.blogspot.com

“Relájate Nena, suéltate, yo te sostengo”. Esa es una de las frases que más recuerdo de mi mamá y recuerdo pon precisión fotográfica el momento, los colores, el olor y todos los detalles de ese maravilloso lugar del que no he podido encontrar un paragón…hasta este momento. Playa Chacalita, Nay. Con sus aguas de un maravilloso verde turquesa, ese olor a sal revuelto con arena, el entorno tupido de palmeras que se abrían paso al safari en el que nos transportábamos de Chacala hasta esta diminuta y tranquila playa enclavada en una ensenada rodeada de palmeras. La Mada podría no recordar la ropa que usó ayer o lo que acabo de decir (… y si no me acuerdo, no pasó) pero le puedo decir sin temor a equivocarme que usaba un traje de baño azul con blanco, yo tendría unos 5 o 6 años y estaba intentando flotar boca arriba “de muertito” mientras entre abría los ojos salpicados por gotitas de agua salada encandilados por el espléndido Sol, escuchando el timbre tan particular de la voz de mi padre diciendo: “Relájate Nena, suéltate, yo te sostengo”. Pues bien, sigo igual que entonces, nadando de muertito y amando el agua en cualquiera de sus presentaciones.
No crea usted que en este articulín le hablaré de mis proezas como sirena … o manatí… más bien hablaré de la relación ser humano-agua, agua-ser humano. Aclaro, no pretendo dar una clase de concientización moral o ecológica… usted relájese y déjese llevar por la corriente. Primero y, antes que nada, quítese los zapatos y calcetines, por favor, no hay nada que mate tanto el candor del momento como ver a alguien con calcetines mojados, si usted lo ha hecho, niéguelo a partir de este momento, aún y cuando exista evidencia fotográfica.
Empecemos pues compartiendo algunos detalles del agua que le provocan a La Mada una felicidad inmensa y estoy segura que a usted también.
El efecto de la luz sobre el agua es el consentido por una servidora, esas pequeñas lucecitas que brincan en el agua como si estuvieran conectadas a una especie de celda lunar que las carga durante la noche y que al salir el Sol se activan y cargadas de energía brillan en enérgica competencia, una tras otra en íntima relación con el suave movimiento de las ondas, chocando a veces, acompañándose otras, disparadas en el sentido contrario o yendo al mismo punto… así como dos amantes, a veces amándose, otras rechazándose para rencontrarse siempre en el mismo lugar. Este juego de luces se da siempre, no importa el lugar. Da lo mismo si las luces brillan en el inmenso océano, en una pequeña playa, en el rio, en el lago, en una albera o en un charco… esta complicidad se da mientras haya agua… y luz, por cierto, el lodo le da un sensual tono aceitoso a estos brillos que parecen sumergirse en la mezcla de agua-arena/tierra, que en ciertos momentos sirve para patinar con los pies descalzos convirtiéndose en un recuerdo de esos que nos acompañan por el resto de nuestros días.
Otro detallito que tiene el agua es que me hace sentir relajada, escuchar el agua corriendo, las gotas de lluvia caer, el murmullo de las olas del mar, el agua cayendo de una fuente, el sonido del agua al verterse sobre un vaso, el agua de la regadera… bueno en realidad el sonido de la gotera que tenía en mi cocina y que se convirtió en un efecto muro llorón no me gustaba nadita y es normal, esa era agua filtrada contaminada del concreto y del ácido del acero de la losa por la que pasaba, de ahí en más hasta el sonido del agua en cualquiera de sus presentaciones, me relaja.
Las gotas de agua al caer sobre cualquier superficie toman la forma de la mitad de una esfera, tan cristalina que parece de cristal, si pones el dedo se rompe y forma otras mitades de esferas. El agua y el cristal se funden en uno mismo y pudiese parecer que tienen la misma materia. Velázquez en su magnífica pintura “El aguador de Sevilla” representa magistralmente el efecto del agua, las gotitas que se derraman sobre la mesa de madera y la copa de agua llena hasta el tope a punto de derramarse.
Estas son algunas razones por las que la Mada se siente feliz cuando está en contacto y comunión con el mojado elemento llamado agua.
Final al compás de Las gotitas de agua, de la regadera saltan por mis hombros y juegan con mi cuello… dando traguitos a mi agua puerca (acqua sporca)… mi café…