Skip to main content

CIENEGUILLAS

 

Por: Arturo Nahle G.

 

A finales de la década de los setentas visité en la cárcel de Zacatecas a un amigo aficionado a la cacería que había sido detenido por portación de armas, la cárcel estaba en el viejo edificio que hoy alberga al Museo Manuel Felguérez. Las condiciones del inmueble eran francamente inhumanas. Mi amigo, que hoy es un prestigiado médico en Guanajuato, estaba tirado a mitad del patio envuelto en una cobija, rodeado de desarrapados que a todos los visitantes les pedían comida o limosna.

 

Me imaginé en la terrible cárcel de Estambul de la película El Expreso de Medianoche que en esos días se exhibía con gran éxito en el Cine Rex. Al poco tiempo el Gobernador Genaro Borrego inauguró el Cereso de Cieneguillas, un establecimiento penitenciario muy distinto que me tocó administrar durante tres años como Secretario General de Gobierno.

 

Y es que también en los setentas se construyeron en la CDMX los modernos reclusorios que sustituyeron a la vieja penitenciaría de Lecumberri construida a finales del siglo XIX por Don Porfirio; como olvidar las dantescas escenas de “El Apando” o al Tuerto gritando desde su crujía “Pepe el Toro es Inocente”.

 

En tres décadas el Cereso de Cieneguillas ha pasado por situaciones sumamente críticas, la más grave el 16 de mayo del 2009 cuando, siendo Gobernadora Amalia García, por la puerta principal se fugaron 53 reos con toda calma, sin violencia alguna y hasta saludando a las cámaras de viedeovigilancia.

 

Otra crisis se suscitó el 22 de agosto del 2012, yo era Procurador del Estado, ese día secuestraron en Fresnillo a la Directora del Cereso Fabiola Quiroz Zárate, como represalia de un grupo delictivo por el traslado de reos llevado a cabo unos días antes.

 

Las fugas, motines, riñas y suicidios acumulados son incontables, pero la matanza de 17 reos este fin de año es, sin duda, el hecho más violento en la historia de Cieneguillas.

 

Y es que adentro del penal se prolonga la rivalidad de los grupos delictivos que a diario se vive en las calles de Fresnillo, Guadalupe, Zacatecas, Calera, Río Grande, Ojocaliente y otros municipios.

 

La carnicería de fin de año nos dice que pareciera que de poco sirve que se separe a los procesados de los sentenciados, que de poco sirve que se separe a los reos federales de los reos del fuero común, que de poco sirve que se separe a los reos de un cártel de los reos que pertenecen a cárteles antagónicos, que de poco sirven las revisiones periódicas que hacen la Policía Estatal y otras corporaciones.

 

La matazón de Cieneguillas también nos confirma que las autoridades no han podido resolver la corrupción que hay al interior del penal, adentro hay armas, hay venta de privilegios, tráfico de alcohol, drogas y teléfonos celulares con los que los delincuentes siguen operando.

 

Si los penales de alta seguridad como Almoloya y Puente Grande han tenido crisis de gobernabilidad (por ello prefieren extraditar a ciertos reos hacia EEUU) ¿que se puede esperar de establecimientos de mediana seguridad como el nuestro?